En todas las culturas del planeta el alimento y el agua son básicos para sobrevivir y son también una forma de unir y celebrar en la comunidad.

Sin embargo, casi una de cada diez personas pasa hambre en el mundo. Solo en el año 2023, 281 millones de personas padecieron hambre aguda en el mundo y 148 millones de menores de 5 años sufrieron de retraso en su crecimiento, según el Informe Mundial sobre la Crisis Alimentarias de las Naciones Unidas, que reporta que más del 20% de la población en 59 países padece de hambruna.

El informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) revela que el 28.9% de la población mundial, alrededor de 2,330 millones de personas, padece inseguridad alimentaria moderada o grave.

Estos informes de las agencias de la ONU concluyen que la humanidad afronta una crisis alimentaria grave, donde las proyecciones indican que 670 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030. Los impactos del cambio climático, la crisis mundial del agua, la pérdida de biodiversidad y otros desafíos agudizarán la seguridad alimentaria y alejan al mundo del Objetivo de Desarrollos Sostenible 2: Hambre Cero.

En este contexto, el papel de China en la seguridad alimentaria del planeta es decisivo puesto que se ha convertido en un actor clave para la macroeconomía y gobernanza global. Es el segundo país más poblado del mundo, segunda potencia económica, principal productor e importador de alimentos y sexto exportador de comestibles a nivel mundial.

Esta nación asiática debe alimentar a casi el 20% de la población mundial, a pesar de poseer menos del 10% de la tierra cultivable y el 6% de los recursos hídricos del planeta.

En 2019, el gobierno chino publicó un libro blanco titulado «Seguridad alimentaria en China». El documento detalla su estrategia en la materia sobre la autosuficiencia en la producción nacional de cereales, su suministro nacional, la garantía de la capacidad de producción de alimentos, las importaciones agrícolas y el desarrollo tecnológico.

China esta aplicando un sistema de protección más estricto de tierras cultivables y una estrategia de uso sostenible de tierras de labranza, así como innovación y tecnología agrícola para incrementar la productividad de los campos, según dan cuenta los informes oficiales.

Como resultado de esas políticas, el gobierno chino prevé una autosuficiencia del 92% en cereales básicos y leguminosas para 2033. La ley de seguridad alimentaria que comenzó a regir desde el año pasado, explican las autoridades, tiende a profundizar diversas medidas para el campo: la mejora de éstos, los paquetes de subsidios que incluyen un pago para todos los productores de cereales, pagos directos para los productores de algodón, soja, maíz y arroz, y el desarrollo de la industria de semillas para aumentar el rendimiento de los cultivos.

En conclusión, la comunidad mundial debe avanzar hacia un sistema agroalimentario sostenible, que pueda suministrar comida nutritiva para todos y cuidar los ecosistemas del planeta. Para ello, es necesaria una buena gobernanza global para la disponibilidad de alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para satisfacer las necesidades de las personas y donde exista una estrecha coordinación de los países, organismos y entidades encargados de la seguridad alimentaria en los niveles mundiales, nacionales y regionales.

Especialista en temas asiáticos

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