Día a día la clase política vive ciertos retos que necesitan de la habilidad de los políticos para ir gobernando en beneficio de los mexicanos, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, como capitana del barco, sin duda alguna ha conducido el navío en las aguas profundas donde el oleaje no es menor, e indudablemente su inteligencia, capacidad y habilidad la han llevado alcanzar los altos índices de popularidad.
No debemos olvidar que dentro de este buque vamos todas y todos los mexicanos, sin embargo, algunos de ellos no trabajan en favor de México y, más grave aún, desean que existan olas más fuertes que implique que la embarcación vaya más lento.
Reitero, este es un tema de las y los ciudadanos, no nada más del gobierno. Al respecto, Aristóteles ya había referido la metáfora del barco de la siguiente manera:
“El ciudadano, como el marinero, es miembro de una asociación. A bordo, aunque cada cual tenga un empleo diferente, siendo uno remero, otro piloto, éste segundo, aquél el encargado de tal o de cual función, es claro que, a pesar de las funciones o deberes que constituyen, propiamente hablando, una virtud especial para cada uno de ellos, todos, sin embargo, concurren a un fin común, es decir, a la salvación de la tripulación, que todos tratan de asegurar, y a que todos aspiran igualmente. Los miembros de la ciudad se parecen igualmente a los marineros; no obstante, la diferencia de sus destinos, la prosperidad de la asociación es su obra común, y la asociación en este caso es el Estado”.
Paul Berry Clarke, uno de los teóricos políticos contemporáneos que más han reflexionado en este asunto, tiene una opinión similar: “Ser un ciudadano pleno significa participar tanto en la dirección de la propia vida como en la definición de alguno de sus parámetros generales; significa tener conciencia de que se actúa en y para un mundo compartido con otros y de que nuestras respectivas identidades individuales se relacionan y se crean mutuamente.”
El barco al que se refiere el filósofo griego, entonces, no es ya sólo nuestra familia, ni nuestra ciudad o cualquier comunidad en la que vivamos. Todos somos pasajeros de México. ¿No se trata entonces de llevarlo a buen puerto?
Ahora bien, también dentro del barco existen pasajeros del ámbito político que se dedican a plantear sus temas personales, por ello, lejos de colaborar con el gobierno federal, se convierten en distractores a la tarea central y cuando no, pueden resultar un estorbo. Ejemplos hay, de aquellos que llevan su propia agenda personal, que no respetan las formas o que pueden llevar asuntos individuales a planos incluso de la judicialización.
De eso hay de todas las gamas, que incluso pueden considerarse desviaciones del comportamiento institucional, que van desde la deslealtad hasta el protagonismo que en nada contribuye con el ejercicio público. Digámoslo así, algunas o algunos andan medios mareados en la cubierta mientras nuestra capitana da instrucciones desde cómo esquivar las olas para dirigirse a un mejor clima para navegar el barco.
Los nubarrones llegan por todos lados, desde los cuatro puntos cardinales, así es que como dice el refrán: Si no ayudas, no estorbes.
Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro “Libertad de expresión Demanda Algoritmo Justicia Dignidad Humana. Para el caso RICHTER GOOGLE”