Nací en octubre de 1985, apenas unas semanas después del sismo que fue parteaguas en la historia de la Ciudad de México. Crecí aquí, soy una generación distinta que conoció una Ciudad de gente que aspira a salir adelante, a tener un mejor futuro. Una Ciudad llena de oportunidades. Una Ciudad generosa.
Hoy, nuestra Ciudad está inmersa en un lamentable deterioro. Nos encontramos bajo la administración de un Gobierno transformado en el comité de una frenética campaña electoral. Como resultado, la CDMX muestra graves huellas de abandono.
La pobreza y la desigualdad, los malos servicios públicos, un creciente desempleo, y, muy preocupantemente, la inseguridad pública, entre otros problemas, que se agravan día con día y generan una atmósfera de incertidumbre e irritabilidad. Me duele ver así a mi Ciudad.
Para colmo, la CDMX no escapa del sermón cargado de rencor y descalificaciones que por las mañanas se pronuncia en el Palacio Nacional. Millones de habitantes de distintas colonias de la Ciudad somos blanco frecuente del desprecio del Presidente, cuando no es porque no votamos por sus candidatos, es porque aspiramos a una mejor calidad de vida, pero no le falta pretexto para endilgarnos falsas etiquetas de conservadores, aspiracionistas o cualquier otro estigma con que polarizar -como táctica política-. Lo peor, ya es habitual, que desde el Palacio del Ayuntamiento se apresuran a secundar las fobias de su jefe político en contra de los capitalinos críticos.
En resumen, las prioridades de este Gobierno están en otro lado, no en sus ciudadanos. El Gobierno en la CDMX trabaja para quedar bien con el presidente. Los diagnósticos están dados y los capitalinos los enfrentamos a diario como parte de la realidad que vivimos.
Indigna también la normalización de las tragedias de la Ciudad. El derrumbe de la línea 12 del Metro que costó 26 vidas, la violencia que es de todos contra todos pero que se ensaña contra las mujeres, la impunidad, las fallas en el transporte y la vialidad, la corrupción, la falta de medicinas, las escuelas públicas abandonadas, la contaminación y tantas cosas más que pretenden esconder bajo el tapete de la grosera propaganda.
Yo no me puedo quedar así. Por ello, he decidido dar un paso adelante, asumir una definición y buscar la candidatura a la Jefatura de Gobierno de nuestra Ciudad en 2024. Lo digo claro, sin esconderme en declaraciones elaboradas para decirlo sin decirlo, con definición personal, auténtica y consciente de lo que significa en toda la extensión de la responsabilidad.
Sé que competimos contra un presidente tan poderoso como autoritario que repudia todo lo que no se le alinea, y un Gobierno Capitalino dispuesto a usar las instituciones y la justicia como instrumentos de campaña electoral.
Estoy convencido de que podemos cambiar las cosas y eso debe ser producto de una gran alianza que ponga en el centro a la gente y se articule a partir de las personas, de las organizaciones sociales, de los grupos vulnerables, de los partidos políticos y de los diversos actores y liderazgos existentes en la capital del país.
Veo una Ciudad de México incluyente, plural y unida en su amplia diversidad. Veo una Ciudad de derechos ganados a pulso que no admiten ni el menor retroceso. Quiero una Ciudad de vanguardia que atraiga las miradas del mundo, pero ante todo garantice oportunidades, educación, seguridad, paz, certeza y plenas libertades para todas y todos sin excepciones. Leo así el mensaje de las urnas en 2021 y asumo la necesidad y la tarea de traducirlo en el mejor proyecto de buen gobierno para la Ciudad.
He sido electo dos veces para gobernar Benito Juárez. Ahí, planteamos un modelo centrado en beneficios concretos para la población. Las estancias infantiles que el Gobierno de AMLO canceló, nosotros las rescatamos; en la pandemia nos pusimos el cubrebocas mientras el Gobierno Federal cuestionó su uso, asumimos decisiones y riesgos propios ante la negligencia federal para enfrentar la pandemia y protegimos especialmente a nuestros adultos mayores; trabajamos con la iniciativa privada para estimular el consumo local y hemos construido un modelo exitoso de proximidad de policía civil mientras el Gobierno Federal apuesta a la militarización, según el INEGI, la alcaldía es considerada la más segura de la CDMX y la segunda más segura de todo el país.
Creo en una Ciudad que se escucha a sí misma, autocrítica y capaz de resolver sus problemas, eficiente, gobernada entre todas y todos, plural, sin ser dominada por los prejuicios, igualitaria y democrática, que recupere la identidad, creo en el futuro chilango.
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