La frase que ayer pronunció la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia mañanera, será una de las que la definan y la persigan durante lo que resta de su mandato. Porque decir, en un país como México, que no se va a acatar una orden de un juez, en este caso un amparo, “porque la petición de esa juez no tiene sustento jurídico”, equivale a que la Jefa del Estado Mexicano les diga a sus ciudadanos y gobernados que no están obligados a cumplir la ley, para pagar impuestos o atender un fallo judicial por ejemplo, y que sólo tienen que desacreditar al juez o la jueza que pretenda aplicarles la ley por una falta, delito o infracción legal.

¿Por qué razón una jueza federal, avalada en la Constitución y en las leyes como integrante del Poder Judicial de la Federación no tendría “sustento jurídico” para pedirle a una autoridad que detenga un proceso legal, porque hay una denuncia de amparo en contra de ese proceso argumentando violaciones a los derechos fundamentales de los mexicanos? Ni la doctora Claudia Sheinbaum ni su consejera jurídica, Ernestina Godoy, ni mucho menos su coordinador Arturo Zaldívar, explicaron con toda claridad y sustento constitucional en que se basa la presidencia de la Repúbica para desconocer la autoridad de un juzgador federal y la vigencia de la Ley de Amparo.

Fue como si las palabras de la Presidenta fueran ley y se colocaran, por obra y gracia suya, por encima del texto constitucional: “Una jueza no está por encima del pueblo de México”, sentenció la mandataria, mientras endurecía la mandíbula y su política, y justo en esa frase demostró su desprecio por la Constitución. Porque una jueza, igual que un magistrado o una ministra, sí se deben al pueblo, pero primero respetan a la Carta Magna, que es la que les da facultades para revisar leyes o actos de gobierno que lesionen a la dignidad y derecho de los ciudadanos o que violen los preceptos constitucionales.

Esta declaración de la Presidenta reveló una parte suya que hasta ahora se había mantenido disfrazada o escondida detrás de su afable sonrisa –aprendida y ensayada para su campaña–, pero que muestra un rostro y un tono más duro y autoritario por parte de la presidenta mexicana. Decir varias veces que “la Refoma Va” –frase que de tan repetida ya suena a amenaza–, mientras se desconoce de facto la división y el equilibrio de poderes en la República, es un claro mensaje de que el autoritarismo de la 4T no terminó con el expresidente que se fue; y que es una segunda versión de un modelo autoritario de ejercer el poder, aparentemente suavizado por la nueva imagen de la doctora, pero decidida a ahondar en la senda del radicalismo que inició su antecesor.

Porque en las palabras de la doctora Sheinbaum resuena muy clarito el desprecio por la ley que tuvo el expresidente, a quien ella insiste en seguir llamando “presidente”, y que dictó los mandamientos de su movimiento cuando pronunció una de las frases por las que se le recordará en la historia: “No me vengan con que la ley es la ley”. A eso mismo equivale la respuesta que la Presidenta le dio a la orden judicial, al desconocer las facultades constitucionales de un juez y el derecho al amparo de la justicia que tienen todos los ciudadanos mexicanos.

Y en una nación que tiene una legalidad incompleta y cuestionada, una vigencia dudosa e irregular del Estado de Derecho, y una cultura de la ilegalidad ampliamente extendida en casi todas las ramas de la vida nacional, no puede haber nada más peligroso que, desde la Presidencia de la República y desde la Jefatura del Estado, la cabeza de las instituciones nacionales mande el mensaje de que la ley no siempre se cumple y que basta con desconocer la autoridad de una juez para violentar la Constitución, la Ley de Amparo y hasta el juramento presidencial.

La próxima vez que a un ciudadano lo quieran apercibir para que cumpla la ley o acate una orden judicial, podrá tranquilamente decir que: “no vamos a bajar nada porque eso que pide la jueza no tiene sustento jurídico” y así negarse a que se le aplique la ley o se le trate de aplicar la justicia. Claro que a usted ciudadano eso le costaría cárcel y muy posiblemente hasta maltratos, mientras que a la Presidenta hasta ahora sólo le ha valido reclamos y rechazo por parte de los juzgadores federales y de la oposición. ¿Qué dirá de todo esto la Suprema Corte de Justicia de la Nación?, ¿estamos oficialmente ante una guerra declarada de poderes constitucionales?

NOTAS INDISCRETAS…

A la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, y a su secretario de Seguridad, Pablo Vázquez, les mandaron un muy claro mensaje los cárteles delincuenciales de la CDMX, para ver cómo viene la nueva administración. Porque no se puede entender de otra forma la manera tan impune y descarada con la que sicarios del crimen organizado capitalino, al parecer de la Unión Tepito, ejecutaron en un mismo día, con diferencia de horas, a plena luz del día y en zonas importantes y concurridas de la ciudad, dos ataques “de alto impacto” en contra de mujeres a las que claramente pretendían callar y asesinarlas. No fue casualidad y es muy probable que ambos atentados se conecten a la misma red delincuencial, que primero ejecutaran de 10 disparos a la abogada penalista Oralia Pérez, en su camioneta cuando circulaba frente al concurrido centro comercial “Parque Delta”; y tan solo un par de horas después le dispararan a la diputada local Diana Sánchez Barrios, en medio de una multitud que circulaba por la calle Motolinia, esquina con 5 de Mayo, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México. A diferencia de la abogada, la diputada e hija de la histórica lideresa de comerciantes de Tepito, Alejandra Barrios, logró sobrevivir al ataque, gracias a que intentó huir y se metió a una farmacia en donde el sicario la alcanzó y le disparó en el cuello, pero fue recogida a tiempo por los servicios médicos y hoy se reporta grave, pero estable en el Centro Médico Nacional del IMSS. Y ayer, mientras la Jefa de Gobierno y su secretario de Seguridad salían a intentar apagar el fuego de una noticia que le dio la vuelta al mundo, anunciando que van a reforzar el operativo policiaco en el Centro Histórico, la propia Alejandra Barrios salió a dar la cara y acusó directamente al cártel de drogas Unión Tepito, de haber ordenado el ataque letal contra su hija, la diputada Sánchez Barrios. ¿Será que doña Alejandra sabe más que el titular de la SCC, Pablo Vázquez, y que la jefa Clara Brugada?, o será más bien que a la líder de comerciantes no le tiembla la mano para apuntar y señalar a los narcos capitalinos, mientras nuestras autoridades arrancaron lentas y se sorprendieron tanto por el regreso de la violencia narca a la CDMX, como nos sorprendió al resto de los ciudadanos…Si hubiera una medición de los malos alcaldes de México, seguro que la alcaldesa de Acapulco tendría que encabezarla. Porque no sólo su primer trienio fue de tragedia para la inseguridad y violencia que se descontroló en Acapulco, sino que ahora en su segundo trienio, Abelina López ha superado los niveles de incompetencia, incapacidad y cinismo, al resbalársele cualquier responsabilidad en los graves problemas que viven los acapulqueños, lo mismo en la devastación de dos huracanes en menos de un año, que en el deterioro de los servicios públicos municipales, pero sobre todo en la situación de violencia e inseguridad que siguen padeciendo los acapulqueños. Si los reporteros le preguntan por la quema de camionetas, taxis, un restaurante de la zona turística o el incendio del mercado municipal, Abelina les dice: “Yo no hablo de eso, yo no soy la Fiscalía, ¿eh?, pregúntele al Fiscal”. Y si le preguntan por las “células de inteligencia” que había anunciado el gobierno federal que mandaría a Acapulco, Abelina les vuelve a responder: “Yo no soy fiscal, hay que esperar a ver qué dice la Fiscalía y qué se arroja”. Y si el reportero insiste y le dice que por qué limpió las zonas donde hay incendios o ataques del crimen organizado antes de que la Fiscalía investigara, alterando así una escena criminal, Abe de plano se nos descontrola: “¿Usted quiere una ciudad sucia, eso es lo que usted le apuesta a Acapulco?, ¿Qué le apuesta?”. El reportero le reitera: “pero es una investigación judicial”, y entonces la alcaldesa que nadie entiende cómo ganó su reelección, se zafa de la pregunta con un revire magistral al periodista: “Usted no ama a Acapulco, pareciera que hay que estar en la mugre”. ¿Cómo fue que Abelina y su argumento de “la calor” fueron reelectos por los votantes acapulqueños cuando su mandato fue de puras tragedias? Ese es uno de los misterios de la nueva teología de la Transformación…Los dados nos regalan dos Escaleras Dobles. Nomás por el gusto de disfrutar la vida.

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