La prohibición de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en Gaza, ejecutada por el gobierno israelí, marca un momento alarmante en el conflicto de Oriente Próximo y es una amenaza seria a la paz. Este organismo, establecido en 1949, tiene la misión de proveer educación, salud, y asistencia social a los refugiados palestinos dispersos en Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria y Jordania.

Con una operación que afecta directamente a cinco millones de palestinos, sus servicios no solo aseguran la supervivencia en una región azotada por el conflicto, sino que también han sido clave para mantener la estabilidad y una mínima esperanza en un futuro sin violencia. En Gaza, donde el 80% de la población depende de ayuda humanitaria, la UNRWA constituye una red de apoyo irremplazable.

La decisión israelí de bloquear la ayuda de la UNRWA se basa en el argumento de que el organismo perpetúa una narrativa de refugiados en lugar de promover una resolución al conflicto. Sin embargo, esta narrativa ignora el contexto actual, en el que los refugiados palestinos no pueden integrarse plenamente en sus territorios ocupados o regresar a las tierras de las que fueron desplazados.

En Gaza, la UNRWA proporciona servicios básicos, incluyendo la educación a más de 280,000 niños y asistencia de salud a casi dos millones de personas. A falta de una infraestructura pública sólida y segura, esta agencia ha suplido la carencia de servicios básicos que el Estado palestino, en constante conflicto, no ha podido proporcionar. Bloquear sus actividades es una medida que no solo agrava el sufrimiento inmediato de la población, sino que también envía un mensaje de desinterés en el bienestar de millones de personas. Esto ha generado fuertes reacciones de la comunidad internacional, que observa cómo el sufrimiento de los gazatíes aumenta con cada día de bombardeos y restricciones.

En este contexto, las cifras hablan por sí solas. Un informe de la ONU reveló que, en solo los primeros días de octubre, al menos 77 palestinos, entre ellos 17 niños, perdieron la vida en bombardeos israelíes en el norte de Gaza. Con una infraestructura destruida y hospitales saturados, la prohibición de la UNRWA solo acentúa la crisis humanitaria, creando un caldo de cultivo que favorece la radicalización y los movimientos violentos. Sin acceso a educación, salud ni alimentos, los jóvenes palestinos se enfrentan a un futuro incierto y desesperanzador, lo que inevitablemente intensifica el resentimiento hacia un estado que niega no solo derechos, sino también servicios básicos a los civiles.

La paz en Gaza y en toda la región no es alcanzable sin un respeto mínimo hacia los derechos humanos fundamentales. Bloquear la operación de la UNRWA no resuelve el conflicto ni aborda las causas de fondo; solo profundiza las heridas y las perpetúa. A nivel regional, las políticas restrictivas hacia la población palestina en Gaza incrementan la posibilidad de un conflicto perpetuo y sin salida. ¿Cuál es el

objetivo final de Israel al restringir este tipo de asistencia humanitaria? ¿Es posible pensar en un horizonte de paz si se obstaculizan los servicios básicos? ¿No resulta evidente que la paz solo puede construirse sobre la justicia y el respeto a la dignidad humana?

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