“Desde los 7 años empezó mi gusto. Yo miraba camionetas bien acá. Cuando empecé a mirar camionetas armadas, me llamo la atención eso y desde ahí dije que iba a andar ahí, y ahí voy, voy subiendo pa’rriba. Me gustan mucho las AKS, cuernos R 15, 50 m, 60, de todo, granadas, todo para ir a la guerra”, Pedro, 14 años.
“El jefe del cártel estaba en el penal de Topochico y pues ahí le dijo a mi amá, que también estaba presa, que si quería meter a sus hijos a jalar. Mi amá le dijo que nos iba a preguntar. Nos habló a mis hermanos y a mí y fuimos al penal a verla. La verdad sí queríamos entrarle. Nos dio, para empezar, como diez bolas (diez mil pesos)”, Juan, 14 años.
“Desde los ocho años yo ya estaba jalando en los puntos de venta”, Federico, 15 años.
“Lo que están haciendo los del Cártel del Noreste es agarrar a puro morrillo todo tonto porque sabes que, como ahorita a los morrillos les vale queso la vida, pues les dan un arma, un chaleco, unos cargadores y ya los mandan a la batalla. Esto lo hacen para no arriesgar a la banda alta”, Orlando, 14 años.
“Cuando se mete la contra, cuando está bien caliente la plaza, es cuando se roban a los niños para meterlos a trabajar. Así van a otra ciudad, a otras colonias”, Javier, 16 años.
“El señor fue el que me adiestró, mi comandante, él era el encargado de esa zona. Me llevó a cortarle la mano a un muchacho, casi me quería desmayar, sentía la presión abajo, me puse bien pálida, me dijo que era normal y no sé qué”, Susana, 17 años.
“Estoy cumpliendo una pena de tres años. Estoy por portación de armas y por secuestro, por posesión y por C-4, explosivos y dinamita. Son dos de secuestro. Yo era sicaria desde los 11 años”, Gabriela, 17 años.
Estas son las voces de niños y niñas que hoy, forman parte de la delincuencia organizada.
La semana pasada, en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, el subsecretario de Seguridad Ricardo Mejía, de la mano de la directora de Prevención del Delito General, Tania Enríquez, instalaron el Consejo (formado por organizaciones civiles, académicos e instituciones gubernamentales) del Observatorio Nacional de Prevención del Reclutamiento de Niñas, Niños y Adolescentes por Parte de la Delincuencia Organizada. Deseo, que esta mesa sea el primer paso para comenzar a dimensionar esta problemática y así salvar la vida de miles de menores cuyo presente —y futuro— es una verdadera historia de terror. Gobierno y sociedad nos necesitamos. Y nuestras niñas y niños piden a gritos ayuda.