El primer encuentro cara a cara entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump fue de un pragmatismo total de ambos mandatarios que metieron bajo la alfombra toda tensión histórica o personal para lanzarse elogios mutuos —o mutual admiration en inglés— y declararse uno al otro los “mejores amigos” e impulsores de la transformación en sus respectivos países.

Los discursos de esta tarde en el Jardín de las Flores, luego de 40 minutos de encuentro privado en la Oficina Oval, no parecían de los dos países desiguales ni de la conflictiva frontera común y, como dijo el presidente mexicano, dejaban atrás cualquier visión de los “vecinos distantes” para declararse, al menos al nivel de sus presidentes, “amigos entrañables”.

Donald Trump se dedicó a exhaltar las bondades y maravillas de su nuevo Acuerdo Comercial como una obra totalmente suya con todas las ventajas para su país y, por primera vez quizá en sus cuatro años de presidente, cuando mencionó las palabras “México y los mexicanos” no las relacionó con criminales, secuestradores o traficantes de droga. “Tenemos una maravillosa comunidad de ciudadanos mexicano-americanos que son dueños de negocios”, dijo el presidente estadaunidense en un claro guiño al voto latino y mexicano dentro de su actual campaña en el que evitaba cualquier expresión ofensiva o racista de su muro fronterizo y de la migración indocumentada.

Y si Trump fue pragmático y elogioso en sus 5 minutos de discurso, el presidente López Obrador no sólo duplicó el tiempo de su mensaje, con casi 15 minutos de discurso, también incrementó el número y la intensidad de los elogios que le dedicó a Trump de quien dijo "solo hemos recibido ayuda y apoyo, nunca ninguna imposición que vulnere nuestra soberanía".

En la visión y las palabras del presidente mexicano, Donald Trump era no sólo un presidente amable y comedido con los mexicanos, sino que nunca nos había ofendido como lo ha hecho llamándonos “criminales, violentos, violadores y traficantes de drogas”. Todos esos estigmas e improperios racistas que nos ha dedicado, tanto en campaña como en su presidencia, desaparecieron en el discurso de López Obrador para sustituirlos por lisonjas y elogios al maravilloso presidente de los Estados Unidos, que no solo nos ha salvado con el petróleo, el comercio o donándonos ventiladores para la pandemia, sino que “nunca ha tenido para nosotros sino expresiones de apoyo y amistad”.

Al final de los mensajes en la Casa Blanca, donde por cierto Andrés Manuel López Obrador habló más rápido, a una velocidad normal, sin sus largas pausas y oraciones eternas como nos tiene acostumbrados a los mexicanos, quedó la sensación de que más allá de lo positivo o negativo que resulte esta visita, López Obrador y Donald Trump han decidido apostar al pragmatismo y dejar de lado cualquier diferencia para beneficiarse mutuamente a ellos y sus proyectos políticos. El presidente estadounidense claramente quiere a AMLO como su aliado para que le acerque a los votantes mexicanos en EU, tanto que hasta le recordó su “triunfo histórico”, mientras que el mandatario mexicano quiere al poderoso vecino de su lado para consolidar su 4T, tanto que hasta lo comparó con George Washington por no aprovecharse del infortunio mexicano. Y en ese objetivo, el de tener a Donald Trump como su aliado, a López Obrador no le importó dejar ver su claro apoyo al candidato republicano que está en campaña, pero sobre todo, no le importó la rabia y la indignación de los mexicanos que no quieren al racista y antimexicano Trump ni olvidan sus muchas ofensas. Cada quién elige a sus amigos y sus prioridades.

Twitter: @sgarciasoto

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