Uno de los principales focos de atención de la pasada elección del 6 de junio fue lo que ocurrió en la Ciudad de México, en donde el PAN, junto con la alianza por México, se llevó nueve de las 16 alcaldías de la Ciudad en un resultado histórico para la capital. Y la gran pregunta es: ¿cómo leer esa decisión ciudadana?

Primero, siendo uno de los dos alcaldes de oposición que obtuvimos la reelección junto con Adrián Rubalcava en Cuajimalpa, considero que los vecinos hicieron una valoración de cada gestión en lo individual y eso llevó a la población a ratificar en las urnas a los gobiernos con buenos resultados.

Otro factor destacado, sin duda, fueron las buenas campañas de las y los aspirantes, mismas que se tradujeron en triunfos en Azcapotzalco, Coyoacán, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón, Magdalena Contreras y Tlalpan.

Sin embargo, sería un error asumir que —además de estos factores— en estos resultados no pesó un voto de castigo para el gobierno federal y para el Gobierno de la Ciudad.

Un castigo probablemente derivado del desdén a un movimiento feminista que se vio menospreciado por el gobierno federal; un rechazo al gobierno indolente con las víctimas de la tragedia de la Línea 12 del Metro; un mal manejo de la pandemia. En síntesis, un rechazo a la austeridad convertida en austericidio, y a la política de dejar a su suerte a la población.

Los habitantes de la Ciudad de México votaron así porque están bien informados y mostraron que saben que su voto es un instrumento para premiar o castigar en función del desempeño. Se trata de un electorado que rechaza las mentiras y las campañas negras, que ahora castigó a Morena y que dio una oportunidad al PAN y a la Alianza, no por estar manipulada por la prensa, como erróneamente señala el presidente Andrés Manuel López Obrador, sino que decidieron ante la necesidad de una nueva etapa para la Ciudad.

Los nuevos gobiernos y los que nos reelegimos tenemos la claridad de que no se nos entregó un cheque en blanco. En mi caso, Benito Juárez debe seguir siendo el mejor lugar para vivir de la capital y modelo de políticas públicas como el programa de seguridad BlindarBJ, que pueda extenderse a las alcaldías que hoy conformamos UNA CDMX, en el sentido de aprovechar el tiempo al máximo con programas probados y las soluciones no se dilaten en experimentos de gobierno o túneles administrativos. La confianza que nos dan los ciudadanos tiene fecha de caducidad en 2024.

Pensando en el bien común de los capitalinos, es preciso entender que las campañas terminaron, ahora se requiere trabajo y coordinación política con el gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum, entablar un diálogo respetuoso que permita la gobernanza y la gobernabilidad de las alcaldías y de la Ciudad. Una Ciudad que en términos generales tiene un consenso sobre la política social y de libertades que no deben tener marcha atrás, pero que vistos los datos de la elección, también exige gobiernos eficientes, cercanos a la gente, con identidad propia y con buenos resultados.

Tenemos que trabajar ahora para estar a la altura de las y los electores y para construir una ciudad única y unida, sin falsas divisiones, pues las elecciones ya quedaron atrás. Que se nos permita seguir haciendo de la Ciudad de México el mejor lugar para vivir en el país, y por lo pronto, desde la alcaldía de Benito Juárez, nosotros haremos lo que nos toca.

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