Tras la noticia internacional y viral en redes sociales que se volvió la represión de los granaderos capitalinos contra manifestantes pacíficos en el Zócalo de la Ciudad de México, que extrañamente tuvo más difusión en medios internacionales que en muchos medios mexicanos que minimizaron o de plano ignoraron la información en sus portadas principales –como déjà vú del pasado represor del viejo PRI– la reacción más fuerte y contundente a lo sucedido en México llegó desde Washington en una frase tan contundente como amenazante del presidente Donald Trump:
“¿Lanzaría ataques en México para detener al narcotráfico? No tengo problema con eso, haría lo que sea necesario para detenerlo. México es… mira, estuve viendo lo que pasó en CDMX el fin de semana, hay grandes problemas allá”, declaró ayer el presidente estadounidense, aludiendo a la manifestaciones ciudadanas que terminaron con una respuesta represiva y violenta de las autoridades políticas y policiacas de la capital del país.
El mensaje de Trump contrasta totalmente con la respuesta soberbia y autoritaria que ayer dieron las autoridades mexicanas, desde la presidenta Sheinbaum que justificó muy temprano en su mañanera la represión de los granaderos –esos que ella decía haber desaparecido hace 7 años– bajo el argumento de que los encapuchados violentos agredieran a los policías, tras derribar una buena parte de las vallas que blindaron al Palacio Nacional, hasta la Jefa de Gobierno, Clara Brugada que de plano salió a culpar al empresario Ricardo Salinas Pliego, al que no se atrevió a mencionar por su nombre, de ser el causante de la violencia de los manifestantes ciudadanos.
Y mientras la presidenta actuaba como la censora y represora también de la información, distorsionando lo sucedido para adaptarlo forzadamente a la versión oficial, la mayoría de los medios mexicanos, incluidos los más críticos, escondieron o bajaron el tono de la información sobre cómo terminó la marcha ciudadana del pasado sábado, ya sea como muestra de una operación del gobierno para ocultar la información o como un repliegue de autocensura de los potentados de los medios.
La misma noticia que en México era minimizada por la prensa capitalina, en el resto del mundo, a través de corresponsales y despachos de las principales agencias extranjeras y también de las redes sociales, las imágenes, videos y fotografías mostraron el rostro autoritario del gobierno de Sheinbaum y de Morena, consignado a través de crónicas, noticias y narraciones de influencers la brutalidad policiaca que se desplegó en contra de los ciudadanos que cuestionaron y repudiaron la violencia, inseguridad y descontrol que se vive en el país ante el reinado del narcotráfico.
Para cerrar el círculo del autoritarismo que el sábado se confirmó en la República, la misma Clara Brugada que ordenó, a través de sus funcionarios, la respuesta violenta de los policías granaderos contra los manifestantes, a los que agredieron de forma indiscriminada y sin distinguir entre pacíficos o violentos, ni entre participantes reales o transeúntes que caminaban por las calles del Centro Histórico, también apareció ayer junto al aparato policiaco y judicial de su gobierno, del que actúa como empleada la fiscal Bertha Alcalde, para anunciar que de los 19 jóvenes detenidos, a varios de los cuales se los llevaron sin tener nada que ver con la violencia, por lo menos a tres los acusarán del delito de “intento de homicidio”, lo que supondría una pena de hasta 30 años de cárcel para los jóvenes estudiantes.
Así que el tiempo y el dinero público que invirtió la presidenta, para desacreditar a los convocantes a la marcha y para insistir en que no era una marcha de jóvenes sino de “la derecha siniestra” y de Claudio X González, no le funcionaron de nada. Y su discurso de pretender que nadie vio lo que pasó en el Zócalo y que en todo caso la represión y brutalidad policiaca que avaló su gobierno con su silencio estuvo plenamente justificada, no le sirvieron al final de nada, porque más allá de su base clientelar, esa a la que se empeña demagógicamente en llamar “pueblo”, nadie le cree a su versión oficialista de lo sucedido ni el resto de los mexicanos que no están contentos con su gobierno, ni claramente en la Casa Blanca tampoco le creen.
Y aunque es muy probable que lo de Trump sea otro de esos de sus exabruptos con los que amenaza y golpea, más como estrategia de presión que como un discurso de acción real, lo que confirma la reacción de la Casa Blanca, junto con el despliegue en los medios estadounidenses y la viralidad en redes sociales, es que los ojos del águila calva, la del escudo estadounidense, están puestos sobre lo que sucede en México, como los de quien mira con recelo y ambición el patio trasero del vecino.
Se batieron los dados y repiten la Escalera Doble para los ciudadanos valientes de este país.
@SGarciaSoto

