El mundo laboral enfrenta constantemente numerosos retos que requieren atención inmediata y oportuna, haciendo uso de las herramientas más adecuadas para poder ejecutar soluciones eficientes. Es deber de los actores del entorno laboral, y primordialmente de los sindicatos, hacer frente con propuestas a estos retos que provienen de una deuda histórica, la cual se remonta al origen del movimiento obrero organizado y que se mantiene vigente hasta nuestros días, actualizándose conforme al propio mundo y al panorama general, que van evolucionando junto con las necesidades que los nuevos tiempos plantean.
El modelo nacional que encabezo, de la mano de trabajadoras y trabajadores de múltiples industrias, denominado Sindicalismo Responsable, Progresista y Democrático, ha hecho un planteamiento muy concreto, escuchando la voz obrera de primera mano, y estableciendo un Decálogo Laboral que, a mi juicio, debe ser considerado como un abono a la cuenta pendiente que todas y todos, como sociedad, tenemos con las y los trabajadores, y que debe ser saldado defendiendo la causa que engloba todo: la justicia social. Dicho decálogo es el siguiente:
1. Trabajo digno y libre como inversión socialPara que exista un desarrollo y crecimiento sano con perspectiva de justicia social, es indispensable establecer que el mejor capital humano que existe son las y los trabajadores; por lo tanto, la construcción de un trabajo digno debe lograrse mediante mejoras en los salarios, en los niveles de salud y, de igual forma, en los niveles sociales. El bienestar de la clase trabajadora es la mejor inversión social que un Estado puede tener.
2. Adiós al sindicalismo de protección y vínculo con la productividadEs sumamente importante que, de cara a los nuevos desafíos, liguemos los salarios con la productividad, alcanzando de esta manera mejores parámetros, más cercanos a un trabajo decente. En este mismo sentido, es necesario renunciar a los modelos de justicia laboral del pasado, dejando de lado los sindicatos y contratos colectivos de protección.
3. Certificaciones para enfrentar la automatizaciónEstamos rumbo a la automatización, en transición hacia el uso de la inteligencia artificial, donde las y los trabajadores operan las nuevas tecnologías. Por ello, es indispensable establecer una ruta de certificaciones en competencias laborales a corto plazo, apostando por la confianza en nuestras y nuestros trabajadores, apegándonos a la ruta del progreso sin temor, pero preparados mediante la capacitación, el adiestramiento y la debida certificación, que permitirán la estabilidad laboral.
4. Formación de líderes laborales con base en la educaciónDe la mano de la Universidad Laboral de México 4.0 (UNILAM), se establecerá de manera formal la Escuela Nacional de Líderes Laborales, coordinada por la doctora Soledad Aragón, quien llevará de la mejor manera esta ardua pero noble tarea. La educación, como el empleo, no tiene color ni partidos; es un derecho social humano, un derecho de las y los trabajadores, y es en favor de la estabilidad laboral, con un compromiso de difusión y fácil acceso, para que los liderazgos laborales estén preparados para los desafíos presentes y futuros.
5. Igualdad de género y cierre de la brecha salarialLa nueva demanda del movimiento obrero organizado es, y deberá ser, la inclusión y la igualdad de oportunidades, haciendo un compromiso que asegure la disminución de la brecha salarial entre hombres y mujeres, abriendo aún más espacios para ellas en nuestros centros de trabajo, en nuestras organizaciones y en la participación activa del mundo laboral.
6. Modernización sindical sin burocracia ni simulaciónEl sindicalismo tiene que cambiar, tiene que modernizarse, emparejándose con el desarrollo y crecimiento del país. No podemos pensar en un sindicalismo que no dé resultados a las y los trabajadores. El sindicalismo debe pagar sus deudas sociales con la clase trabajadora. Para ello, lo que no ha cambiado es la lucha permanente por el cobro justo de salarios y la defensa de los derechos laborales humanos, donde haya más acciones y menos discursos.
7. Trato digno y comunicación en los centros de trabajoLa comunicación con las y los trabajadores es fundamental, estableciendo un trato digno y humano. La misión y visión de las empresas deben centrarse en las y los trabajadores como nuestra razón de ser, humanizando esta interlocución y relación directa.
8. Atención psicológica y combate al estrés laboralPongamos como punto de inflexión el bienestar emocional de las y los trabajadores, mediante políticas públicas, sociales y, por supuesto, incluyéndolo en las cláusulas de nuestras negociaciones colectivas de trabajo. Sumemos esfuerzos para combatir el estrés laboral a través de la atención psicológica, ya que, desde nuestra perspectiva, las enfermedades psicosociales son la nueva pandemia laboral del siglo XXI. Un trabajador sano significa una empresa sana, y eso se traduce en bienestar emocional, resultando en mejores niveles de productividad y estabilidad.
9. La empresa como espacio de desarrollo personal y colectivoLas y los trabajadores saben que la empresa es una institución que genera bienes y servicios, pero la intención y aspiración es que, en cada empresa, se encuentre un espacio digno y humano para su desenvolvimiento pleno, y poder ser así mejores ciudadanos, mejores familiares, mejores trabajadores y mejores miembros de la sociedad. Reitero: la humanización del trabajo es una urgencia para todas y todos nosotros.
10. El trabajo como contrato social que trasciende la fábricaEl trabajo no termina en la fábrica o en la empresa; se extiende a todo sentido de la comunidad y de la sociedad misma. Es ahí donde también debemos buscar la decencia, la paz y la estabilidad laboral, consumando un contrato social que nos involucre a todas y a todos, y nos permita saldar debidamente la deuda histórica con las y los trabajadores.
Es viable el crecimiento en la estabilidad laboral con diálogo y dignidad, a través de la propuesta y no de la protesta. Este decálogo es mi propuesta, siendo portavoz del sentir más profundo de las y los trabajadores. Se ha comprobado que las polarizaciones dañan la estabilidad laboral, por lo que debemos sumarnos en un entorno de unidad, construyendo un Sindicalismo Responsable, Progresista y Democrático que atienda a las y los trabajadores, y que esté listo para los desafíos. Y, sobre todo, que acompañe a las y los trabajadores, a sus familias y a la sociedad en general, por el camino de la transformación y el futuro venidero, con compromiso y resultados.