Este martes ha muerto Enrique Gómez Levy. Hace décadas creó Enlace Rural, una organización de la sociedad civil dedicada a fortalecer junto a los campesinos la producción rural y la cultura indígena, escuchando e impulsando la autonomía de las comunidades.
El enorme saco en que se ha metido a las organizaciones de la sociedad civil omite que, aquellas que tienen un perfil conservador y cuentan con amplios recursos son relativamente pocas. La mayor parte corresponde a esfuerzos individuales y colectivos con pocos recursos o solamente los propios, enorme interés, ganas de impactar y comportamiento ético. Atienden realidades descuidadas e injustas en lo local.
Su incremento ocurrió precisamente cuando la izquierda electoral dejo de lado numerosas demandas de la sociedad. Buena parte de los que militaban en esa izquierda o ciudadanos comienzan a abordar temas que estaban abandonados.
La postura también omite que a integrantes de la sociedad civil se debe gran parte de la corriente de opinión que hizo necesario el cambio y promovió la votación por la izquierda antes y en el 2018. Un observador atento reconocerá en estos activistas, alejados de la burocracia partidista, impulsores decididos de Cuauhtémoc Cárdenas y luego de Andrés Manuel López Obrador. Casi nunca solicitaron espacio partidistas o electorales. Menos aún se les otorgó. Existía optimismo y esperanza por mejorar el país.
Maestro normalista, Levy estudió en Francia pedagogía y en México, como consejero y formador de maestros bilingües, encontró el camino para trabajar y atender la realidad del campo mexicano.
Entrevistado por Yozelin Soto, relató como en el Instituto Nacional Indigenista existía una pedagogía implícita que ignoraba las necesidades de los miembros de las comunidades sin escucharlos.
En alguna ocasión comentó que en esa y otras instituciones, políticos se apuraban para “entregar” recursos y materiales, dejando a un lado a los técnicos que podían ayudar a emplearlos y sin escuchar a las comunidades. También vio corrupción que no vaciló en denunciar y que, en al menos una ocasión, sólo sirvió para que el funcionario receptor de la denuncia alertara al culpable.
Empleo una metodología basada en el diagnostico propio, el respeto y la responsabilidad de grupo e individual. “Don Enrique nos enseñó a escuchar a las comunidades desde un enfoque dialógico y participativo”, afirmó una colaboradora de Enlace Rural. La organización le permitió una independencia fructífera para la acción junto a las comunidades. Se requirieron recursos que encontró sobre todo en Europa. Generó espacios de reflexión y de participación propia. La antítesis del clientelismo de izquierda y de derecha.
Caminó por Hidalgo en el Valle del Mezquital y la Sierra Gorda, Guerrero, Tabasco y Oaxaca. Seguramente estuvo en otros lados porqué el hombre era reservado sobre los logros.
Vivió varios años en la región triqui. Denuncio allí la violencia y la división. Resultado, entre otros factores, de la influencia de las prácticas antidemocráticas de los partidos políticos.
Generó espacios para ser escuchadas las necesidades de la población, también fueron estos el punto de partida para su solución. Habiendo determinado la necesidad, se introdujo agua potable (no se si alguien tenga el recuento, pero en cuanto se platicaba con algunos de los participantes siempre surgía una lista larga), se otorgó crédito, se conoció el entorno, las plantas medicinales o apoyó la producción y la comercialización de productos naturales cuidando el ecosistema.
De él recuerdo sus palabras (no exactas, sino de memoria) sobre el papel de las organizaciones de la sociedad civil:
Hay acciones que puede hacer el gobierno o las organizaciones. Si se trata de financiamiento, el gobierno tiene más recursos; si se trata de fuerza humana, el gobierno tiene una masa organizada y numerosa; lo mismo la investigación necesaria para llevar a cabo un proyecto, en el gobierno existen profesionales de tiempo completo. Lo que hace distinta la actuación de las organizaciones de la sociedad civil es su iniciativa.
Entendí que esa fuerza es capaz de hacer mover la rueda o cambiar su dirección, abordando un tema relevante o señalando el deber de la autoridad. Una bofetada para despertar y movilizar.
El reconocimiento a este trabajo de organización y de lucha, no sólo el de Gómez Levy, sino de los miles de personas que como él dedican su vida a los otros, es una tarea que debería ser útil y grata al nuevo gobierno.