El termómetro más certero de la salud democrática de una nación es la libertad de su prensa para incomodar al poder.
El reciente intento de censura contra Héctor de Mauleón no solo atenta contra un periodista de trayectoria intachable, sino que representa una amenaza directa contra nuestro derecho ciudadano a saber. Que una autoridad haya pretendido —y logrado momentáneamente— prohibir la publicación de una columna y silenciar por nombre a una figura pública, bajo el pretexto de proteger su imagen, es inaceptable.
Porque sí: lo que Héctor denunció en su columna no fue un rumor, fue basado en una investigación con nombres, vínculos y datos que, en cualquier país democrático, ameritaría una respuesta pública, no una mordaza legal.
Ante esa mordaza, mi voz se suma al respaldo que tantos ciudadanos y han expresado: estamos con Héctor, con su trabajo, y con lo que representa para el periodismo libre. También con EL UNIVERSAL, diario que ha sido víctima de este intento de censura institucional. En lugar de intimidar, esta medida ha encendido la indignación. Nos recuerda que la libertad de expresión es un músculo que necesita ejercerse para no atrofiarse.
No es un hecho aislado. En 2024, la organización Artículo 19 documentó 639 agresiones contra la prensa en México, un 13.9% más que el año anterior. Cinco periodistas fueron asesinados y 21 casos —como el de De Mauleón— fueron intentos de acoso judicial. Lo más grave: casi la mitad de las agresiones provinieron del propio Estado.
Como ciudadano, como lector, como alguien que cree en la justicia y en la democracia, repudio este tipo de maniobras autoritarias disfrazadas de legalidad. Y en este espacio, lo digo con todas sus letras: la prensa no está para agradar al poder, sino para vigilarlo.
Hoy fue Héctor. Mañana puede ser cualquiera. Por eso no debemos guardar silencio.
Secretario Nacional de Acción Política del PAN