“Hoy es un momento crucial no solo para Estambul, sino para la democracia. El declive de la democracia termina ahora”. Con estas palabras festejaba Ekrem Imamoglu el triunfo de la oposición en las elecciones turcas del domingo pasado.

Si bien se trató de elecciones locales, el resultado puede convertirse en el principio del fin para Erdogan pues muestran que, a pesar de haber sembrado por años un régimen autocrático nacionalista, puede perder. Ekrem Imamoglu del Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal oposición en Turquía, venció con casi 11 puntos porcentuales al candidato del gobernante AKP lo que puede interpretarse como un fracaso personal de Erdogan que pasó gran parte de la campaña convencido de que su partido debía recuperar Estambul.

Para entender mejor lo ocurrido van algunas claves que, además, son cruciales para los partidos de oposición en todo el mundo que este 2024, enfrentan elecciones contra regímenes dictatoriales o en vías de convertirse en uno:

1. Malos resultados económicos. Estas elecciones se dieron bajo un contexto económico desastroso con casi 70% de inflación anual. Una crisis económica que viene arrastrando Erdogan desde el sismo de febrero del año pasado. A pesar del estricto control que Erdogan ha creado sobre la política y la sociedad a través de la cooptación de instituciones, medios de comunicación y de los servicios estatales, la economía se le ha salido de las manos lo que ha creado un gran descontento popular que no había enfrentado antes.

2. La guerra Israel-Hamas. A esto hay que sumar también el impacto que ha tenido entre la población musulmana la guerra entre Israel y Hamas y la respuesta turca a la misma. Importante aquí es destacar el avance del nuevo partido islamista Yeniden Refah (YRP) que incrementó su votación pasando del 2% en las elecciones de mayo pasado al 6.2%, electores que habrían abandonado el AKP de Erdogan por una opción más islamista.

3. Las encuestas fallaron otra vez. En las semanas previas a la elección, las encuestas daban un resultado muy cerrado entre los candidatos en Estambul. Hay que recordar que en esta ocasión los Partidos políticos de oposición no acudieron en Alianza sino separados luego del decepcionante resultado que obtuvieron al ir juntos en las elecciones presidencial y parlamentarias de mayo del 2023. Se creía que acudir separados les restaría fuerza pero esto no fue así.

4. Un sistema electoral que aún funciona, aunque las condiciones en la contienda electoral no sean equitativas. Las elecciones turcas son libres, aunque no haya un piso parejo debido al control que ejercen Erdogan y su partido, el AKP, sobre la maquinaria del Estado y su influencia en los medios de comunicación. Si bien votó un porcentaje menor que en las locales de 2019 (donde acudió el 84%), en esta ocasión el 78% de los electores acudió a las urnas. A pesar de eso, el domingo se demostró que aún en ese contexto, el voto puede cambiar el rumbo de una nación.

Los resultados le complicarán a Erdogan la posibilidad de retener el poder pues está impedido constitucionalmente para competir por un nuevo mandato en las elecciones de 2028. Su única posibilidad sería una reforma constitucional, sin embargo, su partido, el AKP, no cuenta con la mayoría necesaria de 360 sobre 600 para votarla. El AKP hoy tiene 323 legisladores.

No podemos anticipar que este resultado se repita para las próximas elecciones generales en 2028. Sin embargo, lo más trascendente es que se convierten en un trampolín para el surgimiento de nuevos liderazgos que puedan hacer frente a Erdogan en 2028. Y eso es lo que obtuvo el actual alcalde de Estambul.

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