Esa es la pregunta que quedó en el aire después de la que fue una de las peores apariciones públicas de Joe Biden en lo que va de su campaña por la reelección.
El tiempo no perdona, todos habremos de hacernos viejos algún día. El debate de ayer confirmó que si Biden no está apto para enfrentar a un mentiroso compulsivo como Donald Trump, tampoco lo está, ni mental ni físicamente, para continuar en el poder por otros cuatro años.
Trump llegó a hacer lo que suele hacer, mentir. No paró de hacerlo en todo el debate pero no encontró frente a él a alguien capaz de impedirle hacerlo. Para los votantes no hubo dudas, más de 60% daba como ganador a Donald Trump, mismo resultado entre columnistas y articulístas en Estados Unidos y el mundo. Esta, recordemos, es una elección cuyo resultado tiene implicaciones en todo el orbe.
Ante el lamentable espectáculo de ayer, es urgente que los demócratas, Biden, su familia, y su equipo en la Casa Blanca, tomen una dura pero indispensable decisión: su renuncia a la candidatura demócrata.
Si Biden renuncia, sus delegados (ganados en las elecciones primarias en todo el país) tendrían libertad para votar por otro u otra candidata en agosto que se realice la convención demócrata. Algo así requeriría un trabajo político monumental para construir los acuerdos y la unidad necesaria en torno a un personaje que pueda ofrecer, no sólo a los votantes demócratas, sino a la nación, una visión de país y una entereza suficiente para plantar cara a los retos globales que hoy enfrentamos. No hacerlo, fue evidente ayer, es dejar el paso franco para que Trump pueda volver a la Casa Blanca.