Estados y gobernantes ruines pueblan el mundo desde que la humanidad tiene registro: una ciudad destruida, hombres masacrados, mujeres y niños vendidos como esclavos. Envenenamiento de pozos. Violaciones. Prohibición de vestir, creer, hablar o existir. Genocidio. Esa es la palabra que está usted buscando.

En tiempos del rey David, el ascenso de Roma o Gengis Kahn no existían celulares y tampoco la palabra genocidio. Asia, América o África decían presente pero, a partir del siglo XV, es un asunto organizado globalmente por Europa y sus colonias (Estados Unidos, Canadá y Australia).

Durante la Segunda Guerra Mundial, en Europa revivieron los horrores de la guerra y la limpieza étnica “en casa”. La práctica no era ajena al continente, pero la escala del siglo XX era enorme por los recursos industriales empleados en ella.

Una diferencia con otras épocas fue la fotografía: se registró la guerra, las ejecuciones de partisanos, la arrogancia nazi y la maldad contra los civiles por el este y occidente. En China los japoneses cometieron crímenes similares, los cuales se inventariaron, pero sin la nota a pie de página en alemán o inglés.

La fuerza de las imágenes perdura en el tiempo: la mirada de las víctimas, la impasibilidad y soberbia de los asesinos. La mentira, la repulsión de actos inmisericordes de alemanes, italianos y japoneses se mantiene viva aunque la casi totalidad de los actores originales estén muertos. El negacionismo ha tenido que ir contracorriente, sumando y restando números donde no puede negar los actos.

Alemania habla del ataque indiscriminado de Irán a Israel cuando Netanyahu ha ordenado atacar primero. Tienen preocupación del programa nuclear iraní y el último jefe de Estado de occidente que se manifestó con fuerza en contra del programa nuclear israelí fue Kennedy.

La presidenta de la Asamblea de Naciones Unidas, antigua secretaria alemana, justificó el bombardeo de escuelas y hospitales.

Hablan de guerra, y de un lado encontramos armas personales y civiles desarmados y del otro aviones, misiles, tanques, drones, satélites, billones de dólares, el gobierno federal y la cámara de representantes de los Estados Unidos.

No reconocen la resistencia palestina, pero si al nuevo gobierno sirio cuyos dirigentes es posible mirar en Youtube jugando futbol con cabezas de ejecutados y ejecutando a mujeres en la calle.

Sólo puede haber una conclusión: occidente es culpable de genocidio. Lo ha sido en el pasado, pero ahora está claro no para el historiador, sino para el ciudadano común.

La edad obscura de Europa fue dinámica y rica en acontecimientos, pero las noticias demoraban. Ya no. La imagen persigue al hecho. Ni grandes dosis de cinismo funcionan. Por eso se cierran los ojos para decir que no ven. No se ven los ojos de los otros, la cara, la sangre, siempre la sangre, un niño, un grupo de niños, una persona en muletas, en silla de ruedas o una mujer porque la muerte de un hombre ni siquiera merece justificación.

En México tenemos un pequeño ejército de ciegos: algunos cristianos evangélicos, el ex líder del PES, ahora en Morena, que dice no apoyar el genocidio y pasea por los territorios ocupados a Palestina. En Hidalgo, el gobierno estatal no quita a un parque público el nombre del primer presidente israelí y líder de la expulsión y masacre de palestinos en 1948.

Se hace sin mirar a los ojos. Ni fotos. Son malas personas. El presidente municipal de Pachuca fue a votar a la elección para renovar el sistema de justicia mexicano con una gorra con el nombre de Ben Gurión.

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