Si nos remontamos a la antigua Grecia, han existido múltiples filósofos que nos han dejado su legado, y que éste nos sirve con frecuencia como una brújula que nos orienta en nuestro actuar y en nuestra forma de convivir.

Pero no sólo nos concretamos a la antigua Grecia, también a las remotas civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, de las que se conservan actualmente algunos indicios de sus orígenes y que han seguido evolucionando hasta nuestros días, incluso en las innovaciones tecnológicas. Remontándonos miles de años atrás, a partir de mediados del primer milenio A.C., comenzaron a surgir en Grecia los primeros matemáticos puros, al igual que en India y China, que construyeron sobre el legado de los pioneros prácticos de la disciplina: los arquitectos e ingenieros, astrónomos y exploradores de las civilizaciones anteriores. Pero valdría la pena cuestionarnos quiénes inculcaron estas enseñanzas a los filósofos griegos. Algunas versiones apuntan al lejano Egipto.

Aristóteles nos dice que Egipto fue el primer lugar donde pudieron desarrollarse las matemáticas gracias a que existía un grupo social identificado como “los sacerdotes”, que no limitaron sus estudios a éstas. Al estudiar números, formas y procesos, descubrió reglas y patrones universales a los que atribuyeron propiedades místicas. Las matemáticas eran, pues, una disciplina complementaria de la filosofía y han seguido vinculadas a ella.

Galileo Galilei, quien era otro matemático, dijo: "La filosofía está escrita en este libro que se haya abierto ante nuestros ojos, me refiero al universo, pero nos será del todo imposible entenderla, si antes no somos capaces de captar el lenguaje y aprender los signos con los que está escrito.

Está escrito en lenguaje matemático. Los símbolos son triángulos, círculos y otros sin los cuales es imposible entender palabra alguna. Sin su comprensión nos encontraríamos encerrados en un laberinto oscuro".

Por tanto, en la Grecia clásica —siglos V a III a.C.— la palabra matemática no podría separarse o desvincularse de la palabra filosofía, "el amor a la sabiduría", por ello, a través de estas matemáticas se filosofaba.

Dentro de estos filósofos griegos tenemos a Pitágoras, sin duda alguna un personaje cuya legendaria obra ha generado una polémica que la historia no ha dejado pasar. Existen muchas versiones sobre su vida filosófica que, por un lado, abordan aspectos de simbolismo religioso que han llevado a considerarlo como un ser mágico vinculado a lo sobrenatural, y por el otro, definitivamente más racionalista.

La primera leyenda está relacionada con la adquisición de sus conocimientos. Diversos viajes de aprendizaje lo ubican en sitios como Egipto, Fenicia, Judea, Babilonia y la India; incluso llegó a decirse que entre sus maestros había sabios judíos, druidas celtas y brahmanes indios, lo cual ratifica Porfirio de Tiro, argumentando que en esos lugares aprendió las doctrinas del alma y de los números.

Es interesante saber el misterio que surge en torno a la siguiente interrogante: ¿dónde estudió este sabio de Samos, es decir Pitágoras? Y lo mismo acontece con la vida de Jesús de Nazaret, pues los evangelios ofrecen abundante información sobre lo que hizo de los 30 a los 33 años, pero poco se sabe sobre los anteriores, por ejemplo, con qué personajes o maestros estudiaba.

En la actualidad, y después de la lamentable partida del Sumo Pontífice Francisco, el cónclave designó a un nuevo Papa, con un carisma especial y un espíritu matemático y filosófico, lo cual lo caracteriza en similar condición que el sabio de Samos, Pitágoras.

Hace unos días, el cardenal Robert Francis Prevost, O.S.A., fue ungido como el nuevo líder de la iglesia católica, asumiendo como Papa León XIV. Si miramos su biografía nos remite a que en 1977 se licenció en Matemáticas y cursó estudios de Filosofía en la Universidad de Villanova, en Pensilvania. El 1 de septiembre de ese mismo año, con 22 años de edad, ingresó en el noviciado de la Orden de San Agustín (O.S.A.), en la provincia de Nuestra Señora del Buen Consejo, en Saint Louis.

El 29 de agosto de 1981 hizo sus votos solemnes. Estudió en la Catholic Theological Union de Chicago, donde obtuvo un diploma en teología.

Con 26 años fue enviado por la Orden a Roma para estudiar derecho canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum). Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1982. Obtuvo la licenciatura en 1984 y luego fue enviado a trabajar en la misión de Chulucanas, en Piura, Perú (1985-1986), nación a la que regresó en diferentes misiones.

Así que el humanismo que le falta a los pitagóricos tecnológicos lo tiene León XIV. Bienvenido, y bienvenida su llamada de atención sobre el uso ético de la Inteligencia Artificial. Será con su ejemplo que impregne este mundo tan convulso, siendo él un mensajero de la paz.

Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales.Autor del libro “Los filósofos en la era tecnológica. Los pitagóricos de hoy”.@UlrichRichterM

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