Dos días después de que el presidente López Obrador dibujara desde el Zócalo el perfil de lo que no quiere para su sucesión, alguien de corte “moderado” que pudiera cambiar sus reformas y darle un giro a la derecha como lo hizo Manuel Ávila Camacho, a quien prácticamente llamó “traidor” a la Revolución por haber “torcido” las reformas de Lázaro Cárdenas, el canciller Marcelo Ebrard presentó ayer en la FIL del Palacio de Minería su libro biográfico “El Camino de México”, con el que pretende apuntalar su aspiración presidencial y trazar la ruta que seguiría si llega a ser candidato de Morena en 2024.
Con gritos y vítores de “¡presidente, presidente!”, con los que lo recibieron sus seguidores y asistentes a la presentación, Marcelo se dejó ver sonriente y animado en el patio central del edificio neoclásico. Era como si el titular de la SRE tratara de ignorar las interpretaciones del discurso sabatino de AMLO en el que, con palabras y narraciones sobre lo que sucedió en la sucesión presidencial de 1940, el presidente dejó en claro que él no cometerá el error de Cárdenas de nombrar sucesor a alguien que no le garantice la continuidad total de su movimiento y pretenda hacer cambios a sus reformas y programas para “torcer” su transformación, algo que muchos vieron como un mensaje a Ebrard.
Pero que lo empiecen a ver como el “Ávila Camacho de la 4T”, no impidió que ayer al mediodía el equipo del canciller convirtiera la presentación del libro en un acto de campaña en el que llenaron el evento con seguidores y simpatizantes ebrardistas que vitoreaban al autor y aspirante. Incluso la selección de sus presentadores dejó claro que Ebrard busca trazar su propio camino, pues la invitada de honor, la escritora Elena Poniatowska, se ha declarado “desencantada y sorprendida” de las decisiones y políticas de López Obrador, de quien fue una de sus más entusiastas apoyadoras en campaña y al arranque del gobierno. “No ha hecho nada de lo que esperábamos por la cultura”, dijo Elenita, quien también cuestionó que López Obrador no escuche las críticas a su proceder.
Junto a Poniatowska acompañaron la presentación del libro el académico y periodista Ricardo Raphael y su esposa Rosalinda Bueso, además de la presencia de personajes como Santiago Nieto, exdirector de la UIF y actual fiscal de Justicia de Hidalgo, además de los diputados morenistas Emanuel Reyes, Karla Yuritzi y Daniel Gutiérrez, y la senadora Malú Micher, entre otros morenistas. En su libro autobiográfico, Ebrard Casaubon hace un recuento de su trayectoria política y en el servicio público, al mismo tiempo que delinea los ejes de su propuesta para dar continuidad al movimiento de transformación de López Obrador, a partir de lo que él considera debe ser “El Camino de México” para el futuro inmediato.
Y aunque el sábado el presidente cuidó las formas y sentó a los tres a su izquierda en el presídium e incluso en su discurso dijo que “cualquiera de los aspirantes” de Morena garantiza el “cambio con continuidad”, en el fondo López Obrador mandó un mensaje claro y contundente de que a él no le pasará lo que al general Cárdenas de verse presionado políticamente para optar por un sucesor que modifique la ruta de su movimiento y revierta sus reformas. En las imágenes del sábado, en donde primero está sentado Adán Augusto, luego en medio Claudia Sheinbaum y después él, a Ebrard se le ve tenso y serio, como si al final un político experimentado y formado en la escuela de los discursos y las señales entre líneas hubiera captado claramente el mensaje.
No es la primera señal ni el primer mensaje que recibe Marcelo de que, si bien el presidente siempre se expresa bien de él, elogia su trabajo y lo defiende como un gran aliado de su movimiento, tampoco se le ve en Palacio Nacional como el gran favorito para la sucesión. Más allá de que él jure lealtad y continuidad al movimiento de la 4T si llega a ser presidente, Ebrard ha sido claro en que él sí continuaría con la obra de López Obrador, pero haría “algunos cambios”, con lo que parece dibujarse claramente el riesgo que tanto teme el tabasqueño y del que alertó en su discurso del Zócalo utilizando la figura de Ávila Camacho.
Si bien Ebrard sigue siendo visto como el aspirante más experimentado en política y gobierno y el que más puede concitar apoyos y votos de sectores de clase media, de empresarios y hasta de la derecha que tanto teme y repudia AMLO, los handicaps del canciller también son fuertes, empezando por la desconfianza y el recelo que puede ver el presidente en su carrera autónoma, y siguiendo por el odio que le profesa la señora Beatriz Gutiérrez Müller que es junto con el mandatario la que decide todos los nombramientos de embajadores y cónsules en este gobierno, y que claramente apoya a la principal rival del secretario de Relaciones Exteriores.
Por todo eso, y a propósito del título de su libro “El Camino de México” que habrá que leer, vale la pena preguntarse si el camino de Ebrard se dirigirá finalmente a Palacio Nacional o se verá obligado a tomar una ruta alterna si, como se dibuja desde ahora en el discurso del presidente, él no resulta ser el candidato de Morena. Sus colaboradores más cercanos dan por hecho que “Marcelo no rompe ni se va de la 4T”, mientras que analistas atribuyen esa tibieza al temor de que le revivan expedientes judiciales relacionados con la 4T, y dan por hecho que el canciller terminará negociando posiciones para él y su equipo.
Porque al final López Obrador resolverá su sucesión —en la que si bien introdujo cambios e innovaciones como el adelantamiento de los tiempos y las campañas abiertas de sus corcholatas— al viejo estilo priista. Y a las corcholatas que no resulten nominadas las mandará uno a la Presidencia de Morena, otro a la Presidencia del Senado y quizás a otro más a coordinar la campaña del candidato o candidata. Y entonces, la pregunta es ¿a dónde terminará el camino de Marcelo? ¿A ser líder del Senado de la República?
NOTAS INDISCRETAS… A propósito de la cancillería, empieza a comentarse al interior de Palacio Nacional que el verdadero destino de Lázaro Cárdenas Batel, luego de su renuncia a la Coordinación de Asesores, no será a la Ciudad de México como candidato, sino más bien el presidente lo quiere para sustituir precisamente a Marcelo Ebrard cuando éste renuncie a la SRE para participar en el proceso interno de Morena. Por eso, dicen, mandarán a Lázaro a la CELAC en donde continuará la labor que ya hacía como operador de las relaciones con Brasil y con Luiz Inácio Lula Da Silva, además de que también llevaba, desde Palacio Nacional, la relación con Cuba y fue él precisamente quien organizó la reciente y controvertida visita del presidente cubano, Miguel Díaz Canel, en la que López Obrador le entregó la medalla de la Orden del Caballero Águila. “Lázaro ya era una especie de vicecanciller en temas que tienen que ver con Latinoamérica, por lo que el presidente lo manda un rato a la CELAC para de ahí habilitarlo como sucesor de Ebrard en la Cancillería”, nos dijo una fuente cercana al Palacio. Eso sí, también confirmó que lo de Lázaro sí fue renuncia y que la presentó desde hace más de un mes. Ya hablaremos de eso y de su ausencia el sábado en el mitin del Zócalo… Fuerte y clara la reacción del Poder Judicial de la Federación ante las muestras de odio y violencia que se vieron el sábado en el evento de la expropiación petrolera en contra de la ministra presidenta Norma Piña. “Preocupa a este Poder de la Unión que el ejercicio de los pesos y contrapesos que exige nuestro orden constitucional redunde en una confrontación no sólo institucional, sino entre los mexicanos. No más acciones de odio, no más violencia de género, México nos demanda más”, dice un comunicado emitido ayer por el Consejo de la Judicatura en defensa de la ministra Piña y de otros ministros que también aparecieron sus imágenes el sábado catalogándolos como “enemigos de la 4T” entre las que se encontraba la ministra Margarita Ríos Farjat. Aunque el presidente condenó el hecho y pidió a sus militantes evitar ese tipo de acciones de odio, al final López Obrador terminó minimizando la gravedad de esas expresiones al decir que “fueron unos pocos” asistentes a su mitin y luego cuestionar que cuando se han quemado imágenes de él en manifestaciones “la prensa no ha dicho nada”, algo que por lo demás ayer le refutaron varios medios, entre ellos EL UNIVERSAL al mostrar fechas, datos e imágenes de publicaciones cuestionando ese tipo de acciones de odio en contra de su figura. ¿Será que AMLO entiende realmente las repercusiones que tiene su discurso de odio, no sólo contra la ministra sino contra la prensa crítica, opositores y todo aquel que disienta de este gobierno, o será que lo va a entender hasta que la violencia se desborde y haya tragedias que lamentar?... Los dados repiten Serpiente. Mal tiro.
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