Envuelto en las crisis de feminicidio , seguridad y desabasto de medicamentos , el presidente López Obrador aprovechó ayer el aniversario luctuoso de Francisco I. Madero, uno de los héroes y expresidentes que más admira, para reafirmar su discurso conspirativo y reiterar que detrás de cada problema o reclamo social que lo rebasa, que se le desborda y se sale de control, está la mano “de los conservadores” los mismos que, dice, asesinaron a Madero y a Pino Suárez en el Palacio de Lecumberri después de apresarlos y encarcelarlos junto al Gral. Felipe Ángeles en Palacio Nacional.
No es la primera vez que el presidente expresa en un discurso público su admiración por la figura del llamado “apóstol de la democracia” y de que utiliza la figura de Madero para mandar mensajes que establecen un cierto paralelismo entre él y el expresidente originario de Parras, Coahuila. “El gobierno actual ha retomado los ideales democráticos de Madero con el agregado de poner el mismo énfasis en el bienestar del pueblo, no solo por convicción o humanismo, sino también para afianzar los cambios con el respaldo de la gente y evitar retrocesos y resistir ante cualquier reacción conservadora”, dijo ayer en un mensaje en Palacio Nacional.
Pero al mismo tiempo que le admira por sus ideales democráticos y su propuesta de justicia social —incluso al nivel que los otros dos expresidentes que son su referencia: Benito Juárez y Lázaro Cárdenas — López Obrador tiene una especie de obsesión con la incomprensión, el vilipendio público y “la traición golpista” de que fue objeto el coahuilense: Madero, aseguró, “fue un político extraordinario y fuera de serie, a pesar de que en su momento lo consideraron insignificante, inepto de la política, poca cosa, desequilibrado mental y hasta loco”.
Apenas en la semana pasada, el presidente había conmemorado el también aniversario luctuoso de Gustavo A. Madero y Adolfo Bassó, ambos asesinados el 18 de febrero de 1913 por las fuerzas golpistas de Victoriano Huerta. Un día después, reunido en el Zócalo de la Ciudad de México con los mandos y tropas del Ejército mexicano, les agradeció a los militares del país “que no hayan escuchado el canto de las sirenas y dar la espalda a la traición y al golpismo”.
Todos estos discursos conectan sí con su devota filia maderista, pero también con su personalidad de mártir y su obsesión personal y permanente por una posible conspiración o reacción de sus adversarios en su contra. No es gratuito que, aprovechando la coincidencia en las fechas —Madero fue derrocado y asesinado justo a los 15 meses de gobierno, los mismos que él tiene en el poder— López Obrador recurra a las “lecciones de la historia” para ubicar a su gobierno, hoy en 2020, en un contexto similar al que vivió el coahuilense, por un supuesto “asedio” de los “conservadores de derecha” que ve detrás lo mismo de marchas feministas y reclamos contra la violencia de género, que de cualquier otra crisis o reclamo social que enfrente su administración.
“No podemos soslayar la bella y al mismo tiempo dolorosa lección del maderismo: democracia sí, pero justicia social también. Madero es mártir y héroe, místico y hombre de acción, maestro y sobre todo enseñanza. Estamos obligados a no olvidarlo jamás, por eso celebro que este día estemos inaugurando su memorial”, dijo ayer en el homenaje luctuoso del presidente derrocado.
Andrés Manuel López Obrador es un conocedor y apasionado de la historia de México y recurre a ella de manera constante no sólo para sus discursos y mensajes políticos, como cuando llamó a la oposición “moralmente derrotada”, sino también para definir su estrategia política. Pero la historia, según los que más le conocen, le interesa y le obsesiona en dos sentidos: conocer y aprender del pasado, pero también para poder trascender en ella. Hace unas semanas, el 5 de febrero, entrevisté para la televisión al senador Ricardo Monreal, y sobre el presidente y la historia nos decía:
“Yo lo he dicho siempre: a Andrés Manuel López no le interesa el dinero, no le interesa el poder económico, no le interesa incluso la ambición de tener bienes, una casa en Acapulco, otra casa en Nueva York, le interesa la historia, estar en la historia. Recuerden sus discursos de los últimos 18 años, desde que fue candidato a Jefe de Gobierno del DF, él decía la historia, yo quiero estar en la historia y que la gente me recuerde como el mejor presidente de México, como Juárez, como Lázaro Cárdenas. Y lo va a lograr, porque no está metido en los negocios, lo que le interesa es la historia, así tenga que sacrificar incluso a su familia”.
En la misma conversación, el líder del Senado mexicano habla de la admiración y devoción que López Obrador siente por Madero. “Él se identifica mucho con Madero. Madero cuando llega a la presidencia inicia un cambio de régimen y dura solamente en la presidencia 15 meses, el presidente sabe eso, y sabe que a Madero el poder conservador, los porfiristas, lo derrotaron, es más se burlaban de él, lo caricaturizaban de manera vil: un hombre débil, un enano frente a Porfirio Díaz el dictador y no lo entendieron en su época este sector de conservadores, y fue una lucha muy fuerte contra Madero hasta que vino el golpe de Estado. Como conoce la historia, Andrés Manuel no va a pasar como un Madero, nunca”, comentó Monreal sobre el paralelismo entre los dos personajes.
Así es que acostumbrémonos a que cualquier crisis que le estalle a este gobierno, producto de sus errores, fallas o decisiones, sea respondida con el expediente de la “reacción conservadora” ante los cambios que está haciendo la 4T. Y nadie duda que hay intereses y reacciones de grupos económicos y de poder que se están viendo afectados con las decisiones de este gobierno y que algunos de ellos tienen la fuerza y la capacidad de intentar desestabilizar a la administración lopezobradorista; pero en la visión conspirativa del presidente, ningún reclamo social, popular o ciudadano, así sea de mujeres, padres de niños enfermos, madres de niños de guardería o pobladores que se oponen a una de sus obras, será válido ni legítimo porque todos los que cuestionen a su gobierno estarán bajo sospecha de ser “conservadores” y “adversarios”.