Es cuestión de días, en cuanto el presidente Donald Trump tome posesión de su segundo mandato, para que llegue a México el nuevo embajador de Estados Unidos, Ron Johnson, quien, con sus antecedentes militares, de exagente de la CIA y asesor de inteligencia del Comando Sur, además de su reciente paso por El Salvador donde fue pieza clave en la estrategia de combate a las violentas pandillas vinculadas al narcotráfico, viene con una misión muy clara y específica al territorio mexicano.

Al nuevo embajador -al que ya le apodan entre en broma y en serio como “El Rambo Johnson”- será el ariete de Donald Trump para impulsar en México una nueva estrategia de combate a los cárteles de la droga mexicanos, como su principal prioridad en la cooperación bilateral con el gobierno de la presidenta Sheinbaum, y detener de esa manera el flujo del fentanilo mexicano hacia Estados Unidos.

Casi podría decirse que, tal como lo anunció el mismo Trump en su red Truth Social, que la misión con la que viene el nuevo embajador estadounidense, más que diplomática, es casi de tipo militar. Johnson no será solo su representante ante el gobierno mexicano, sino su operador para presionar a la doctora Sheinbaum y su gabinete a terminar de enterrar la fallida y cómplice estrategia del expresidente que prefirió darles abrazos y no balazos a los narcotraficantes. “Juntos vamos a poner fin a los crímenes de los migrantes, detener los flujos ilegales de fentanilo u otras peligrosas drogas a nuestro país”, escribió sobre su embajador, el nuevo mandatario de la Unión Americana.

Porque el nombramiento de un experto militar y en temas de combate al crimen organizado para México no es algo ni casual ni excepcional. Si se revisa al gabinete completo con el que Trump gobernará a partir del próximo lunes, está más que claro que junto con el secretario de Estado, Marco Rubio, el director del FBI Kash Patel y el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, la línea más dura de los Republicanos, la que opina que debe haber una “intervención militar” en territorio mexicano para desmantelar y detener a los cárteles mexicanos que consideran “terroristas”, será la que prevalezca en la política exterior del trumpismo y en la relación con México.

Y es ahí donde la inminente llegada de Ron Johnson a la sede diplomática cobra sentido. Su experiencia reciente en El Salvador, donde colaboró directamente con el presidente Nayib Bukele -de los aliados más claros de Trump en Latinoamérica- para someter y desmantelar a los violentos grupos de pandillas que mantenían asolado al país centroamericano, hace pensar que viene a México para empujar una estrategia similar en contra de los empoderados grupos del narcotráfico mexicano.

Si en San Salvador Johnson colaboró personalmente en el diseño y la planeación de la famosa cárcel del Cecot o Centro de Confinamiento del Terrorismo, en donde han sido detenidos y encerrados miles de pandilleros que pasarán decenas de años en esta cárcel equipada con los máximos estándares y equipos de alta seguridad, es casi seguro que en México el nuevo embajador pugnará por un esquema similar para tratar a los capos de la droga y sus sicarios mexicanos.

Para decirlo con todas sus letras y sin tapujos, la principal misión con la que llegará en unos cuantos días el “Rambo” Johnson a la embajada de los Estados Unidos, será la “bukelización” de México, a partir de que el nuevo gobierno de Donald Trump tomará como modelo y ejemplo, para presionar al gobierno de la presidenta Sheinbaum, que si El Salvador y su presidente Nayib Bukele, pudieron someter a los criminales y devolverle la paz y la tranquilidad a los salvadoreños, siendo un país y un gobierno mucho menor en capacidades y recursos que el Estado Mexicano, no hay ninguna razón para que aquí no se pueda replicar el mismo modelo para controlar, someter y desmantelar el desbordado poder e influencia política que se les dio a los cárteles de la droga.

La presidenta Sheinbaum ha dicho claramente, en su reciente mensaje del pasado domingo, que con Estados Unidos habrá “cooperación y coordinación, más no subordinación”, y a partir de eso, si le piden cooperar y coordinarse para recuperar el control de todo el territorio mexicano y desarticular a los grupos del narcotráfico, llámense de Sinaloa, de Jalisco o de cualquier otra región de México, decir que no, no será una opción, a menos que se intente preservar y proteger “pactos ilegales” del sexenio pasado con los capos de la droga. Así que preparémonos porque en cuestión de días empezará, paulatina pero claramente, la “bukelización” mexicana.

NOTAS INDISCRETAS… Justo cuando se anuncia que Pemex se quedará sin recursos para el mantenimiento y conservación de sus plantas e infraestructura en este año, para poder pagar a sus desesperados proveedores, con los que la presidenta Sheinbaum se comprometió ya públicamente a iniciar el flujo de recursos a través de un “plan de pagos”, exfuncionarios de alto nivel en Pemex, del grupo del exdirector Octavio Romero Oropeza, presionan para que la empresa petrolera cierre la compra de una terminal de almacenamiento de hidrocarburos en Tuxpan, Veracruz, a pesar de las muchas advertencias técnicas sobre riesgos estructurales graves en esas instalaciones. La terminal, que ya había sido clausurada temporalmente por la Comisión Reguladora de Energía (CRE) por sus deficiencias operativas, fue modificada recientemente para aumentarle su capacidad de almacenamiento. Sin embargo, en contra de lo que alertan especialistas en seguridad industrial, de que dichas modificaciones podrían haber comprometido la estabilidad estructural de los tanques de esa planta de almacenamiento, y aumentado el riesgo de fallos, derrames masivos y afectaciones ambientales, este grupo de exdirectivos de Pemex utilizan su influencia y contactos que aún mantienen dentro la empresa petrolera, sobre todo en las áreas de almacenamiento, abasto y logística, para empujar que, con todos esos antecedentes y sin la presentación de un dictamen técnico independiente actualizado, se concrete la transacción de dicha planta. La insistencia de los amigos del actual director del Infonavit ha despertado dudas y muchas sospechas sobre posibles conflictos de interés, especialmente considerando que ellos ya no forman parte de la estructura de la empresa, pero mantienen influencia sobre el proceso a través de excolaboradores suyos. El proceso de adquisición de la cuestionada planta de almacenamiento en Tuxpan ya había sido autorizado, pero aún no se ha concretado y se acusa una total falta de transparencia en su autorización debido a los riesgos técnicos y al daño financiero que significaría para la quebrada petrolera mexicana. Diversos sectores han solicitado que la transacción sea suspendida hasta contar con una auditoría técnica independiente y se garantice la seguridad de las instalaciones, exigiendo además una investigación a fondo sobre la intervención de los mencionados exfuncionarios en este proceso y sus intereses en todo esto… Decía el inquilino de “La Chingada” que amor con amor se paga, pero parece que en su movimiento también opera esa misma máxima, pero en sentido inverso. Porque en Morelos, ahora que la gobernadora Margarita González Saravia decidió no ser la “tapadera” de las corruptelas de su antecesor, Cuauhtémoc Blanco, y ordenó investigar a varias áreas y exfuncionarios de la anterior administración con denuncias penales y administrativas que ya fueron presentadas ante la Fiscalía morelense, nos recuerdan que durante la campaña del año pasado y aún antes, cuando se realizaba el proceso de selección de la candidatura de Morena a gobernador, el exfutbolista que entonces gobernaba se portó muy mal con la entonces candidata González Saravia, por la que no sólo no apostó en el proceso interno, sino que una vez que ya había ganado y era la candidata oficial, Cuauhtémoc le hizo varios desaires y malos tratos con la soberbia, falta de tacto político y prepotencia que le caracterizaba. Tal vez en su total ignorancia política, en la que no ha aprendido nada a pesar de haber gobernado ya a un estado y a su capital, el oriundo de Tepito no entendió lo que quería decir el expresidente que fue su protector y cómplice, con aquello del amor y los pagos. Así que ahora, desde el Palacio de Gobierno de Morelos, al Cuau le regresan la máxima obradorista pero en sentido inverso: “Desamor y mal trato, con investigaciones se pagan”… Los dados vuelven a ordenar caída. Serpiente Doble.

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