El pasado 2 de abril fue denominado el “día de la liberación” por el presidente Donald Trump, quien lo describió como una “declaración de independencia económica” de Estados Unidos.
El mandatario del país norteamericano provocó lo que muchos expertos llaman una guerra mundial comercial, anunciando la imposición de aranceles a lo largo y ancho del planeta. Los impuestos más altos fueron dirigidos a las economías del sudeste asiático, región clave en el comercio global, “castigando” el libre comercio de Camboya con el 49% de aranceles, Laos 48%, Bangladesh 48%, Vietnam 46%, Myanmar 44%, Sri Lanka 44%, Bangladesh 37%, Tailandia 36%, Indonesia 32%, Corea del Sur 25%, Malasia 24%, Japón 24%.
La embestida arancelaria más dura en esta “guerra comercial” está dirigida a China que acumula, hasta el día de ayer, 245%, según información publicada por la Casa Blanca.
La estrategia del presidente Trump, que tiene como uno de sus objetivos restaurar el sector manufacturero de su país aplicando una política extrema de proteccionismo, ha sido pausada por 90 días para que los países más afectados puedan negociar nuevos acuerdos con el gobierno de estadounidense. Los aranceles vigentes a todas las importaciones son del 10% (salvo México y Canadá por el tratado de libre comercio regional), 25% al acero y aluminio, 25% a los automóviles y los impuestos a China.
Las acciones de Estados Unidos han desatado una profunda conmoción en la región asiática y particularmente en la la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). La asociación cuenta con unos 640 millones de consumidores, es la octava economía del mundo y su principal socio comercial es China.
Estados Unidos ocupa un lugar clave como segundo socio comercial del bloque regional, de manera que los aranceles afectan gravemente a sus economías y constituyen una amenaza que podría desestabilizar sociedades enteras, así como encender una peligrosa volatilidad sociopolítica.
En este sentido, la “guerra comercial” de Trump obliga a una imprescindible recalibración de las estrategias regionales y la evaluación crítica de asociaciones, especialmente con China. Los miembros de la ASEAN son componentes integrales de una compleja red mundial que aporta un valor sustancial a una diversidad productos terminados.
Ejemplo de ello son las exportaciones de productos electrónicos de Vietnam, que se calcula representan el 34% de sus exportaciones totales, de las cuales una parte significativa se destina al mercado estadounidense. La industria de la confección (textiles y calzado de Camboya representa hasta el 70% de sus exportaciones totales. EU es su mayor cliente con el 43% de sus exportaciones o la producción de aceite de palma de Malasia, que representa alrededor del 10% de las importaciones totales del aceite que recibe Estados Unidos.
Frente a estos desafíos, la ASEAN ha manifestado su preocupación por la incertidumbre que genera la estrategia del presidente Trump y advierten sobre las alteraciones a las cadenas de suministros globales. A su vez, la asociación criticó el unilateralismo de Trump y aboga por el respeto a las normas de la Organización Mundial del Comercio.
A corto plazo, la estrategia de Estados Unidos supone un impacto negativo en la economía mundial y el comercio internacional. Sin embargo, constituye también una oportunidad importante para promover un nuevo sistema multilateral de comercio y un nuevo orden económico internacional en favor del desarrollo sostenible de las naciones.
Especialista en temas asiáticos.