Este miércoles 20 de agosto se convoca al Consejo Nacional de Morena. Será por Zoom o su equivalente. Tiene un solo punto relevante, el cuarto:

“Presentación, discusión y, en su caso, aprobación del Acuerdo por el que se prórroga el mandato de las personas integrantes de los Comités Ejecutivos Estatales de Morena.”

La mayor parte de las elecciones de las que salieron estos consejeros que participarán en dicha reunión fueron objeto de críticas. En ellas no sólo se vieron a los dirigentes priistas invitados por las diferentes autoridades partidarias de todos los órdenes. Se vieron los seccionales del PRI. Los operadores que durante años hacían presencia en las casillas, las Casas Amigas, los besamanos, las comitivas y las porras a los políticos más deleznables del PRI. Esos políticos de los últimos años del PRI, ajenos incluso a esas bases, pero que las usaban sin ningún rubor.

Sobra decir que la elección fue, como la que pude presenciar en la Plaza Juárez de la ciudad de Pachuca, Hidalgo; todo menos digna. Se brincó todo. La clientela se acercó y la fila (que también brincaron) se convirtió en un tianguis de votos y lealtades. Y en ese mercado se pagó caro y se pagó barato, pero casi todo se pagó. Si hay un punto bajo en la organización interna de Morena es ese. Algunos pensaron dividir “sus votos” (porque traían dueño) pero, descubiertos, fueron castigados políticamente desde entonces. Por lo cual, al desaseo se sumó la intolerancia y el autoritarismo.

El Consejo al que ha convocado Arturo Durazo, presidente del mismo, nunca pudo limpiar la elección. Ahora, la continuidad de las dirigencias estatales, que se votará este miércoles, no amerita ni una reunión. Dirigentes nacionales se arrojan periodicazos, chayoteros y bots unos a otras, pero este tema, de gran relevancia política, no amerita una sesión presencial. Plato de segunda mesa que refleja el desdén a la base y, lo más importante, el divorcio de la dirigencia nacional con esta.

Existe un asunto completamente pragmático por el que el tema no debería ser desatendido como lo es. El de las diferencias entre los dirigentes nacionales. Separados de las bases, no es lo ideológico, sino la sobrevivencia y la cercanía con el proyecto nacional lo que las hace confrontarse. Su vida en el templete y en la cúpula a veces nos hace verlos iguales. Existen diferencias, a veces profundas y otras no se notan, pero la que las define hoy es que para unos el único interés es el personal. Refugiados en las cámaras, algunos de estos dirigentes y gobernadores han hecho de la política un tema personal y de grupo, un poco menos esto último, eso sí.

Ante esto, la dirección de Morena no debería dudar. Su lugar debe ser con la gente, pero ahora eso no sólo es un deber, sino una necesidad para contrarrestar a los grupos de presión interna. Este miércoles 20 esperemos que, en el club en que se ha convertido el Consejo, haya debate, se discuta lo que se ve, lo que se oye y lo que se ha podido constatar. Porque esos temas deben estar en el ánimo para determinar qué hacer con las dirigencias estatales.

Este Consejo se hará de acuerdo a su naturaleza: a distancia. Esperemos sea sólo por el medio digital que han escogido. Si no debaten, porque existen muchos males y dudas en la gente que supuestamente representan, deberían renunciar y disolver lo que ya no sirve.

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