Marcelo Ebrard le metió, por primera vez, presión a la adelantada sucesión interna de Morena . Ante la urgencia del secretario de Relaciones Exteriores para que se definan las reglas para la contienda interna morenista y que se establezcan claramente las fechas no sólo para levantar las encuestas internas, sino para que los aspirantes a la candidatura presidencial del oficialismo renuncien a sus cargos públicos y puedan sostener varios debates públicos en los primeros tres meses de 2023 para contrastar sus ideas y proyectos, la reacción en contra que provocó el acelere de Ebrard mostró lo tensas y encontradas que están las posiciones de las llamadas “corcholatas” de López Obrador.
De inmediato, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López se pronunciaron en contra de las propuestas que Marcelo le entregó al dirigente nacional de Morena, Mario Delgado , el pasado domingo en Monterrey, donde ambos coincidieron en un evento del canciller. La jefa de Gobierno argumentó que no es posible debatir entre los precandidatos morenistas el próximo año, como propone Ebrard, “porque le estaríamos quitando su espacio a las elecciones de Coahuila y el Estado de México”; y sobre el planteamiento de que los aspirantes al 2024 renuncien a su cargo actual cuando lo defina el CEN de Morena, Sheinbaum también se dijo en contra: “No lo creo necesario, en mi caso yo, a diferencia de mis compañeros, soy electa y tengo una responsabilidad que cumplir”.
Y si Sheinbaum rebotó las dos propuestas de Ebrard, Adán Augusto López fue aún más duro en su respuesta: “Imagínese ¿el secretario de Gobernación va a debatir con el secretario de Relaciones Exteriores y con la jefa de Gobierno o con el presidente del Senado? Si no son todavía tiempo de proyectos políticos, son los tiempos del presidente”, dijo el tabasqueño, quien además estimó que la realización de debates públicos entre los aspirantes morenistas podría ser considerada “actos anticipados de campaña” por las autoridades electorales. Eso sí, cuando los reporteros le preguntaron si las giras y eventos proselitistas que él y Marcelo y Claudia realizan no son también actos anticipados de campaña, dijo que no son lo mismo.
Es curiosa, por decir lo menos, la reacción tanto de Sheinbaum como de Adán Augusto a las propuestas de Marcelo Ebrard, porque si bien el canciller plantea definiciones que se necesitan para que haya lo que él mismo llama “un piso parejo”, en realidad no propone nada que no hayan hecho ya abierta y públicamente tanto la Jefa de Gobierno como el titular de la Segob. La propaganda de ambos que se puede ver por todo el país, marcadamente de Sheinbaum, y sus constantes eventos y actos de proselitismo por toda la República son claramente actos de campaña fuera de los tiempos legales y con recursos públicos que ninguno de los tres aspirantes morenistas ha explicado y mucho menos reportado públicamente.
¿Y entonces? ¿Por qué negarse a debatir o a presentar una renuncia en una fecha determinada que no sea la que les marca la ley bajo el argumento de que pueden entorpecer las elecciones mexiquenses y coahuilenses, como dice Claudia, o que puedan eclipsar, como dice Adán Augusto, “los tiempos del presidente” cuando fue el propio López Obrador el que los autorizó y les aplaudió sus acciones de campaña fuera de la ley? Más bien parece que rehúyen confrontarse públicamente con Marcelo que, ni duda cabe, es mucho mejor polemista que la doctora y quién sabe si también que su compañero del gabinete.
En todo caso, está claro que Marcelo Ebrard se va a convertir, a partir de ahora, en la segunda “piedra en el zapato” para la sucesión presidencial de Morena —la primera fue Ricardo Monreal— y que la exigencia del canciller para que se definan ya reglas claras, tiempos y debates entre las “corcholatas” morenistas no va a parar. La prueba es que el fin de semana Marcelo amagó a Mario Delgado, a quien ha acusado de “imparcialidad” por su evidente cercanía con Claudia Sheinbaum, y amenazó con hacer pública la carta en la que exige “piso parejo” y pide definiciones de fechas de encuesta, renuncias meses antes de la encuesta y debates en el primer trimestre de 2023.
La respuesta de Mario Delgado fue acudir personalmente a Monterrey, donde se reunió por media hora con Ebrard en privado y se comprometió a actuar con imparcialidad y a estudiar las propuestas del canciller. Después del encuentro privado, Delgado acompañó a Ebrard en su evento proselitista por el Mercado Juárez de la ciudad regia.
Al final, Marcelo sabe muy bien que, más allá de lo que opinen Claudia y Adán, vaya ni siquiera lo que piense Mario Delgado, el único que definirá las reglas y los tiempos de la contienda por la candidatura presidencial de Morena se llama López Obrador. Si el presidente quiere, se harán los debates, las renuncias y las fechas establecidas claramente para las encuestas. La pregunta es qué hará Ebrard si resulta que la dirigencia de Morena termina por rechazar su propuesta de “reglas para el piso parejo” y si el presidente decide que ninguno de sus planteamientos es viable. ¿Se quedará el canciller en una contienda en la que no confíe y en donde el piso se ve más parejo para una que para otros?
NOTAS INDISCRETAS… A propósito de Mario Delgado, ayer el líder morenista confirmó, con el anuncio del nombre del candidato de Morena al gobierno de Coahuila, lo que aquí le anticipamos desde el sábado pasado: que el abanderado morenista será el senador Armando Guadiana, quien ganó las encuestas internas, y no el subsecretario Ricardo Mejía Berdeja, quien ya se hacía con la candidatura en la bolsa. La encuesta de Morena claramente privilegia el nivel de conocimiento, por sobre la competitividad y efectividad de sus aspirantes. Y nadie duda de que el senador y empresario Guadiana sea el más conocido para los coahuilenses, dejando a Luis Fernando Salazar en el segundo lugar y hasta el tercero a Mejía Berdeja. En los criterios de Morena para elegir a sus candidatos el nivel de conocimiento representa 2 de 10 puntos y Guadiana efectivamente es el más conocido, pero ha perdido ya en una ocasión la gubernatura y en otra la alcaldía de Saltillo por lo que está claro que Morena reconoce que perdería Coahuila y manda a un candidato que ya perdió en el estado y en su capital y que, hoy es claro y público, no tiene el apoyo del presidente López Obrador. Tal vez por eso el subsecretario Mejía Berdeja está haciendo berrinche y se niega a reconocer los resultados de la encuesta a la que ha descalificado como “amañada”, llamando a sus seguidores a “continuar con nuestro proyecto”. Y es que a Mejía se le veía como el favorito del presidente y todavía la semana pasada, en una pregunta que le hicieron en la mañanera, López Obrador se refirió a él como “un hombre decente y trabajador”, mientras declinó opinar sobre Guadiana y Luis Fernando. Parece que la decisión de Morena en Coahuila tiene visos de negociación política o de una entrega anticipada del Estado al gobernador Miguel Riquelme, que con su candidato Manolo Jiménez, tendría prácticamente el campo libre para continuar con lo que muchos ven como la consolidación del moreirato. La pregunta es ¿a cambio de qué la 4T se rindió antes de la batalla en Coahuila?... Por lo pronto, anoche fuentes cercanas al subsecretario Mejía nos comentaban que "hay la posibilidad de que Ricardo Mejía sea postulado como candidato a gobernador de Coahuila por el PVEM y el PT, que anoche ya estaban en pláticas". Si eso sucede y Mejía va por los verdes y petistas podríamos ver reeditarse el fenómeno de San Luis Potosí en los comicios de 2021 cuando Ricardo Gallardo, rechazado por Morena, fue postulado por el PVEM y ganó con la división del voto morenista. Solo que Miguel Riquelme no es Juan Manuel Carreras ni Coahuila es San Luis y ese no es un dato menor.... Agitamos los dados. Segunda Escalera de la semana.
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