A raíz del regreso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, sus amenazas sobre imponer aranceles y a 30 días para que se determine qué pasará con la suspensión de los mismos, valdría la pena revisar nuestra relación comercial con el vecino del norte, que ha sido —desde hace siglos— una historia de encuentros y desencuentros, así como de tensiones y oportunidades que han influido, mas no determinado, el rumbo de nuestra nación.

Recordemos que la historia más reciente de nuestras relaciones comerciales multinacionales está asociada al periodo de la posguerra, cuando se establecieron acuerdos para promover un intercambio sostenido de bienes y servicios. Un momento clave fue nuestra adhesión al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) en 1986, que puso el camino para la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, 1992) y más recientemente la firma del T-MEC en 2018, mismo que entró en vigor el 1 de julio de 2020 con el objetivo de actualizar y reforzar la relación comercial trilateral México-EU-Canadá.

En este contexto, son los aranceles, entendidos como impuestos aplicados a la importación o exportación de mercancías, una táctica de negociación política por su efecto inmediato de incertidumbre en los mercados. Un ejemplo reciente de ello es cuando EU impuso en 2018 gravámenes al acero y al aluminio mexicanos con base en la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, elevando los costos de producción en estados como Nuevo León y Michoacán y generando con ello momentos de tensión.

La afectación se hace más tangible en el intercambio de bienes. El ejemplo es el siguiente: nosotros importamos granos como maíz y soya, maquinaria y componentes electrónicos, en tanto que exportamos a EU aguacates, tomates y vehículos ensamblados, además de manufacturas textiles y bienes procesados. Entonces, si los aranceles aumentan, el impacto recae en nuestros costos de producción y, en consecuencia, en el precio final para el consumidor, lo que además puede generar desconfianza entre las empresas, lo que frena proyectos de inversión, generación de empleos y en el último punto de esta cadena, afectación en la economía de los hogares.

Con el anuncio de la suspensión del incremento arancelario, luego de la conversación entre nuestra presidenta, Claudia Sheinbaum, y el presidente Donald Trump, se alivia la presión en los mercados comerciales y financieros, lo cual genera un momento y oportunidad para que ambos países tomen decisiones desde una mejor posición.

En este sentido, hemos presenciado desde 2018 una verdadera defensa de la soberanía, porque ahora priorizamos el desarrollo nacional, la autosuficiencia productiva y la distribución justa de los beneficios que generamos a través del comercio exterior. Además de defender los intereses de los mexicanos frente a políticas que penalizan el comercio, estamos viendo en el marco de la Cuarta Transformación (y ahora del segundo piso), el desarrollo de la industria nacional, diversificando nuestras exportaciones para tener más y mejores socios comerciales, pero sobre todo protegiendo los empleos de todas y todos lo mexicanos, ya que así mantenemos una economía interna sana, podemos estar en mejores condiciones para negociar frente a presiones externas como la que ahora enfrentamos. Mayor crecimiento económico es mayor bienestar para todas y todos, pero a diferencia de nuestro vecino, nosotros lo hacemos cimentando la justicia social, la democracia, la equidad y sobre todo la independencia política, que constituye la verdadera base de una transformación sostenida.

Con los trabajos de negociación de los últimos días, la presidenta Sheinbaum demostró con firmeza y habilidad que la salida era la política. No cayó en la provocación ni del gobierno de Trump ni de las voces que pedían radicalizar acciones. La suspensión de las medidas anunciada por ambos gobiernos, es en realidad pausar una escalada, una espiral que hubiera llevado a mayores tensiones.

Felicitaciones a la presidenta y su equipo que sortearon este momento con atención a la soberanía nacional y protección de nuestro pueblo. Estoy seguro de que en los trabajos que se vienen en este mes, estaremos atestiguando la máxima que ha dicho todo este tiempo, habrá coordinación pero nunca subordinación.

Académico

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