Ayer se presentó lo que se anticipaba la semana pasada en la sesión del Consejo Asesor de Desarrollo Económico. El Plan México representa la visión de política industrial que esta administración busca impulsar mediante incentivos a la inversión y colaboración entre el gobierno y el sector privado. El plan reconoce áreas fundamentales en las que hay que trabajar, pero los retos para su implementación no son menores.
Se plantea trabajar en el fortalecimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas. En México, las empresas pequeñas viven poco. El Inegi ha señalado que las empresas mueren antes de poder crecer y fortalecerlas requerirá más que buenas intenciones. Una empresa pequeña, en la que un grupo de individuos arriesga su capital, necesita condiciones que van más allá de subsidios o gracia fiscal.
Estas empresas son más susceptibles a la extorsión. En este sentido, la simplificación de trámites -también contemplada en la iniciativa- se vuelve clave. Cada trámite, y cada ventanilla para llevarlos a cabo, abre una puerta a ser extorsionado. Si a la extorsión de los trámites se suma la del crimen organizado, el rendimiento que el pequeño emprendimiento tendrá que tener se vuelve cada vez más alto. Ese costo saca del mercado a empresas que pudieron haber crecido, pero que la falta de estado de derecho obliga a cerrar. No se lleve este argumento al extremo. Sí, que haya regulación, pero que sea la precisa.
El plan habla también de una mayor vinculación entre las instituciones educativas y el sector productivo. Sin duda la conversación entre ambos -y agregaría al sector público- es fundamental para entender las necesidades actuales y futuras de las empresas. Sin capital humano será imposible agregar más valor. Los estados más competitivos del país cuentan con vínculos más sólidos entre los tres sectores.
Uno de los estudios más emblemáticos del IMCO -Compara Carreras- muestra que las diez carreras más estudiadas en México han sido prácticamente las mismas en los últimos diez años. El mundo cambia, el país también y la educación no se adapta. ¿Será esta administración capaz de dar un giro en la política educativa que se ha seguido en los últimos años?
Sin embargo, es la idea de sustitución de importaciones la que hay que atender con más cuidado. Por supuesto que hay que fortalecer las cadenas de proveeduría, hay que darle a las empresas -de todos los tamaños- la certeza necesaria para que puedan arriesgar su capital en las mejores condiciones posibles y hay que permitir que sean los privados los que evalúen las inversiones a realizar. Pero no hay que caer en el argumento de que todo se debe producir de manera local porque se desaprovecharían las ventajas comparativas y los recursos, trabajo y capital, no serían asignados de la forma más útil para la sociedad.
La sustitución de importaciones que se vivió durante varias décadas del siglo pasado llevó al país a tener cientos de empresas públicas porque con el tiempo se fue premiando la falta de pericia empresarial. Si la empresa privada de bicicletas quebraba, el gobierno intervenía inyectando recursos.
El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, si quiere que este plan sea exitoso, tendrá que cuidar no irse a los extremos. Proporcionar infraestructura, energía y estado de derecho. Pero además, y quizás este sea el mayor reto, tendrá que lidiar con un nuevo sistema judicial que puede encarecer enormemente la atracción de inversión.
Retos internos hay muchos, pero además de todo, el segundo mandato de Trump está a punto de iniciar.
@ValeriaMoy