Por: Ángeles Hernández Alvarado
Las migraciones son multicausales. Aquel imaginario del hombre mexicano o centroamericano, joven, en edad productiva, que viajaba rumbo a Estados Unidos a perseguir lo que durante mucho tiempo se nombró sueño americano, está rebasado. Quienes se aferran a afirmar que las migraciones actuales son motivadas enteramente por cuestiones económicas, están omitiendo –casi siempre deliberadamente- que la violencia política y criminal, la crisis de los Estados-nación, la violencia de género y la desigualdad estructural (que se expresa más allá de lo económico) se encuentran entre las principales razones por las que millones de personas en el mundo están abandonando sus hogares. En este contexto, la crisis climática y el extractivismo como modelo de desarrollo[1] se perfilan como impulsores cada vez más determinantes del desplazamiento forzado interno y transfronterizo.
Estos desplazamientos son un reto para la documentación por diversas razones. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, que la causa o bien se intersecte con otros factores como conflictos, violencia o pobreza, o bien se clasifique así sin haber dicha relación. Otro factor se relaciona con el subregistro derivado de lo difícil que resulta monitorear y registrar el fenómeno en toda su complejidad, pues es diverso en cuanto a la cantidad de afectados (individuos, familias, poblaciones completas), el tipo de movimiento (temporal o definitivo, interno o transfronterizo, retorno forzado o voluntario, reubicación), y el ritmo (repentino o paulatino). El Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés) reportó que, en 2023, los desastres provocaron 26,4 millones de nuevos desplazamientos internos en 148 países y territorios. Con este dato, los desastres son la causa del 56% de los desplazamientos registrados.[2]
Sobre los desplazamientos causados por las afectaciones sociales, ecológicas o violencias asociadas a extractivismo sabemos todavía menos. El Global Atlas of Environmental Justice tiene registrados 4212 proyectos extractivos en todo el mundo (refinerías, minería, monocultivos, exploración y explotación de hidrocarburos, proyectos de infraestructura, hiperurbanización, entre muchos otros). De estos, 2363 (56%) reportan desplazamiento como uno de sus impactos. Aunque no tenemos una cifra concreta de personas, este dato nos indica que más de la mitad de los proyectos extractivos en todo el mundo están obligando a las personas a abandonar sus hogares.
Así, de lo que tenemos certeza es que el número de personas desplazadas por los efectos del cambio climático y/o por el extractivismo ha aumentado en las últimas décadas. Y la tendencia se mantiene al alza.
Es imperativo reconocer que la intersección entre las migraciones, el cambio climático y el extractivismo nos plantea una crisis humanitaria de dimensiones sin precedentes, que ya está aquí, pero que será cada vez mayor. Por ello, es urgente que la comunidad internacional adopte medidas concretas y eficaces para abordar las causas profundas de las migraciones forzadas, y ello no puede ir desligado de cuestionar el paradigma actual de producción, consumo y desecho.
Como población, ciudadanía, sociedad civil organizada, movimientos sociales, academia, no es opción quedarnos de brazos cruzados. El reto es global y estructural, y solo en la medida en que logremos articular esfuerzos y generar respuestas asimismo globales y estructurales, podremos vislumbrar panoramas que nos alejen de los futuros distópicos que ahora prevalecen.
Observatorio de Conflictos Socioambientales (ocsa.ibero.mx)
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
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Referencias:
- Global Atlas of Enviromental Justice (EJ Atlas) (2024). https://ejatlas.org/
- Internal Displacement Monitoring Center (IDMC), (2024). Informe Global sobre Desplazamiento Interno. https://api.internal-displacement.org/sites/default/files/publications/documents/IDMC-GRID-2024-informe-global-sobre-desplazamiento-interno.pdf