La fuga de su hogar, localizado en Acapulco, de cuatro hermanas y hermanos menores de edad, presuntamente a causa de la violencia de su padre, enciende las alarmas sobre un problema que no ha disminuido por la ausencia de una política pública integral: el maltrato infantil.
Las y los niños de ocho, 10, 12 y 13 años de edad, fueron localizados en Morelos, a 250 kilómetros de distancia de su domicilio, mediante un operativo conjunto entre corporaciones policiacas estatales y federales, sin que hasta ese momento hubiera alguna denuncia formal de desaparición por parte de sus familiares.
Fue el comisario del poblado El kilómetro 30, una zona rural de Acapulco, quién pidió el apoyo de las autoridades por la desaparición de las y los infantes.
Hasta este momento no se sabe con precisión qué pasará con las víctimas ni tampoco si las autoridades ya abrieron una carpeta de investigación contra el presunto responsable.
Y aunque este caso obtuvo notoriedad, no es un problema aislado, pues en México la violencia contra las infancias y adolescencias es cotidiana, y es el hogar en donde sufren el mayor número de agresiones.
Si bien La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), promulgada en diciembre de 2014, promovida por distintas organizaciones civiles y avalada por todos los grupos parlamentarios en el Congreso, buscó garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes, no ha sido suficiente para reducir las distintas violencias que padecen.
Entre otros, esta norma se propuso garantizar el derecho a una vida libre de violencia y a la integridad personal de niñas, niños y adolescentes y estableció que las entidades federativas definieran disposiciones que orientaran las políticas de prevención, protección, atención, sanción y erradicación en caso de castigo corporal u humillante.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en México, 6 de cada 10 niños, niñas y adolescentes han sufrido métodos de disciplina violentos por parte de sus padres, madres, cuidadores o maestros.
A decir del organismo internacional, la violencia contra niños, niñas y adolescentes muchas veces encuentra formas tan simples como un manotazo, una nalgada o un grito, y se justifica como una forma normal de disciplina, pero no lo es; cada una de estas manifestaciones tiene un impacto negativo en el desarrollo y la autoestima.
Adicionalmente, señala la UNICEF, México vive un contexto de violencia originado por altos niveles de desigualdad social, impunidad y presencia extendida del crimen organizado, que afecta a la niñez y la adolescencia.
Desde que se tiene registro, 118,690 niñas, niños y adolescentes han sido reportados como desaparecidos y una de cada seis continuaban desaparecidos o no localizados hasta el 5 de septiembre de 2025. Afortunadamente, la mayor parte de los casos (el 84.6%) son localizados. Sin embargo, por cada 100 personas de 0 a 17 años localizadas, una fue hallada sin vida desde que se tiene registro. (REDIM, Niñez y adolescencia desaparecida en México).
Si bien la lucha contra las distintas violencias que sufren niñas, niños y adolescentes se ha fortalecido gracias a un trabajo conjunto de instituciones nacionales e internacionales, el Congreso de la Unión y organizaciones civiles, que entre otros logros hizo posible la LGDNNA; el problema prevalece.
Esto ante la incapacidad de las autoridades federales, estatales y municipales para aplicarla y que los mecanismos creados por esta legislación funcionen adecuadamente.
Pero no hay que bajar los brazos para erradicar la violencia y hacer realidad el reconocimiento como sujetos de plenos derechos de niñas, niños y adolescentes.