A la memoria de mi amigo Olegario Vázquez Raña.
Uno de los temas que surgen cuando se habla de internet es la regulación, pues su carencia hace que a menudo la red sea un espacio para cometer actos ilícitos que pueden llegar a ser delitos. Los nombres de estos hechos ilícitos son diversos: delitos informáticos, ciberdelitos, delitos de las nuevas tecnologías, fraudes informáticos, cibercrimen, delitos cibernéticos, etcétera.
Cuando se debate la regulación de internet, los gigantes tecnológicos defienden a capa y espada que no se implemente, para aprovechar este vacío y seguir acrecentando su poderío y riqueza: seguir, por así decirlo, en la nube, sin ley.
El mundo del internet tiene sus aspectos positivos y negativos. Quien fuera mandamás de Google hace unos años, Eric Schmidt, y el director de Google Ideas, Jared Cohen, comentaron al respecto y se refieren a la "cosa", la nueva gran cosa, la red de redes: "Internet es de las pocas cosas que los humanos han creado y que realmente no comprenden. Lo que comenzó como un medio de transmisión de información electrónica (entre ordenadores del tamaño de una habitación) se ha transformado en un elemento omnipresente y polifacético de energía y expresión humana. Es algo intangible y en estado constante de mutación, que crece sin cesar y que se hace más complejo a medida que pasa el tiempo. Es una fuente de beneficios tremenda y a la vez algo potencialmente diabólico, y simplemente estamos empezando a presenciar su impacto en el escenario mundial".
Se vuelve diabólico cuando se afecta a inocentes y a la sociedad en general, por ejemplo, en el caso del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, se ha dado una línea de investigación vinculada al reclutamiento a través de redes sociales como Facebook donde, bajo engaños de falsos empleos en seguridad con salarios de 4 mil a 12 mil pesos a la semana, reclutaban a personas para formarlos como parte de la organización criminal.
El 18 de marzo del año en curso, esta misma casa editorial señaló en el artículo titulado “Facebook, vía para que cárteles recluten sicarios y cocineros” de Andrea Oliva, que esa red social había implementado medidas para bloquear contenidos relacionados y vinculados con el crimen organizado, pero muchos grupos siguen activos, cambiando de nombres y utilizando códigos para evadir los filtros de la plataforma.
Así, la respuesta de los gigantes tecnológicos es tibia, como lo señaló una investigación de The Wall Street Journal: "Empleados de Facebook han detectado múltiples publicaciones relacionadas con actividades criminales y en muchos casos es insuficiente para frenar esas prácticas”.
Las plataformas tienen la obligación de no fomentar actividades ilícitas, pero no está dentro de su agenda este tipo de acciones, sino el de incrementar sus ingresos en publicidad, para seguir con la hegemonía de ser las entidades más ricas en el mundo sin importar los internautas.
Lo interesante también es saber si la omisión de éstas podría generar algún tipo de responsabilidad, porque no es un tema de libertad de expresión, sino una omisión flagrante que permite la comisión de delitos de gran impacto.
Al respecto es importante citar un excelente libro que aborda estas cuestiones, intitulado: "Motores de Búsqueda y derechos de autor: Infracción y responsabilidad", de Juan Carlos Castelló Pastor, editorial Thomson Reuters Aranzadi, del cual se desprende que existe una regla general que en principio señala que el prestador quedará "exento de responsabilidad por el ilícito intermediado en tanto no sea conocedor del mismo, o, siéndolo, actúe con debida diligencia para retirarlo -o bloquearlo-. De ahí que la forma y el contenido de esa comunicación resultaran fundamentales para desencadenar los efectos sobre una responsabilidad”.
Otro autor, Santiago Canavillas Mújica, en su libro “Deberes y responsabilidades de los servidores de accesos y alojamiento. Un análisis multidisciplinar”, nos refiere en un apartado señalado como: DEBER DE RETIRADA DE: "El servidor de caching o de alojamiento que no retira los materiales ilícitos cuando tiene el deber de hacerlo es civilmente responsable por su contribución instrumental".
Hoy las plataformas digitales ya conocen la problemática, así es que deberán actuar creando sus algoritmos y prestar atención en el tema, no sea que también resulten reclutados, pero en una investigación criminal.
Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro “El Ciudadano Digital. Fake news y posverdad en la era de internet". @UlrichRichterM