-No me jodas —exclama un profesor de Ciencias Políticas de pie al fondo del auditorio, el micrófono en mano. —Morena, por Dios, no nos jodas. ¿Cómo nos pides que sigamos a un priista? Seguirlo hubiera sido traicionarnos, y pues no, no lo seguimos.

En Durango, los morenistas de cepa, esos que fundaron el partido en la localidad, están contrariados. Odian que Morena haya retrocedido en el estado en las elecciones recién pasadas, pero también odian los candidatos priistas que Morena del centro del país les impuso.

—No solo eran priistas —aclara una señora de pelo blanco y lentes redondos—, eran corruptísimos.

He ido a presentar mi último libro de teatro a la ciudad, Historia de la Democracia contada por una ciega y una cocinera, y luego de la presentación, se abre una conversación sobre el drama de la política actual. Más que hablar yo, les pido a los asistentes que ellos me cuenten.

En Ciudad Juárez vuelve a suceder. Luego de la presentación del libro, los asistentes me piden conversemos, y surge la misma contrariedad en los militantes fundadores de la Morena local, que de nuevo descubro han asistido: Morena centro les ha impuesto de líder local a un panista que se volvió priista y luego morenista, y para colmo es notable por su corrupción. Hoy presidente municipal de la ciudad, me dicen que es el socio de la gobernadora panista Maru Campos.

—Maru y él ya acordaron el traspaso del gobierno estatal para Morena en las siguientes elecciones. Maldito engaño: Seguiremos en lo mismo, pero habremos perdido la opción de Izquierda.

Me lo vaticinan así: En la Morena del norte del país, se irán quedando los que aspiran a una chamba en la burocracia para robar y se irán yendo los izquierdistas idealistas de toda la vida.

—Morena está matando su mística. Y sin mística, sin idealismo, Morena se acomodará a los usos y costumbres de siempre de la política. Se hará una bolsa de trabajo y una máquina de ganar elecciones. No más. El idealismo es necesario para cambiar las cosas. Es la fuerza que te lleva al futuro.

Esta es la encrucijada en la que Morena se ha metido ella sola en el norte: Por hacer ganar su logo guinda, ha permitido que cualquier vándalo se enmascare de guinda y se apropie del poder para usarlo sin el ideario de Morena.

—Ganar para hacer gobiernos buenos implicaría una revuelta dentro de Morena —dice al fondo del auditorio un filósofo, en Juárez. —Nadie habla de forzar a todos una ideología rígida como una camisa de fuerza. El compromiso central de la Izquierda de gobernar para favorecer a los muchos, y no a los pocos, hay cien formas de ejercerlo, y la Izquierda se expande y enriquece con la experimentación. Pero la corrupción es otro asunto.

Los aplausos del auditorio confirman que esa es la percepción de la mayoría: La corrupción nada tiene que ver con el compromiso central de la Izquierda.

Es así: Los decepcionados no le piden al partido expulsar a los expriistas o los expanistas, le piden algo más simple y contundente: no darles a los corruptos una escalera para que asciendan.

—Esos son los enemigos más poderosos de la Izquierda: Los corruptos: son el cáncer dentro —lo dice una de las activistas más populares de Juárez, además directora de teatro, y mi amiga de toda la vida.

Y yo no encuentro nada que agregar a las ideas que escucho, si no es una visión externa a México, que las ratifica.

Nicaragua fue conquistada por la Izquierda luego de una guerra fratricida, y luego la Izquierda se pudrió por una avidez sin fondo y pudrió al país entero.

El peronismo en el siglo XXI gobernó Argentina durante 16 años y multiplicó los derechos del pueblo, pero también la llevó a la bancarrota mientras varios de sus políticos se enriquecían de forma fabulosa.

En contraste, China comunista evolucionó a ser un país donde impera una dialéctica compleja —una meritocracia que convive con el enriquecimiento de las mayorías—, ha crecido al 10% en las últimas cuatro décadas y sacado de la pobreza a 800 millones de personas: Todo eso en gran medida porque erradicó la corrupción de su gigantesca burocracia.

Corrupción o no corrupción. Extirpar el cáncer de los corruptos o dejarlo que invada todo el organismo. El dilema de Morena está a la vista y apalabrado por sus propias bases.

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