Cuando una colonia o barrio se vuelve más segura, el miedo baja; los negocios pueden abrir más horas, aumentar sus ventas y destinar ese ingreso a mejorar sus condiciones, las de sus familias e incluso ofrecer nuevos empleos. Un ingreso más estable permite a las familias acceder a mejores servicios, educación e incluso créditos. Este entorno, llevado a una escala mayor, genera más actividad económica y relaciones de confianza en ciudades e incluso regiones de todo el país. Entonces, trabajo y seguridad en su conjunto disminuyen el atractivo de las economías criminales y reducen la base de reclutamiento para el delito.
Hablamos de una lógica de país que no separa un binomio clave que ha demostrado generar bienestar: seguridad y economía, dos caras de una misma moneda; y este ejemplo permite entender con mayor claridad lo que está ocurriendo en México bajo el ciclo político de la Cuarta Transformación y que en 2025 comienza a mostrar resultados de carácter estructural.
Durante décadas, la actuación pública separó la acción del Estado: por un lado, la política económica, por otro la política social y, en un carril aparte, la seguridad. Ese diseño produjo una economía que apenas llegaba a los hogares y una estrategia de seguridad exclusivamente punitiva, incapaz de sostenerse socialmente. La 4T partió de una premisa distinta: la seguridad no es viable si no se traduce en bienestar, y el bienestar no se consolida si el miedo domina la vida cotidiana.
En lo que va de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, las labores del Centro Nacional de Inteligencia han permitido la detención de más de 38 mil 700 personas vinculadas a delitos de alto impacto, así como el aseguramiento de más de 20 mil armas y 311 toneladas de droga. Estos resultados son precisamente las condiciones que inciden en la reducción del riesgo cotidiano en territorios específicos. Al respecto, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, acaba de afirmar que el Gobierno de México “está haciendo más en este momento en el tema de seguridad que jamás en su historia”, subrayando la cooperación bilateral en el combate al crimen organizado. Este señalamiento, si bien es positivo, no elimina desafíos pendientes, pero confirma un cambio relevante, el Estado mexicano ha recuperado capacidad de anticipación, coordinación y control, elementos indispensables para disminuir la incertidumbre que afecta la vida económica y social de los mexicanos y las mexicanas.
De acuerdo con el Banco Mundial, por primera vez en la historia moderna del país hay más personas en la clase media que en situación de pobreza. En 2024, el casi 40% de la población se ubicó en la clase media y 21.7% en pobreza. El contraste es histórico: en el año 2000, tras tres sexenios de neoliberalismo, solo 18% de la población era clase media y más del 55% vivía en pobreza. Este dramático desplazamiento apunta a la decisión central de la 4T de fortalecer el ingreso del trabajo y convertir la política social en un sistema de derechos.
En adición, el aumento sostenido del salario mínimo por encima de la inflación y los Programas del Bienestar permitieron que 13.4 millones de personas salieran de la pobreza entre 2018 y 2024 y que la pobreza extrema se redujera en 1.8 millones. La Cepal ha documentado que México explicó la mayor parte de la reducción de la pobreza en América Latina en 2024, impulsada principalmente por el ingreso del trabajo asalariado. Esto confirma que el motor no fue la precarización, sino la recuperación del valor del trabajo. Finalmente, desde el Estado se reduce el terreno fértil para que el delito se presente como alternativa económica o identidad social.
Por ello, el principio que señala: “por el bien de todos, primero los pobres” no ha sido solo una consigna moral sino una verdadera estrategia de Estado, orientada a recomponer la relación entre seguridad, economía y cohesión social.
La tarea no está concluida, pero el rumbo está muy definido. Separar seguridad de bienestar es volver al pasado; entenderlas como dos caras de la misma realidad es la lección que hoy ofrecen los resultados que este cierre de 2025 nos está presentando y nos sirve para comenzar a trazar la perspectiva para el siguiente año.
Éstas fechas nos permiten estar más cerca de las personas que queremos. En cada familia hay al menos una persona que está recibiendo los beneficios directos del gobierno y la mejora general se siente en los bolsillos de las personas. Hagamos de estos días una oportunidad para celebrar y tener la certeza de que el próximo año será mejor. Un abrazo a todas las personas que han leído a su servidor, y mis mejores deseos hoy y siempre.
Académico

