Nunca hemos tenido más libertad de expresión y mayor cantidad de ella. Los medios comerciales, más las plataformas, más los medios públicos, rebosan de información 24 horas al día.
Y al mismo tiempo, nunca hemos estado peor informados.
Cada cual dice lo que quiere, sin sujeción a nada. Y el resultado es el caos. Si la sociedad fuese un cuerpo, su cerebro sería el cuerpo de un sicótico.
Pongo por caso lo ocurrido esta semana que acaba con el periodista Loret de Mola.
Loret viajó a Los Ángeles a cubrir las protestas contra Trump, y logró lo que ningún otro periodista del mundo: reportarlas como un peligroso campo de batalla, mientras los otros periodistas la reporteaban como pacíficas y hasta aburridas.
En las redes, circuló un video en que Loret y su equipo se pertrechan aprisa tras una breve barda de mármol y se cubren las narices para protegerse de un gas invisible.
Lo extraño es que en los bordes de la toma se ven a otras personas, todas de pie y muy tranquilas y sin taparse las narices.
Y mientras Loret y su equipo se pertrechan tras la breve barda, una voz se escucha insultándolo.
—No te queremos, Lord Montajes –dice la voz. Y sigue propinándole denuestos. –No te queremos –repite la voz, y Loret pretende no estar escuchándola mientras sigue su escapada del gas invisible.
Al día siguiente de que el video se hizo viral en las redes, Loret en su columna de El Universal señaló como responsable del hostigamiento al equipo de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Según Loret, el hostigador es un youtubero que fue pagado por el equipo de la presidenta para importunarlo hasta Los Ángeles.
Cito a Loret:
“Primero, el régimen envió a sus youtuberos, a sus propagandistas de siempre, que aunque resultaban absolutamente desconocidos para nosotros, se aparecieron con una misión generosamente remunerada: acosarnos, insultarnos mientras trabajábamos, interrumpirnos durante las transmisiones. Una provocación con línea directa. Excedidos en la violencia verbal, llegaron literalmente a centímetros de la violencia física. ¿Qué sigue? ¿La agresión física transmitida en vivo para regocijo de la poderosa presidenta?”
Me escandalizó la acusación, y le escribí a Loret en X pidiéndole alguna evidencia de sus afirmaciones.
¿Por qué pedírselo?
Porque si es verdad que la presidenta Claudia Sheinbaum (o su equipo) paga a hostigadores que viajan hasta Los Ángeles para increpar a un periodista mexicano, es muy grave, y como comunidad profesional los periodistas tendríamos que reclamárselo.
Pero si Loret inventa los nexos de ese desaguisado callejero con la presidenta y publica el invento en un diario del prestigio y la circulación de EL UNIVERSAL, también es muy grave. Se trataría de un abuso a los lectores, una difamación a la presidenta y un amago a la paz pública.
Loret de Mola no ha contestado a mi amable petición de evidencias. Y su falta de respuesta, de volverse perpetua, sería también problemática. Indicaría que hoy un periodista que dirige un medio y se expresa además desde otros dos espacios, puede afirmar cualquier cosa, crear un caos, y seguir adelante hacia el siguiente escándalo sin hacerse responsable.
Sintomático con nuestros tiempos, en X un usuario le pidió a Grok que decidiera cuál era la verdad.
“Oye Grok, ¿Loret ha mentido?”
Grok respondió:
“No existen pruebas que respalden la acusación de Loret contra Claudia Sheinbaum o el gobierno mexicano.
Un análisis más detallado:
1. El hostigamiento ocurrió. Hay un video que lo muestra.
2. Pero la vinculación con Sheinbaum es una hipótesis no probada. “
Es así, la IA deberá tener acceso a todos los documentos y conversaciones del planeta antes de convertirse en ese árbitro imparcial de la verdad que hoy requerimos en un mundo donde los periodistas han dejado de servirla.
En tanto, esta noticia de último momento:
Para derrocar a la Dictadura en que vivimos, Loret y sus camarógrafos se han pertrechado en Las Lomas de Chapultepec.
No es cierto. Lo acabo de inventar. Buen domingo.
