Estamos en una época en el que la narrativa importa más que los datos. Hay pocos ejercicios de verificación de información y los que hay no alcanzan el nivel de impacto que tiene soltar datos aparentemente contundentes, simplones y sin contexto alguno. Sin embargo, cuando los candidatos que quieren gobernar un país se enfrentan para contrastar posturas y proyectos la información debería de importar; mentir, que es diferente a errar, debería de importar.

En el debate del domingo se usaron datos económicos engañosos, en el mejor de los casos, y falsos, en el peor. La candidata oficialista mencionó que se había crecido a una tasa de 3.2%, sin hacer referencia a que el dato ofrecido correspondía únicamente a 2023. No sobra decir que México, al ser una economía emergente y en pleno proceso de nearshoring, debería de crecer más, pero las condiciones estructurales -energía, capital humano, estado de derecho, infraestructura- no han estado a la altura de la oportunidad.

La economía mexicana ha mostrado un crecimiento mediocre a lo largo de muchos años. Sin embargo, la tasa de 2% a la que se solía crecer y que se criticó a diestra y siniestra, parece ya solo aspiracional. En lo que va de esta administración -hasta el último trimestre de 2023- la producción ha crecido 0.8% en promedio anual. Si usamos la expectativa de crecimiento de la encuesta de expectativas del sector privado de Banco de México esa cifra aumentaría a 1.1%. Con Peña, el dato correspondiente fue 1.9%; con Calderón 1.4%; con Fox 1.8% y con Zedillo 3.6%. Por supuesto que el crecimiento ha quedado a deber, en esta administración sobre todo, pero también en las pasadas.

La pandemia no justifica el crecimiento mediocre, porque, al final del día, si la economía hubiera rebotado en los años posteriores el promedio habría respondido de igual forma. Para que pudiéramos hablar de recuperación, el país tendría que haber crecido a una tasa de 9.7% durante 2021, únicamente para situarse donde estaba en 2019. No fue así.

En términos acumulados, el crecimiento a lo largo de esta administración ha sido 4%, insuficiente para cubrir el aumento poblacional. En sexenios anteriores, la producción creció 11% (EPN), 8% (FCH) y 12% (VFQ).

También se dijo que no hay inflación cuando los datos -pero sobre todo la realidad- muestran otra historia. En lo que va de este sexenio la inflación ha sido superior a 30%. Las administraciones pasadas no lo hicieron bien en este tema. La actual, tampoco.

Este año el déficit público llegará prácticamente a 6%. Solo durante 2024, se solicitarán 2 billones de pesos adicionales de deuda. La medición más amplia -los requerimientos financieros del sector público- es hoy 180% de lo que era al inicio de la administración. Evidentemente hay más deuda.

Pero habría que considerar que la deuda es solo una herramienta financiera que podría servir -si se usara eficientemente- para impulsar el crecimiento económico. ¿Se han ido a inversión pública estos recursos? ¿Ha mejorado la rentabilidad de los proyectos de infraestructura? Los datos no muestran eso. La deuda se está usando para gasto corriente y eso, en cualquier administración, no es un uso correcto del apalancamiento.

No dudo que a muchos empresarios les haya ido bien y ojalá les vaya mejor para que eventualmente la economía crezca más. Hasta el momento los datos macroeconómicos -distintos de los empresariales- son estos. Mentir en un debate debería de importar.

@ValeriaMoy

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