La pregunta de la senadora Alejandra Reynoso, secretaria de la Comisión de Relaciones Exteriores, fue directa: “Es usted para muchos un vicepresidente, se ocupa de muchos temas que van desde la migración hasta la seguridad, ¿es sostenible esta situación?”, le cuestionó la legisladora panista a Marcelo Ebrard Casaubon. Y el secretario de Relaciones Exteriores, habilidoso como es, no esquivó la pregunta y su respuesta también fue directa: “¿Que si yo tengo funciones de vicepresidente? No, en México no hay vicepresidentes, soy secretario de Relaciones Exteriores… el señor presidente me ha delegado esa responsabilidad. Tenemos mucho presidente y no necesitamos vicepresidentes”.
El titular de la SRE que se ha convertido, con mucho, en el hombre más visible y más influyente del gabinete del presidente López Obrador, es un político que, dentro y fuera del gobierno, provoca reacciones a favor y en contra de su trabajo y de su protagonismo político. La mayoría le reconoce su experiencia como ex jefe de Gobierno y la escuela y el colmillo políticos que heredó de su tutor fallecido Manuel Camacho Solís, y no son pocos los que lo ven como uno de los prospectos más claros para la aún lejana sucesión de 2024.
Pero así como sus amigos y admiradores le ven tamaños y capacidades, sus malquerientes también cuestionan el “excesivo protagonismo” de Marcelo que “quiere abarcarlo todo” y aseguran que el canciller se vale del desinterés del presidente en todo lo que no sean sus giras de contacto con la gente por la República, sus programas sociales de ayuda directa a la gente y sus obras y proyectos personales, para meterse en todo aquello que el presidente delega y encarga a otros porque ni le entiende ni le interesa mucho ocuparse de esos temas: desde la política exterior, la seguridad, la migración, la asistencia a foros, cumbres y eventos internacionales, la negociación del T-MEC y por supuesto el diálogo con la administración de Donald Trump y la relación con Estados Unidos. Todo eso lo abarca, muy por encima de sus facultades legales, el secretario Ebrard.
Es tal el poder que hoy tiene Marcelo Ebrard, que es inevitable compararlo con el otro secretario de Relaciones Exteriores (y antes de Hacienda) que se volvió tan poderoso en el sexenio pasado: Luis Videgaray Caso. Si a Videgaray en su momento se le consideraba casi un jefe de gabinete y se le nombraba también en los corrillos políticos como “Vicepresidente” o en tono jocoso “Vicegaray”, es porque también tenía una injerencia desmedida y extralegal en diversas áreas del gobierno federal, más allá de las carteras de la SHCP y SRE que ocupó oficialmente. Videgaray controlaba también temas de política exterior y de política interna, le ordenaba a otros secretarios de Estado y, sobre todo, tenía el control del oído y hasta del ánimo del presidente Peña Nieto.
Quizás la diferencia no menor entre Ebrard y Videgaray —que además trabaron una buena relación desde la campaña y en la transición negociaron juntos el T-MEC mientras Luis le abría las puertas de la Casa Blanca a Marcelo y lo recomendaba con su amigo Jared Kushner— es que en el sexenio pasado Luis Videgaray tenía un contrapeso en el mismo gabinete en la persona del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que era el otro “hombre fuerte” de Peña, mientras que en el gabinete lopezobradorista no se ven otros “pesos pesados” con la fuerza y la influencia que tiene el hoy canciller.
Los únicos dos que le hacen sombra a Marcelo, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal, no están en el gabinete y con ellos no se medirá hasta dentro de unos años si es que el canciller decidiera que, ahora sí, el 2024 va la suya. Y aún con ellos Ebrard mantiene una buena relación: cuidadosa y política, en el caso de la Jefa de Gobierno, que sabe que es la política más cercana en el ánimo y el corazón del presidente López Obrador, y de alianza de conveniencia con el senador Monreal, con quien impulsa conjuntamente a Mario Delgado para la presidencia de Morena, además de que sabe que el zacatecano es, si bien el otro posible contendiente para la sucesión, el más distante del interés de AMLO para sucederlo.
Así que vicepresidente o no, lo que es un hecho es que Marcelo Ebrard hoy va a todas y que, tanta exposición, él sabe bien, es un arma de doble filo: así como tanto poder lo puede catapultar a que lo vean como un sucesor natural, también lo expone a ser el blanco perfecto de tantos grupos de interés y de las tribus salvajes de Morena que, ya demostraron, son indómitas y se van a despedazar en el intento de tratar de controlar el poder y la permanencia en el gobierno. Como dijera un político cercano al Palacio: “Marcelo es como el zorro en el gallinero, que se da la gran vida espantando a las gallinas y se come todos los huevos, hasta que se le aparezca el cazador”.
NOTAS INDISCRETAS… Jaime Rodríguez El Bronco es otro gobernador más, ahora independiente, que se suma a la exigencia cada vez más fuerte de los estados de la República para que se revise el actual Pacto Fiscal entre las entidades y el gobierno federal, y se convoque a una Convención Nacional Fiscal para cambiar las fórmulas con las que se reparte el Presupuesto federal. El mandatario de Nuevo León dice abiertamente que el actual convenio “ya no funciona y tiene que cambiar” y al igual que otros gobernadores, argumenta que su estado, que genera 10% del PIB de los ingresos federales, solo recibe a cambio participaciones equivalentes a 4.5% del PIB. “Es un tema que va a confrontar a los estados con el presidente, pero no se trata de un pleito, a nadie nos conviene un pleito, así que tenemos que pensar en un diálogo necesario entre López Obrador y los gobernadores, pero de que tiene que cambiar, tiene que cambiar el esquema fiscal”, dijo El Bronco, quien además propuso que en la nueva fórmula la mayor parte del gasto público se destine directamente a los municipios, que son los que atienen las necesidades directas de los ciudadanos, ni el gobierno federal ni los estados tienen por qué tener tanto presupuesto, si todo se da directamente a los municipios, el país funcionaría mucho mejor en todos los sentidos, apuntó el gobernador de Nuevo León… Los dados mandan Escalera. Mejora el tiro.
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