Para nadie es sorpresa la existencia de los muchos Méxicos que conviven en uno. Tampoco lo es que dentro de ese abanico de estados sean los ubicados en el norte del país los que más crecen. Hay excepciones, desde luego.
Hay momentos en los que algunos sectores se ven impulsados lo que permite a algunas entidades tomar vuelo. Por ejemplo, la tasa de crecimiento promedio anual más alta en los últimos diez años la encabezan Quintana Roo y Baja California Sur, los mismos estados que sufrieron más —en términos de crecimiento económico— en 2020, al inicio de la pandemia. De los ocho estados que les siguen en este top 10, cinco están en el norte y uno más en el centro. En contraste, los estados que menos crecen se ubican usualmente en el sur, destacan Tabasco y Campeche por sus bajas —incluso negativas— tasas de crecimiento.
Pero no es de desigualdad regional de lo que quisiera hablar en este momento. Me refiero, más bien, a lo que ha impulsado el crecimiento económico del país en lo que va del año. A inicios de 2025, las expectativas de crecimiento estaban en promedio en 0.1%, apenas cruzando la línea para tener algo de incremento en la producción en el año. La cifra era entonces verdaderamente alarmante para una economía que en seis años no había logrado crecer siquiera a un promedio de 1%, lo que haría que el estancamiento en la producción per cápita se volviera francamente una caída.
Con el pasar de los meses, la economía mexicana fue mostrando mejores cifras. En el primer trimestre, el crecimiento fue de 0.2% con relación al previo y de 0.6% frente al mismo trimestre del año anterior. El segundo fue mejor alcanzando un aumento de 0.6% frente al previo y 1.2% en comparación con el segundo trimestre de 2024. En consecuencia, las expectativas se han ajustado. El promedio ronda 0.5%. Hay quien echa las campanas al vuelo aún con cifras tan magras de crecimiento. No cabe duda de que todo está en función de lo esperado. Si uno esperaba a inicio de año no crecer, cuando llega un crecimiento de medio punto habrá que alegrarse. Mala cosa acostumbrarse a esas cifras.
Sin embargo, el motor de este crecimiento económico no está dentro de nuestras fronteras. Los detalles de la información más gruesa que tenemos irán saliendo poco a poco, pero sabemos que lo que ha movido a la economía mexicana es la acumulación de inventarios que están haciendo las empresas estadounidenses intentando anticiparse a la entrada en vigor de los aranceles, misma que se ha ido postergado en repetidas ocasiones.
Sin la capacidad exportadora no podría hacerle frente a esa demanda que proviene del exterior, pero a estas alturas sabemos que esa capacidad se ha ido forjando a lo largo de al menos tres décadas y que incluso podría haberse incrementado en los años recientes si la oferta energética hubiera seguido el ritmo de la demanda. Lo que ha movido a las exportaciones es la fortaleza en la demanda de Estados Unidos que —pese a toda la narrativa proteccionista— sigue abierta a comprarle a México todo lo que se pueda.
De los componentes del PIB, el consumo subió apenas 1% en los primeros seis meses del año, la inversión cayó 3.9%, el incremento en el gasto del gobierno no ha llegado ni al 1%. Sin embargo, las exportaciones —esos bienes y servicios que en su mayoría le vendemos a Estados Unidos— han aumentado 2.15%.
México va a crecer muy poco este año. Si alcanzamos algo cercano a 0.7% o 0.8% será una buena, aunque mediocre, noticia. Y aun así el motor de ese crecimiento no es interno. El motor se ubica cruzando la frontera del norte del país.
@ValeriaMoy