Por alguna razón, probablemente porque la informática es percibida como “moderna”, quienes la desarrollan se instalaron en el imaginario popular como gente progresista, buena onda e interesada en la mejora ambiental y social. En realidad, como las otras actividades de este mundo, existen los asalariados, los jornaleros (el trabajo a destajo preferentemente en casa), y los dueños del trabajo intelectual.

Como muchas actividades económicas “tradicionales”, los dueños del trabajo a veces se vinculan con lo peor del mundo, siempre que sea negocio.

Si usted pretende conocer una empresa activa en el negocio del genocidio, no tiene que mirar lejos hasta Alemania y en el tiempo a la Segunda Guerra Mundial: a las conocidas Krupp, Rheinmetall, Bayer, Porsche, Volkswagen o Man. Rheinmetall vende indiscriminadamente armas a Israel con igual pasión con que lo hacía al Tercer Reich. No aprendieron ninguna lección. Otras están ante sus ojos. En su pantalla para ser exactos. No son alemanas, sino norteamericanas, y no aparecen en ninguna película aunque financian algunas: Google, Microsoft y Oracle.

Existen las que no están a la vista y fueron financiadas en su origen para realizar actividades impedidas para la CIA como Palantir. Otras no están en el negocio informático, sino en el hardware de la guerra, como Lockheed, Raytheon, Boing, Honeywell o Northrop. Son norteamericanas, pero existen italianas, francesas, alemanas, y no queda del todo claro si todavía se enviarán armas a ese país desde España.

Algunas se beneficiaron del bombardeo a casas, edificios de departamentos, hospitales, escuelas (vieja tradición israelí) y, acabado todo lo anterior, se han especializado en bombardear tiendas de campaña improvisadas donde arden familias enteras hasta morir y los heridos quedan marcados y mutilados de por vida.

El avión producido por europeos y norteamericanos con el que se bombardean esas tiendas de campaña es un F-35. Cuesta unos 120 millones de dólares (Israel hizo un contrato por 3,000 millones de dólares por 25 que se suman a los que ya tiene), esto es unos 2,400 millones de pesos cada uno y unos 60,000 millones de pesos por el total de este último contrato. Operar el F-35 durante una hora cuesta unos 42,000 dólares, 840,000 pesos. La ayuda humanitaria de la Unión Europea es de 170 millones de euros. Los 170 corresponden a unos 193.8 millones de dólares. Poco más de un avión y medio de todo un continente cuyas autoridades han escondido la

cabeza durante décadas frente a la violación de los derechos humanos y el genocidio en Palestina.

Si usted toma un café Starbucks, el problema no es que le vendan el mismo producto más caro que en otros establecimientos, el problema es que, al igual que Domino’s, McDonald’s, Coca Cola, Pepsi y Burger King, apoyan el genocidio en Palestina y mientras la gente muere de hambre abastecen orgullosamente a los soldados israelís.

Google cambió su política para permitirse trabajar en temas militares y ganó contratos con Amazon. Microsoft mantiene opacidad en los contratos con las fuerzas armadas de Israel y Oracle ha donado al ejército de ocupación.

Su participación, para algunos, ha consistido en recabar información para identificar blancos para el asesinato. La información pública no permite identificar a un dirigente de Hamas, pero sí periodistas, cocineros, panaderos, intelectuales y adolescentes o… una niña de 11 años como Yaqeen Hammad, que tenía un canal en internet para enseñar a cocinar y poner una cara amable en medio del genocidio. Fue asesinada en un bombardeo. Pensemos en otras alternativas a los productos que ofrecen estas empresas digitales.

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