Recientemente Oxfam publicó su informe 2020 sobre la desigualdad económica que prevalece en el mundo y en nuestro país y proporcionó los siguientes datos: en 2019, 2,153 personas poseían más riqueza que 4,600 millones de personas, que equivale al 60% de la población mundial. En nuestro país, el 1% más rico tiene más de ocho veces la cantidad de riqueza que 62 millones de personas en situación de pobreza por ingresos. Y para reducir está desigualdad propone aumentar los impuestos de forma progresiva con base al ingreso y crear nuevos impuestos a la riqueza extrema para financiar servicios que reduzcan la pobreza.
Esto es importante si consideramos que México ocupa el último lugar en recaudación tributaria entre los países de la OCDE y posee un sistema tributario que no disminuye la desigualdad.
En nuestro país vale la pena recordar cómo ha crecido esa riqueza extrema de unos cuantos y cómo sean apropiado de la riqueza social producida por el trabajo de todos y por la sobreexplotación de los recursos naturales.
No es casual que su riqueza haya despegado cuando gran parte de las empresas públicas se vendieron al mejor postor producto de la privatización impulsada por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
1.- Carlos Slim Helú (52,100 millones de dólares) Su riqueza empezó a incrementarse en 1990 cuando en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari adquirió Telmex. A partir de ese año ha explotado de manera abierta y sistemática el poder monopólico de telefonía nacional establecida por la entonces empresa estatal. El control de la red nacional de telefonía le permitió establecer tarifas de interconexión muy elevadas a sus competidores, con lo cual se consolidó como un monopolio de las telecomunicaciones, incluso a nivel internacional. Gran parte de su fortuna fue a costa de los consumidores mexicanos, quienes durante años pagaron tarifas telefónicas muy por encima de lo que habrían pagado en un contexto competitivo o adecuadamente regulado.
2.- Ricardo Salinas Pliego (11,700 millones de dólares) El aumento de su fortuna inició cuando en 1993 adquirió la televisora estatal Imevisión, la cual se convirtió en TV Azteca, que le sirvió de punta de lanza para ensanchar su fortuna y en 2002 creó Banco Azteca.
Banco Azteca y la tienda Elektra son dos negocios de Salinas Pliego que dirigen sus actividades a personas de escasos recursos, ofreciendo productos a crédito con “pagos chiquitos” que se convierten en grandes deudas para la gente pobre que adquiere esos créditos. En 2019 Banco Azteca obtuvo ingresos por 58 mil millones de pesos, y la venta de mercancía en las tiendas Elektra representó 39 mil millones de pesos.
Ante las medidas de confinamiento social por la pandemia, el empresario no sólo se negó a cerrar sus mil 200 tiendas Elektra que tiene en todo el territorio mexicano, sino que ha desafiado al gobierno al hacer un llamado a la población para que no acate las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
3.- Germán Larrea (11,000 millones de dólares) Jorge Larrea Ortega, padre de Germán Larrea principal accionista del Grupo México, se hizo verdaderamente rico durante el mandato del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Fue precisamente en el año 1988 cuando nace el Grupo México al adquirir la compañía Minera de Cananea a un precio excepcionalmente bajo -680 millones de dólares-.
El Grupo México ha dejado a su paso destrucción y muerte principalmente en sus minas y causando un daño irreversible al medio ambiente.
Las condiciones en las que trabajan muchos de sus mineros, como en Pasta de Conchos son infrahumanas y los obreros reciben a cambio unos cuantos pesos, esto a pesar de que la empresa Grupo México obtiene millonarias ganancias.
Es en esta mina donde el 19 de agosto del 2006, una explosión por acumulación de gases dejó al menos 65 mineros sepultados. A casi 13 años del accidente los cuerpos de los obreros no han sido rescatados. Este es un ejemplo de las condiciones de inseguridad e insalubridad en la que trabajan los empleados de Grupo México.
El 6 de agosto de 2014, el Grupo México derramó 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico en los ríos Bacanuchi y Sonora, en lo que es considerado el peor desastre ecológico en la historia de México y se estima que más de 24 mil personas fueron afectadas por este accidente.
Podemos observar que la riqueza de tres de los hombres más ricos de nuestro país no es producto del esfuerzo personal, sino de una apropiación de los recursos públicos, de la explotación del trabajo social y de un deterioro del medio ambiente.
En estos momentos de emergencia nacional es necesario que una parte de esos recursos se reoriente a satisfacer las necesidades de millones de desempleados que se han visto afectados por la crisis económica y sanitaria.
Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco