Las últimas semanas han estado llenas de noticias espantosas sobre la realidad mexicana. Incluso cuesta trabajo referirse a los campos de reclutamiento del crimen organizado dispersos por el territorio. Las palabras no logran capturar el horror. Cuesta más saber que el más reciente exponente de estos campos fue encontrado meses atrás y poco sucedió. Todavía más difícil aún ver el tour organizado la semana pasada al sitio cercano a Guadalajara.

¿En qué momento nos convertimos en esto? ¿La gradualidad en el deterioro nos ha impedido ya detectar la oscuridad del momento?

Ante noticias como la de Teuchitlán no sorprende que haya más cautela sobre la situación económica del país. Hablar de aranceles, de inversión, de volatilidad financiera suena casi a una escapatoria sobre la otra cara que nos muestra este país violento. No es sorprendente entonces escuchar un tono optimista al saber que el país prácticamente no crecerá este año.

La semana pasada la OCDE estimó que la economía mexicana se contraería este año alrededor de 1.3% y el venidero un 0.6% adicional si se aplicaran aranceles generales a partir de abril. Esa misma semana se publicó la encuesta de expectativas de Citi en el que se observa que las instituciones financieras estiman un promedio de crecimiento para este año de 0.6%. La mediana coincide en este caso con la media. Llama la atención, sobre todo después de haber visto el reporte de la OCDE, que ninguna de las instituciones encuestadas contempla una caída en la producción del país para este año. Tres estiman nulo crecimiento y una sorprende con una estimación de 1.3%.

La encuesta se publicó el 20 de marzo. La amenaza de los aranceles ya estaba presente y aun así el escenario más negativo es de cero crecimiento. Es posible que los encuestados consideren que los aranceles sean solo una amenaza más del presidente de Estados Unidos, que en caso de que se implementen sean poco duraderos o que ante la aplicación de impuestos generalizados a nivel global México se vea beneficiado, en términos relativos, frente a otras economías en su relación con el principal mercado hasta el momento.

Más allá de los reajustes que seguramente se darán en las cadenas de producción y el retorno de etapas productivas hacia Estados Unidos, el corto plazo no será sencillo. El Plan México, consistente en un programa de sustitución de importaciones no será suficiente para paliar la caída en cuanto a que sus resultados, en caso de que existan, tomarán más tiempo.

Hoy nos centramos en la discusión arancelaria y el impacto que tendría en ciertas industrias nacionales. El sector automotriz, la industria farmacéutica, el agro. Intentamos dimensionar el golpe que las decisiones del presidente Trump tendrán sobre la estructura económica mexicana forjada a lo largo de las últimas décadas.

Pero habrá que considerar ya el impacto que la caída de la economía estadounidense tendrá, a su vez, sobre la mexicana. Los aranceles también les harán daño, y ese daño, tendrá repercusiones adicionales en México. El bache económico en el corto plazo ya se nota. En el mediano, el juego será otro y sus reglas aún no se definen.

Los aranceles abarcan gran parte de la conversación económica, pero no son, ni de cerca, el único factor que incidirá sobre el crecimiento del país. Mucho menos sobre su desarrollo. Frente a lo que se ve todos los días, un crecimiento cercano a cero suena casi optimista.

@ValeriaMoy

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