En la actualidad, la democracia se ha convertido en uno de los términos más cacofónicos y controvertidos en los ámbitos de la política exterior, social y económica. Se supone que el término se refiere a una forma de gobierno donde el poder político se ejerce del y para el pueblo, y el voto popular es uno de los mecanismos más comunes para identificar su práctica. Sin embargo, en la actualidad, el término ha adquirido tantas definiciones que ha perdido su esencia y un entendimiento común.
Así, la democracia se ha definido según los patrones dictados por los llamados "estados democráticos". Estamos tan acostumbrados a escuchar este término como sinónimo de buenas prácticas, que a veces lo utilizamos para justificar sanciones o castigos por "falta de elementos democráticos", como en el caso de China. A pesar de ser una potencia mundial en sector tecnológico, comercial y militar, el mundo occidental ha usado el discurso de "no democrático" para no categorizar a China como un país “desarrollado” en términos sociopolíticos. Lo mismo ocurre con Rusia, el país que ha recibido más sanciones desde la guerra de 2022, categorizada como "no democrática" debido a la prolongada gobernación de Putin. En el complejo tablero político mundial, la figura de Vladimir Putin en Rusia resalta por su longevidad en el poder, rivalizando con líderes históricos como Catalina la Grande del siglo XVIII. Pero, ¿es realmente una violación de “la democracia” si el 80% de la población rusa aprueba su posible reelección? La crítica a menudo apunta a que Rusia, a pesar de su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y su poderío militar comparable al de EE. UU., no comparte los “valores democráticos” de Europa. Sin embargo, este juicio parece precipitado y desprovisto de un análisis detallado de la situación política interna rusa.
Por otro lado, Estados Unidos, a menudo considerado un faro de la democracia, ha realizado cerca de 400 intervenciones militares desde su independencia en 1776. ¿No es esto también una señal de imposición de poder más allá de sus fronteras? La democracia, en su esencia, ¿debería permitir tal grado de intervencionismo?
Asimismo, se plantean cuestionamientos sobre países como Canadá, reconocidos como ejemplos de democracia, pero que supuestamente restringen el acceso a ciertos contenidos políticos fuera de su territorio en medios. ¿No es esta una forma de censura que contradice los principios de libertad de expresión, un pilar fundamental de la democracia?
Las instituciones internacionales utilizan el término democracia como un valor que se debe ejercer, pero ¿quién define quiénes son realmente los demócratas? Los países que hoy se consideran ejemplos de democracia, principalmente Estados Unidos, según promueven la libertad, instituciones válidas y un gobierno de elecciones justas, posicionándose como moralistas en las relaciones internacionales y sancionando o condenando a cualquier otro país que no comparta sus valores de neoliberalismo institucional y el eurocentrismo.
El doble rasero del mundo occidental se ha evidenciado en conflictos como los de Israel-Palestina y Rusia-Ucrania, donde medios occidentales han publicado noticias sesgadas, mientras se sancionan medios de otros países. Las Naciones Unidas proponen una visión de
la democracia que va más allá del enfoque liberal y "negativo", destacando la importancia de reflexionar sobre los fines de la democracia y las relaciones que establece entre individuos y categorías sociales.
Entonces, ¿cómo podemos definir la democracia en un mundo donde se entiende que cualquier estado que obedezca a los valores occidentales apoya la democracia? Países represores como Estados Unidos tienen el derecho de sancionar o prohibir cualquier otra voz o práctica por calificarla como no democrática.
Este vocabulario manipulativo ha sido utilizado para justificar intervencionismos de muchos países, incluso el apoyo de Estados Unidos a crímenes de genocidio en el caso de la Guerra Palestina-Israel, donde negó votar por una resolución de cese al fuego cuando Israel causó la muerte de más de 18,000 civiles en Gaza, violando el derecho internacional.
¿Por qué ningún país sanciona a Israel, el gran aliado de EE.UU., por sus métodos bélicos y su aparente falta de respeto hacia los valores 'democráticos'? Por otro lado, está Francia bajo el mandato de Macron, cuyas actividades de explotación de uranio en Níger han sido criticadas como prácticas neocoloniales. Esto plantea la pregunta: ¿acaso los principios de libertad, igualdad y fraternidad no se aplican en África?
El uso del término de la democracia, por lo tanto, necesita ser reevaluada y comprendida más allá de las definiciones impuestas por poderes dominantes, equilibrando los procesos electorales con objetivos y efectos sociales más amplios. O quizás, ahora bien, sabiendo que el término está politizado y ya no tiene un significado universal, sería prudente abolir su uso. O, alternativamente, no dejarse engañar y seguir utilizando términos cuyo significado actual es ambiguo.