Los retos a los que nos enfrentamos con la creación de esta primera Fiscalía bajo la dirección de la licenciada Ernestina Godoy Ramos, marcaron un parteaguas entre las viejas prácticas y la oportunidad de implementar nuevos paradigmas en el diseño institucional del trabajo sustantivo de la naciente Fiscalía; orientada como lo acuñó valiosamente la licenciada Godoy a hacer valer su autonomía, a que las investigaciones se llevaran de manera transparente, y en el aspecto técnico jurídico a concretar la vigencia plena del nuevo sistema penal. Hubo la voluntad para cumplir con fines esenciales, como el hecho de colocar a las víctimas al centro de los esfuerzos, no solo a las directas, sino también y de manera igual de importante a las indirectas y potenciales.
Lo anterior es consecuencia de los propios mecanismos expiatorios que son, a final de cuentas, los de la procuración de justicia y de persecución del delito y de sus responsables, los cuales no son eficientemente establecidos desde que se fijan nuevas reglas de acción y de investigación.
En segundo lugar, la enorme maquinaria burocrática que no le permite respirar a ese mismo tejido, encona los agravios que sufren las víctimas, sus familiares y la sociedad en general. Muchas veces suele existir la idea de un estado kafkiano, con procesos imposibles, formulas crípticas y autoridades monolíticas, que dictan decisiones ininteligibles. Los ciudadanos así, percibían compromisos incumplidos y una larga tarea sin resolver. Los sistemas de legalidad deben atender al carácter sagrado de su misión social, por una verdad que repare sus agravios, establezca mecanismos de no repetición y siente las bases para una cultura del perdón y de la paz. La verdad que se buscaba creemos, se halla en la simplicidad, y no en la multiplicidad y confusión de las cosas, como diría Isaac Newton.
Esas tareas son convicciones propias y por ello, en su momento, cuando tuve el honor de participar como titular de la Unidad de Transición de Procuraduría a Fiscalía, con la ayuda de un equipo de expertos en diversas materias, nos propusimos materializarlas. Eso nos permitió extraer soluciones desde una óptica multidisciplinaria y generar procedimientos igualmente ágiles y concretos, por ejemplo, el reforzamiento de los sistemas digitales de denuncia, a través de la plataforma digital específica, la cual fue robustecida y se mantiene en mejora continua.
Nos planteamos entonces y ahora, nunca más una fiscalía monolítica, y sí una fiscalía con diálogo permanente, que brinde no solo el acceso material y formal a la justicia, sino que haga suyo el proceso de procuración a través de una comunicación directa, transparente y democrática, con sus actores, las víctimas y la sociedad.
Los indicadores en ese proceso de transición siguen nutriendo la estadística, pero la interpretación que urge es la de personas y la calificación que hagan de los fenómenos criminales. Presentaremos los hechos relevantes, el plan de política criminal y sus avances, lo cual nos dará una visión optimista de la ruta que se ha seguido en la Ciudad y referiremos en la próxima entrega datos de lo que todavía está pendiente, esperando que este espacio contribuya a ese diálogo, debate y contrastación de las ideas en la Ciudad.
Este texto es a manera de presentación y para agradecer la oportunidad de este espacio informativo a Juan Francisco Ealy Lanz Duret, quien ha seguido la tradición editorial de EL UNIVERSAL fundada por su padre, Juan Francisco Ealy Ortiz desde 1969; reconozco como necesaria la pluralidad en las ideas y su respeto por las opiniones diversas en un país de libertades y transformación a lo largo de más de un siglo de existencia de su prestigioso medio. Continuar con estas premisas en un contexto como el del México actual de transformaciones, lo considero esencial y un esfuerzo coincidente con nuestra convicción en el debate de las ideas y de cara a la sociedad.