No hay plazo que no se cumpla. Empezó ayer el segundo mandato de un Donald Trump que llega a la Casa Blanca empoderado y con amplio respaldo social. Todo puede cambiar de un minuto a otro. Los aranceles que no se impusieron ayer podrán llegar en cualquier momento. Las redadas de migrantes pueden empezar hoy, mañana o pasado. Al momento de escribir estas líneas no se han firmado las órdenes ejecutivas con las que el presidente de Estados Unidos establecerá los lineamientos para las deportaciones o para considerar a los cárteles como organizaciones terroristas, entre tantos otros.

En su discurso inaugural reiteró las amenazas que hizo en su campaña e incluyó llegar a Marte como parte de su agenda. Trump navega entre el proteccionismo y el deseo de supremacía global en la conquista de otros planetas. El deseo imperialista rebasa los límites de la Tierra.

Varios de los temas señalados por Trump inciden en México. No hubo un anuncio de nuevos aranceles o restricciones a las importaciones, pero sí un señalamiendo de que ordenará a las agencias federales analizar con lupa las políticas comerciales de Estados Unidos en particular en referencia a México, Canadá y China. Las reformas a la agenda comercial estarán encaminadas a proteger a los trabajadores y a las empresas estadounidenses y habrá énfasis particular en la producción industrial y automotriz nacional. Ninguna sorpresa hasta aquí.

México es, se sabe, el principal socio comercial de Estados Unidos, más de 80% de lo que exportamos va hacia allá. A lo largo de las décadas de integración comercial, México se ha convertido en un relevante productor automotriz y el rol de nuestro vecino es fundamental: 35.3% de lo que México exporta a Estados Unidos está vinculado a ese sector. Cualquier política industrial proteccionista que Trump imponga incidirá en la industria mexicana.

90% de las importaciones que Estados Unidos hace de carrocerías y remolques provienen de México y Canadá; 50% de las de equipo de transporte provienen de ambos socios; 57% de autopartes y 50% de automóviles y camiones ligeros terminados son hechos en México o en Canadá (). Innegable el impacto potencial de cualquier restricción comercial.

Como era de esperarse, reiteró el regreso una política energética basada en combustibles fósiles para dar prioridad a la exploración y uso del petróleo y para convertir a Estados Unidos en el país líder en exportaciones energéticas. Hoy ya lo es; pero más allá de si se ubica en el tercer o primer lugar de los principales países exportadores, es el retorno claro de las economías petroleras y del poder económico que conllevan. La declaración de emergencia energética cuyos detalles habrá que conocer podrían implicar menor apertura o mayores restricciones. En el documento queda clara la relevancia para nuestro país de la integración. Gran parte del gas natural que México utiliza viene de Estados Unidos.

La gradualidad es difícil de percibir. Ante la expectativa de cambios radicales o ajustes abruptos, cualquier atisbo de moderación parece más plausible. Es un pragmático, dicen unos. Ya lo conocemos, dicen otros. Puede ser que cada parte tenga algo de razón, pero lo que es un hecho es que aún no podemos dimensionar el impacto sobre México. Ojalá que, como dice la presidenta Sheinbaum, México esté listo con un plan A, un B, un C, un D y un E. Esto apenas empieza.

@ValeriaMoy

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