En los 35 años que tengo de ejercer el noble y azaroso oficio del periodismo, me ha tocado, lo mismo que en la vida, abrir y cerrar ciclos en muchas ocasiones. Desde que me formé como reportero desde abajo, en la calle y cubriendo fuentes y asignaciones informativas en los aciagos años 90, cuando el país cayó en una de sus más fuertes crisis económicas y el neoliberalismo se instauró de la mano de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, conocí y entendí que la profesión de informar, investigar y criticar al poder y a los poderosos, era la vocación que quería seguir, pero que no era, ni en aquellos años ni ahora, nunca una labor fácil o exenta de riesgos.

En el año de 1999, sin dejar de reportear la fuente política para la nota diaria, el destino y la generosidad de Pablo Hiriart me convirtieron en columnista y comencé a meterme a los entretelones del poder para hurgar y encontrar información y datos que sirvieran e interesaran a los lectores. Nació en ese año una primer columna titulada “Destino 2000” que se publicaba cada sábado y comenzó a llamar la atención del mundo político y periodístico. Pasada la elección histórica del año 2000, con que se consumó la primera alternancia democrática en la presidencia de la República con el triunfo de Vicente Fox, mi trabajo dividido como reportero y columnista dio un giro y nacieron las Serpientes y Escaleras.

En esos 25 años de escribir esta columna diariamente, durante cinco días a la semana, he tenido el privilegio de atestiguar y acompañar los vaivenes nacionales y de la política. De muchas de las cosas que han pasado en ese cuarto de siglo, ha quedado constancia, desde mi óptica personal y profesional, del paso de 6 presidentes, desde Zedillo hasta Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum. A todos y cada uno de ellos, en su momento y en las circunstancias y desafíos que enfrentaron, los cuestioné y critiqué en mi trabajo cotidiano, señalando siempre sus acciones, decisiones, políticas o declaraciones que merecían ser cuestionadas y criticadas.

El crecimiento de este espacio en el gusto de los lectores me llevó de La Crónica de Hoy, donde rodaron por primera vez los dados, al fugaz diario El Independiente, luego al popular y querido Gráfico de El Universal, para llegar finalmente a esta que ha sido mi casa ya por casi 20 años, con una escala de dos años en el diario 24 Horas que dirigió el periodista y amigo Raymundo Riva Palacio. En archivo hemerográfico y digital hay constancia escrita de lo que ha sido mi ejercicio periodístico en este espacio en donde siempre se ha ejercido y ejercerá la crítica al poder de todo tipo, porque a mi entender esa es la principal misión y función social del periodismo y la libertad de expresión en una democracia.

Decía un viejo periodista que tuve el privilegio de conocer y fue mi jefe de información que “periodismo que no incomoda y cuestiona, son relaciones públicas”, y si bien parte de nuestra labor ha sido escuchar siempre todas las versiones, sin distingos políticos o ideológicos, y darle voz y derecho de réplica a quien lo solicita, aquí se hace periodismo crítico que lo mismo cuestionó y exhibió en su momento a priistas que a panistas, perredistas, emecistas, verdes, petistas o de cualquier signo político, que ahora cuestiona y critica a los morenistas que detentan y acaparan el poder en el México actual.

Del ejercicio diario de tirar los dados en busca de análisis, revelaciones o exclusivas en los temas y personajes de la vida pública, surgieron desde el año 2003 las incursiones en radio primero y luego en la televisión, a la par que las redes sociales irrumpían como una nueva fuente de información, análisis y opinión en la que también comenzamos a ejercer la crítica y la información. En más de 22 años de experiencia en los medios electrónicos que ha tocado fundar y crear muchos programas informativos y de análisis tanto en radio como en televisión.

En 2003 tuve el privilegio de ser analista político en la mesa del programa “Poder y Dinero” que conducía Ezra Shabot, en donde comentábamos las noticias diarias del ámbito político, social y financiero. Luego, en 2005, junto con un talentoso equipo de jóvenes periodistas, artistas y comediantes, entre los que estaban el titular Enrique Hernández, Fernando Rivera Calderón, Marisol Gasé, Christian Ahumada y la productora Rossana Villamar, creamos el programa de el “Weso” que se convirtió en un fenómeno de audiencia por las tardes y alcanzó altos niveles de rating en W Radio. Tres años después creamos “La Chuleta” que en la segunda cadena de Radio Formula replicó el modelo de información con humor y parodias políticas que se convirtió en un vehículo para acercar a nuevos públicos, niños y jóvenes, por ejemplo, al consumo de información y a la opinión crítica y política sobre lo que pasaba en el México gobernado por el PAN.

La experiencia radiofónica y el éxito de esos programas me llevaron a la televisión. Creé y conduje el noticiero “De Buenas a Primeras” que inauguró las transmisiones del canal Efekto TV, en donde llevamos a la televisión, junto con las noticias formales, la parodia y el sketch político con colaboradores jóvenes como Javier Risco, Christian Ahumada, Monserrat Marañón, con los que logramos una fórmula exitosa para acercar las noticias televisivas a nuevos públicos. Con el mismo equipo y modelo nació en 2009 “El Empujón”, noticiero matutino en el Canal 40 de TV Azteca, en donde volvimos a irrumpir con la información y el análisis crítico y el humor y la parodia que lo mismo retrataba al entonces presidente, Enrique Peña Nieto, que a gobernadores, congresistas o cualquier personaje público que, con sus acciones y declaraciones, diera pie al humor involuntario.

La censura no tardó mucho en llegar y, sabedores de que el humor es un paraguas que se presta para hacer la más dura crítica al poder, en 2013, casi al mismo tiempo, con diferencia de meses, las empresas para las que trabajaba me avisaron que “La Chuleta” y “El Empujón”, se cancelaban cuando estaban registrando altos niveles de rating y comercialización, pero también cuando nos habíamos vuelto incómodos para el poder que en ese entonces estaba en manos del priista Peña Nieto.

Mi gran amigo y maestro, Ricardo Rocha, me invitó en 2015 a dirigir y conducir el noticiero “La Ciudad y el Mundo” con el que inauguré las transmisiones del Canal 21.2 del Congreso de la Ciudad de México. Tres años volví a desmañanarme todos los días para arrancar a las 6 en punto de la mañana con la información importante para la capital de la República y para el resto del país y, cuando en 2018 se dio el triunfo contundente e histórico de Andrés Manuel López Obrador, estuvimos ahí para informarlo, junto con la llegada de la doctora Claudia Sheinbaum al gobierno de la Ciudad de México.

Como pasó con todos los medios públicos, el nuevo partido gobernante llegó a cambiar completamente el modelo de difusión de canales y estaciones de radio que se habían convertido ya en medios de estado, para “transformarlos”, literalmente, en medios de gobierno primero y ahora en medios de propaganda favorable al régimen. Mi salida del Canal 21.2 fue voluntaria y antecedió a lo que después se convirtió en una cacería y hostigamiento, desde la nueva mayoría morenista en el Congreso de la CDMX, en contra de Ricardo Rocha, que defendió hasta donde pudo y a costa de su salud y su estabilidad, el contrato legal por 6 años como director que le había dado el mismo Congreso que ahora, junto con el gobierno capitalino, desconocían y le pedían entregar el medio público.

El trabajo que siempre siguió constante en esta columna, me llevó a ser parte de un nuevo proyecto que me fue solicitado por Franco Carreño, entonces funcionario público que junto con un grupo de empresarios me pidieron diseñarles la propuesta de un nuevo diario que retomaría uno de los cabezales antiguos de la prensa mexicana, para el que curiosamente llegue a trabajar como reportero: “El Heraldo de México”. Ese proyecto se volvió una realidad con el arranque del periódico en 2017, y un año después, a finales de 2018, Franco y Angel Mieres me pidieron crear su primer programa de radio que, otra vez con un equipo de talentosos periodistas jóvenes, sacamos al aire el 14 de enero de 2019, con el nombre de “El Heraldo de México Radio”, a través de las frecuencias del Grupo ABC Radio.

Ese programa se convirtió en la piedra de toque para que seis meses después naciera El Heraldo Radio en el 98.5 de FM, que hoy es una de las frecuencias más escuchadas a nivel nacional y en la que me integré con el mismo noticiero que cambió de nombre para titularse “A la Una, con Salvador García Soto”. A la par del radio, el que ya era el Grupo Multimedios del Heraldo, me pidió crear y conducir el noticiero estelar con el que inauguramos las transmisiones del canal Heraldo Televisión, primero en el canal 10 de TV Abierta y luego en el Canal 8. Cuatro años estuvimos informando todas las noches con un enfoque crítico y que cuestionaba los sucesos diarios y las acciones y decisiones de los gobernantes y políticos.

En 2023 decidí dejar la conducción en televisión para concentrarme en el noticiero radiofónico que comenzamos a posicionar en los primeros niveles de audiencia, siempre con el mismo periodismo crítico y abriendo espacio a las opiniones del público. Del noveno u octavo lugar en el que arrancamos en 2019, para el 2023 y 2024, “A la Una” creció en su rating hasta colocarse en el segundo y tercer lugar de mayor audiencia en su horario, de acuerdo con las mediciones del Instituto de Investigación de Mercados NRA (INRA).

Y en esas estábamos, con un público creciente y cada vez más involucrado con el espacio, cuestionando y criticando, cuando lo ameritaba, lo mismo a la presidenta que a los diputados, senadores o funcionarios de cualquier institución pública, pero también informando objetivamente lo que sucedía, abriendo espacios a cualquiera que tuviera algo importante que informar o comunicar al público, y logrando un ejercicio maravilloso de comunicación y comunión con el público, cuando nos volvió a alcanzar la censura.

Con argumentos de comercialización y de manera respetuosa y profesional, como siempre fue y ha sido mi trato con las empresas para las que he laborado, se me informó por parte de los directivos del Heraldo Radio que ayer viernes 20 de junio sería mi último día de transmisiones. Cuando argumenté los niveles de rating y el crecimiento constante del programa, que también se reflejaba ya en la llegada de muchos anunciantes importantes, simplemente se me dijo que era una decisión tomada por conveniencia de la empresa y que querían hacer un programa distinto.

No tengo nada que decir contra los directivos y dueños del Heraldo; siempre me trataron con respeto y me permitieron ejercer el periodismo y la crítica. Para ellos solo tengo agradecimiento y reconocimiento por dejarme ser parte de un proyecto del que fui creador y fundador en sus plataformas editoriales y de radio y televisión. Pero también entiendo, porque algo he aprendido en el tiempo que llevo en esta profesión, que las empresas tienen intereses y que esos intereses en muchos casos tienen que ver con el gobierno con el que tratan de evitar problemas, sobre todo cuando desde la autoridad hay una línea clara y pública en contra de la crítica y el periodismo libre.

Así que ante este ciclo que se cierra y con la frente en alto y la satisfacción de dejar un programa que creció en rating, audiencia y fidelidad del público en poco tiempo, decidimos, como siempre lo hemos hecho, que nuestra voz y nuestra labor informativa que siempre hacemos para la gente y no para el poder, seguirá adelante. "A la Una, con Salvador García Soto", seguirá transmitiéndose todos los días, de lunes a viernes de 1 a 3 pm, por la plataforma digital de Serpientesyescaleras.mx y también tendrá difusión por Popfm.mx en su página digital y en su app.

En estos tiempos de censura y control absoluto del poder que pretende acallar espacios y voces críticas, no queda más que seguir en la brega. Como siempre lo hemos hecho, con inteligencia, información y seriedad, pero con el ánimo de cuestionar siempre lo que sea cuestionable y de informar también de las cosas que se hagan bien desde el poder. No lo hacemos ni por ego, ni por que tengamos ningún interés particular de ir en contra del actual régimen; lo hacemos porque es nuestro trabajo y deber como periodistas que no militan ni se le rinden al poder.

Aquí, en esta columna y en nuestras nuevas plataformas de radio digital y contenidos, la crítica y el periodismo se seguirán ejerciendo, le pese a quien le pese e incomode a quién tenga que incomodar. No nos doblamos ni ante el temible sistema del PRI cuando intentó censurarnos o callarnos; tampoco lo hicimos ante las presiones y censura del PAN y no tenemos por qué hacerlo ante los que ahora se sienten todopoderosos y nos quieren imponer un régimen con una sola visión y una sola opinión sobre lo que sucede en nuestro país y sobre el actuar de nuestros gobernantes. Sin filias ni sin fobias, solo periodismo y la defensa de una libertad que no es graciosa concesión de este ni de ningún gobierno, sino que es derecho y obligación el defenderla y ejercerla día a día, como lo seguiremos haciendo.

Dijo el poeta Miguel Hernández y lo cantó muy bien Joan Manuel Serrat: “Para la libertad, sangro, lucho y pervivo. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada”.

Los dados dictan Escalera Doble. Como dijera aquel expresidente de triste memoria: “Arriba y adelante”.

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