La llamada de ayer entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Donald Trump, calificada por ambos mandatarios como “una buena plática productiva”, logró calmar las aguas turbulentas en las que se había metido la relación bilateral entre México y Estados Unidos. De las descalificaciones, la imposición de aranceles y los duros adjetivos lanzados por la Casa Blanca el pasado fin de semana, se logró pasar al diálogo y al entendimiento y, al menos por un mes, la tormenta que comenzaba entre los dos vecinos y socios comerciales, que parecían enfrascarse en una guerra comercial, amainó y abrió una vía a los acuerdos y el entendimiento.

Las tensiones que en la víspera llegaron a subir a un punto máximo, ante la posibilidad de una disputa arancelaria que golpearía a las dos economías, pero con efectos más graves y profundos en la mexicana, disminuyeron a tal punto que para la presidenta de México la conversación telefónica resultó todo un éxito aplaudido y reconocido dentro y fuera del país. Y aunque se trate sí de un éxito momentáneo, no es menor que la administración mexicana tendrá un respiro que le permite afinar y mejorar su estrategia basada en el diálogo y la negociación, aún cuando haya tenido que ceder y aceptar las peticiones y presiones del inquilino de la Casa Blanca.

El que Trump haya programado primero su llamada con la presidenta de México y le haya dado prioridad al diálogo con su vecino del sur, por encima de su plática y negociación posterior con Justin Trudeau, no es algo casual y manda todo un mensaje de que al final, con todo y sus arranques y su estrategia golpeadora y abusiva, el empoderado presidente de los Estados Unidos --que hoy tiene temblando y a la expectativa de sus caprichos a todo el mundo--, reconoce en México a un socio estratégico al que, por más que nos pegue como piñata, nos difame y nos culpe de todos sus problemas domésticos, sabe que nos necesita y que cualquier decisión que tome con respecto a nuestro país y su gobierno, tendrá consecuencias también para su país.

Para la doctora Sheinbaum ayer fue sin duda un día redondo. Su decisión de posponer sus declaraciones mañaneras y esperar a dialogar primero con Trump resultó no solo acertada sino que le valió reconocimientos incluso del Jefe del Gobierno de Alemania, Olaf Scholz, quien desde una Europa que ya se puso también en guardia ante las amenazas arancelarias de Trump, reconoció la “calma” de la presidenta mexicana para negociar la posposición de los impuestos dictados contra México desde la Casa Blanca. "Creo que la Presidenta mexicana es una política muy inteligente. Ha actuado con calma", comentó ayer el canciller Scholz en Bruselas, al salir de un encuentro informal de los dirigentes de la Unión Europea.

Sonó mucho más sincero y valioso el reconocimiento del presidente de Alemania que el que le hizo ayer a la presidenta, su secretario de Economía, Marcelo Ebrard, quien en la conferencia mañanera elogió a su jefa con palabras lisonjeras, que recordaban aquel festejo que también encabezó el mismo Ebrard en 2019 junto a López Obrador en Tijuana por una situación similar con los aranceles que Trump quería imponerle a México en aquel año. “Lo que logró hoy la presidenta es algo totalmente insólito. Si ustedes preguntaban ayer pues esto era imposible ¿verdad? Entonces, presidenta, yo sí te felicitó, un orgullo tener a nuestra presidenta”, dijo el titular de Economía, que parecía también autorreconocerse en sus elogios.

Pero una vez que pase el festejo y el tiempo empiece a correr, habrá que ver si la pausa que ayer concedió Trump a los aranceles servirá para modificar en algo la agresiva política de Trump hacia México. Porque si bien el impasse que abrieron de común acuerdo los dos países, igual al que horas más tarde aceptó con Canadá, es un tiempo muy breve para pensar que los problemas que él le reclama a sus dos socios: tráfico de fentanilo, impunidad de los cárteles mexicanos, fronteras inseguras y migración ilegal descontrolada, difícilmente van a resolverse en los 29 días que a partir de hoy le quedan al plazo concedido.

El gobierno de Sheinbaum no podrá revertir en un mes el descuido y deterioro que sufrió la política de seguridad y de combate a los capos de la droga durante los últimos seis años, producto de la permisiva y tolerante estrategia de los “Abrazos, no balazos”, que en su campaña defendió y abrazó también la actual presidenta. Replantear la idea de que los violentos y empoderados narcos mexicanos se deben autorregular solos y que sólo si ellos se ponen de acuerdo podrán parar las cruentas guerras y la violencia que hoy vive el país en varias regiones, pasa necesariamente por un golpe de timón a la política de seguridad federal y por golpear y desarticular a las cabezas operativas, políticas y financieras del narcotráfico.

Para poder frenar el tráfico ilegal de fentanilo, primero tendrá que empezar el gobierno de la doctora Sheinbaum por reconocer la problemática y alejarse del discurso simulador que niega la existencia de los laboratorios clandestinos que en varios estados de la República, marcadamente Michoacán, Jalisco, Guerrero y Sinaloa, producen las pastillas que se mandan a los Estados Unidos. No se puede combatir y controlar un problema si no se empieza por reconocerlo y enfrentarlo.

Lo mismo pasaría con la migración ilegal, a la que México no podrá frenar mientras mantenga su absurda e irreal política de “México te abraza” y no comience a exigir a los gobiernos latinoamericanos, incluidos sus amigos dictadores de algunos países, que se hagan responsables de sus ciudadanos y detengan el éxodo que compromete y presiona a México ante las nuevas políticas de Estados Unidos.

Así que sí, la presidenta Claudia Sheinbaum ayer se anotó un logro importante y digno de reconocerse. Pero si quiere que ese logro no sea efímero y que la confianza que ayer se ganó del veleidoso e imprevisible Donald Trump perdure y le permita negociar y dialogar acuerdos conjuntos para enfrentar las problemáticas comunes, tendrá que empezar a alejarse cada vez más de la retórica de que aquí “no pasa nada” (mientras todo pasa), reconocer la realidad de violencia y descontrol que le heredó su antecesor, y romper definitivamente con cualquier compromiso que signifique tolerar, proteger o encubrir pactos inconfesables con el crimen organizado, aunque eso signifique sacrificar a personajes de su movimiento político para salvar al país.

NOTAS INDISCRETAS… Además de Sinaloa, que sigue viviendo los estragos de una guerra narca sin que haya una intervención decidida del gobierno federal, el estado de Chiapas es otro de los ejemplos más claros de la “herencia envenenada” y maldita que le dejaron a la doctora y que hoy tiene al país y a su gobierno contra las cuerdas ante el empoderado vecino del norte. Porque en 2018, cuando comenzó el gobierno del expresidente, Chiapas figuraba en las estadísticas oficiales del SNSP como uno de los estados más seguros y tranquilos de la República, oscilando entre el primero y el tercer lugar entre 2016 y 2018. Pero para desgracia de los chiapanecos, a la política de los “Abrazos, no balazos” del gobierno federal se sumó la llegada de un gobernador inepto, indolente e incapaz que terminó entregándoles el estado a los narcos. Con el morenista Rutilio Escandón, la mayoría de los municipios de la zona serrana de Chiapas, desde Los Altos hasta la frontera con Guatemala, le fueron cedidos a los grupos armados que, disfrazados de "guardias comunitarias” comenzaron a apoderarse de territorios y a controlar rutas de las drogas y precursores provenientes de China y de Sudamérica. La complicidad del gobernador y la insensibilidad del expresidente López Obrador, que siempre que le preguntaban negaba la gravedad de lo que estaba sucediendo en el territorio chiapaneco, fue aprovechado por el Cártel Jalisco Nueva Generación, que comenzó a entrar al estado para disputarle el dominio histórico al debilitado y fracturado Cártel de Sinaloa. El resultado se hizo más que evidente de 2020 a 2024: Chiapas pasó, en las mismas mediciones del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de ocupar los primeros lugares en seguridad, a convertirse en uno de los estados más violentos e inseguros, provocando no sólo el terror y la indignación de los chiapanecos de la zona serrana, que tenían que huir y desplazarse de sus comunidades para refugiarse incluso en Guatemala, sino que terminó por esparcirse al norte, al sur y a la misma Tuxtla Gutiérrez y al pacífico San Cristobal de las Casas que comenzaron a vivir balaceras, ejecuciones y disputas de territorios entre grupos del narco, pandillas y guardias comunitarias que actuaban a placer, mientras Rutilio Escandón se escondía tras su escritorio. Y a López Obrador, ya casi al final de su mandato, cuando las propias cifras de su gobierno y las evidencias de la tragedia chiapaneca le golpearon en la cara, terminó por reconocer en una mañanera que “sí, es grave lo que está pasando en Chiapas”; lamentablemente nunca mandó apoyo federal efectivo al estado y los chiapanecos quedaron abandonados a su suerte. Hoy, mientras el nuevo gobernador también de Morena, Eduardo Ramírez Aguilar, ha modificado la actitud y la estrategia para enfrentar y confrontar con las fuerzas policiales a los grupos criminales y pandillas que se apoderaron del estado, el inepto Rutilio Escandón vive en el exilio dorado nada menos que en Miami, a donde lo mandó premiado la presidenta Sheinbaum, mientras el otro indolente e insensible, responsable de esa y otras tragedias en las entidades federativas, vive en un rancho que tiene el mismo nombre de a donde lo mandaron muchos mexicanos… Los dados mandan Escalera Doble. El país y su economía respiran. Al menos por un mes.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios