El miércoles pasado partió a mejor destino un mexicano no digamos ejemplar, sino que gracias a su intelecto y trabajo puso en alto el nombre de México, cuando en la ceremonia en el Palacio de Conciertos en Estocolmo, recibía el 10 de diciembre de 1995 el Premio Nobel de Química, junto con el estadounidense Frank Sherwood Rowland y el holandés Paul Crutzen.
El nombre de este galardón, considerado el más importante del mundo, tiene su origen en el científico sueco Alfred Bernhard Nobel, y reconoce la contribución excepcional en los estudios de Física, Química, Medicina, Literatura, Paz y Economía, y que lo han recibido personajes como Martin Luther King (1964-Paz), Albert Einstein (1921-Física), Madre Teresa de Calcuta (1979-Paz), Nelson Mandela (1993-Paz), Winston Churchill (1953-Literatura), y Gabriel García Márquez (1982-Literatura).
Los trabajos de los premiados tuvieron éxito al lograr prohibir las emisiones de gases que afectaban a la capa de ozono que, recordemos, protege a la Tierra de los rayos nucleares del sol; sus investigaciones fueron el sustento del Protocolo de Montreal, el primer instrumento impulsado por las Naciones Unidas para enfrentar una amenaza ambiental de carácter mundial.
Conviene recapitular que el primer mexicano que recibió el galardón fue Alfonso García Robles, premio Nobel de la Paz en 1982, a quien le han llamado el padre del Tratado de Tlatelolco por su planteamiento sobre la prohibición de los armamentos nucleares; el segundo en 1990 por literatura, Octavio Paz Lozano, y el tercero nuestro ahora homenajeado, en 1995 por Química, al haber advertido al mundo sobre el peligro del adelgazamiento de la capa de ozono que rodea la Tierra.
Nació en la Ciudad de México el 19 de marzo de 1943, cursando estudios en la UNAM, la Universidad de Friburgo y la Universidad de Berkeley. En una semblanza de su vida que publica el Centro Mario Molina, se detalla que fue profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts: profesor e investigador de la UNAM entre 1967 y 1968; de la Universidad de California Irvine y del Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California.
Fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias y del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, miembro distinguido de la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, y de la Academia Mexicana de Ciencias.
En 2013, Barack Obama le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad. Fue el primer mexicano en recibir esa condecoración. Obama lo describió como: “Uno de los más respetados químicos de nuestra era”.
Frases como “Fuimos capaces de convencer a la sociedad y lograr algo” lo recordarán siempre. Ojalá que cada uno de nosotros siga su ejemplo, orgullo para todos los mexicanos. Q.E.P.D. Mario Molina-Pasquel y Henríquez.