¡No estás solo! ¡No estás solo!

Lo corearon en la reunión del Consejo de Morena luego de que se nombró a Adán Augusto.

Lo que demostró que sí está solo: el coro fue de solo 25 consejeros entre los 300 presentes. El resto tuvo enorme cuidado en demostrar que no lo coreaba. Apretaron los labios y mantuvieron la expresión del rostro en blanco.

Y cuando el aplauso se soltó después del coro, en el presídium los consejeros fundadores colocaron las manos en las rodillas, para hacer ostentoso que Adán Augusto sí está muy solo.

No importa, la prensa solo difundió un dato, el coro del No estás solo, abstraído de todo contexto, y dio por hecho que Morena entera protegía al senador. Y de ahí partió a hilar sesudas conjeturas y a dictar sentencias.

Esa es la prensa de nuestro tiempo: a propósito confunde el reporte de los hechos con la propaganda partidaria y a la propaganda con la opinión, y por eso ha perdido su capacidad predictiva.

Lo que en realidad sucedió en Morena es más complejo –e importa porque en Morena es donde hoy se disputa el verdadero poder.

Minutos después del coro, los consejeros fundadores pidieron la palabra para proponer la creación de un nuevo organismo, y el silencio zumbó en la asamblea.

Ahí venía el parteaguas en la vida política de México: propondrían un organismo que tome posición ante los Adán Augustos del partido: los miembros que fallen en su adhesión a la Ley.

Esos morenistas dudosos tendrían en adelante que apartarse de su fuero y del cobijo del partido y dar la cara ante la Justicia, como si viviéramos en Alemania o en Dinamarca.

Vaya, como si viviéramos en un Estado de Derecho.

Pero no. El organismo propuesto serviría para algo distinto. Para filtrar las solicitudes de ingreso a Morena y rechazar las de personas con un historial dudoso.

El nuevo organismo se aprobó sin debate y ante el entusiasmo de nadie, porque no tocó el tema donde hoy se concentran las miradas del país. Adán Augusto.

–Pero qué tino tenemos para no dar en el blanco –me dijo una consejera treintañera. –Qué capacidad de ser desleales a nuestra propia doctrina, a la Ley y a la esperanza de nuestros electores.

–Deja que el movimiento avance y se irán acomodando las calabazas en la carreta –me comentó en cambio una consejera fundadora al día siguiente.

–¿Avance cuánto? –le pregunté. –¿Un año? ¿Cinco años? ¿Un siglo?

¿Hasta que la lista de personajes dudosos de Morena sea tan larga como la de sus miembros?

La verdad ni siquiera se entiende el pavor de Morena a ser el primer partido político en México que trascienda su tribalismo y acate la Ley.

La militancia joven quiere que así sea y los viejos militantes también. De seguro en medio están muchos oportunistas, que no quieren que se cierre ahora el grifo de la corrupción, pero son una minoría.

Y menos se entiende en el caso de Adán Augusto, que ha sido consistentemente desleal a la jefa moral de Morena, la presidenta Sheinbaum.

Se conoce cómo ha operado de coordinador de los senadores de Morena. A cada iniciativa que ha enviado la Presidenta, el coordinador le ha cortado un gajo para sí mismo. O dos o cinco, para guardárselos él.

Y se dice menos, pero es igual de grave: Adán Augusto ha usado su poder para partir en dos al partido donde ha podido.

En Veracruz se asoció con la familia panista y mafiosa Yunes, para debilitar a la gobernadora de Morena.

En Chihuahua su grupo ha atropellado a la Morena local.

En Tabasco, su tierra natal, es el padrino de la oposición más significativa contra el gobernador May, de Morena.

¿Por qué Morena no se atreve a descobijar al enemigo que lleva dentro?

Acá caben las conjeturas.

Y ya veremos si las calabazas se acomodan para cobijar a Adán Augusto o descobijarlo.

Yo me quedo solo observando cómo la indecisión retrasa la ruptura de Morena con los usos y costumbres de la política mexicana, siempre corrupta.

Es así: en la escalera que lleva a el tiempo inédito de un país de leyes, Morena se ha detenido en los peldaños a luchar contra sus mejores ángeles.

Y los electores usuales de la Izquierda observamos de lejos el innoble combate…

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