La propuesta es hacer cultura para la gente.

Hacer en este caso teatro para la gente.

Teatro sin los muros de un edificio.

Teatro sin taquilla donde pagar dinero.

Teatro en la plaza que es de todos.

Teatro para todas las clases sociales, en la plaza de todos.

Con actores del primer nivel. Con una escenografía diseñada precisamente para plazas. Un simple tapetito que se desenrolla y ya está.

No es cierto: será un tapetote de 65 metros cuadrados que se desenrolla, gran iluminación, música inédita, grandes actores. Mariana Gajá, Moisés Arizmendi, Roberto Cázares, Tato Alexander, Conchi León, Andrés Delgado.

Y el cielo estrellado como techo.

El teatro es un templo donde el nosotros comulga. Donde el nosotros se mira y se escucha y se ve —y se reconoce— y se re-inventa.

No solo se reconoce en su centro —la escena— también en la butaquería del público, que se vuelve un nosotros —un nosotras— porque la gente vibra con otros al mismo tiempo, se ríe con esos cientos, llora con ellos.

Comulga con otros a flor de piel.

Lo sabían los antiguos griegos, que hacían el teatro por cierto igual, al aire libre, abierto para todos los ciudadanos.

Primero haremos teatro para la gente en el Zócalo. La plaza que es el corazón de México.

De jueves a domingo a las 8 PM, el domingo además a las 6 PM, del 13 marzo a 6 de abril. Luego, si todo funciona bien, iremos a otras plazas de la ciudad.

De hecho iremos a todas las plazas del país a donde nos inviten.

Y si funciona el modelo funciona, podrá ser repetido por otros teatristas.

Eso he hablado con la Jefa de Gobierno de la CdMx, Clara Brugada; y con Ana Francis Mor, Secretaria de Cultura de la CdMx; y Argel Gómez, productor de eventos de la CdMx; a quienes platiqué esta propuesta y son sus auspiciadoras.

Empezaremos con la obra ENTRE PANCHO VILLA Y UNA MUJER DESNUDA, de mi autoría. Una obra que ha tenido la buena fortuna de tener más de 20 puestas en escena, 12 de ellas en otros países. Colombia, Chile, Canadá, E.U.A., entre otros.

Es una obra feminista sin disculpas ni reservas. Y que hace reír y llorar a mujeres y hombres según he observado.

(A mí solo me hace llorar, porque es la bitácora de mi relación romántica con el Patriarcado, en cada ocasión desbarrancada en un desastre del que saltan flores y besos y lágrimas.)

Gran teatro para la gente. Teatro sin muros. Y sin taquilla.

Sin obstáculos.

En la plaza de todos y todas.

Ahí nos vemos.

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