Desde el Zócalo de la Ciudad de México, una plaza enorme que desde una terraza de uno de los edificios que la rodea se apreciaba con poca afluencia incluso en el pico de la convocatoria para el festejo, pude observar el cierre de un día clave para el país. Más tarde de lo que una cómoda ventaja hubiera sugerido, el INE confirmó lo que las encuestas habían anticipado semanas antes y en los minutos posteriores al cierre de las casillas. Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta de México y lo será por un margen amplio, amplísimo.
Algunos apuntes posteriores a la elección:
• Será, se sabe, la primera presidenta de México. Lo será además llegando al cargo con una validación popular pocas veces vista. No sé si el género le imponga un peso adicional a la que ya implica la Presidencia en sí misma. Supongo que sí. Las expectativas frente al trabajo de una mujer siempre son distintas. La vara con la que se mide la llegada al puesto —al que sea— y con el que se evalúa el desempeño es diferente. No sugiero que así deba de ser, simplemente así sucede.
• ¿Deberíamos evaluar su gestión únicamente bajo esa lupa? No lo creo, pero sí me gustaría ver en sus decisiones esa perspectiva. Durante la pandemia mucho se dijo que las naciones gobernadas por mujeres habían tenido una mejor gestión de la misma. Se sugería incluso que esto se debía a características “propias” del género: más empatía, mayor capacidad de escuchar a los expertos, más preocupación por los demás. Dudo que la causalidad haya sido plenamente establecida y gestiones locales dentro del propio México podrían ser ejemplo de lo contrario. No bastará el reconocimiento a las mujeres en su discurso en el Zócalo, cambiar las cosas será necesario.
• El presidente López Obrador llegó al poder con un capital político pocas veces visto antes. No lo aprovechó —desde mi punto de vista— al no hacer cambios estructurales que permitieran a México crecer de una forma sostenida y con mayores oportunidades de inicio. Nunca llegó la mejoría al sector salud y el deterioro en las métricas educativas fue evidente. La infraestructura existente se ha deteriorado, pero a cambio se tiene una narrativa frente a un proyecto porfirista de desarrollo, una refinería en un momento en el que planeta clama por una transición energética, un aeropuerto menor y un tren que no solo ha costado tres veces más de lo presupuestado sino que le dio en la torre a uno de los ecosistemas más preciados del mundo.
Claudia Sheinbaum llega con un capital político mayor. No sabemos aún cómo lo utilizará. ¿Será la Claudia conciliadora que se vio en su discurso en el Zócalo o el poder sin contrapesos hará de las suyas?
• El eje de la política social del presidente López Obrador fue el ingreso. Mediante programas de transferencias monetarias pretendió cubrir otras necesidades, como la salud, solo por mencionar algunas. El consumo respondió en consecuencia. Como enseñan en los primeros cursos de economía, los agentes económicos derivan utilidad de consumir. ¿Seguirá Sheinbaum el mismo camino o su política social se enfocará en salud, educación, oportunidades?
• Las instituciones, el Congreso, la Corte, la sociedad civil, la libertad de expresión y demás son justo límites al poder, balances necesarios para lograr acuerdos. Las elecciones del domingo muestran que muchos millones de mexicanos desean algo distinto, una Presidencia fuerte sin contrapesos.
Empieza la transición, ojalá sea para crear un país mejor.