El ciclo diario de la información ocurre así en México.

En la mañana la Presidenta, en su conferencia mañanera, nos narra qué hace su gobierno; durante el día los medios comerciales lo desglosan afeándolo: no es cierto, se hace mal, el país se destruye, es una dictadura y una catástrofe; y en la tarde entran los medios públicos al quite, con la misión de desdecir a los medios comerciales: es mentira, el país mejora, se distribuye mejor la riqueza y la justicia.

Esa competencia de narrativas es lo natural en las latitudes donde gobierna la Izquierda, dado que los medios comerciales ven la realidad a través de un modelo neoliberal –y en efecto, la misión de la Izquierda es desmantelar ese modelo.

Lo absurdo en México es que esta competencia de narrativas está financiada por una sola fuente. El gobierno. Y peor, el gobierno de Izquierda favorece económicamente a los medios de Derecha, y por mucho.

¿Con cuánto subsidia este gobierno de Izquierda a los medios “comerciales”?

Lo apuntaba ya en esta columna el pasado domingo. Lo que recibieron en el sexenio de AMLO y presuntamente recibirán en el sexenio de Claudia Sheinbaum suma 19 mil millones de pesos.

Una friolera.

Y en orden de cuán beneficiados fueron y serán, el gasto es el siguiente. Televisa, 1 mil 858 mdp. TV Azteca, 1 mil 278 mdp. La Jornada, 1 mil 304 mdp. Grupo Milenio, 787 mdp. Grupo Fórmula, 437 mdp.

¿Y con cuánto subsidia a los medios públicos, cuya misión actual es desdecir la narrativa catastrofista de la Derecha?

Cuatro pequeñas televisoras y una radiodifusora recibirán 700 mdp al año y en el sexenio, 4,200 mdp. Es decir, 1/5 de lo que los medios “comerciales”.

Pero como además por ley los medios públicos no pueden vender sus espacios, mientras los medios “comerciales” sí los venden a otros anunciantes, la diferencia es mayor. Los medios públicos operarán con alrededor de 1/10 que sus adversarios ideológicos.

¡Un diezmo!

Una desventaja que se traduce en cosas muy concretas. Los medios públicos tienen poco equipo, pocos profesionales, y para su mayor hándicap, no tienen cobertura nacional: no llegan a toda la República.

¿Cómo diablos podrían de verdad dar la pelea por la narrativa?

En el diseño del gasto está el inevitable resultado: la Izquierda pierde diario la batalla narrativa, no por debilidad del mensaje, sino porque las bocinas del mensaje son bocinitas.

Y claro, no por ser una locura este diseño de gasto en medios carece de explicación. Cada locura tiene su razón en su historia. Dicho muy rápido, sucedió así.

Durante el priato, los medios comerciales debían ceder al gobierno tiempos para su promoción, los llamados tiempos oficiales.

El presidente Fox, de corazón neoliberal, los liberó de la obligación y empezó a pagarles millonadas por esos mismos tiempos.

Ya lo sabe el lector, la lectora, llegado a la Presidencia, AMLO prefirió comunicarse con la gente de forma directa a través de sus conferencias mañaneras, pero temiendo la ira de los medios “comerciales”, les siguió pagando 1/3 de lo que pagaba Fox.

Mal negocio. No paró su ira y tampoco paró de pagarles.

Lo que nos lleva a este gobierno, que cumple con 1/3 del compromiso del presidente Fox, por pura inercia.

Otra vez: es una locura. El gobierno no tiene por qué subsidiar a medios “comerciales”. En democracias con menos simulaciones, los medios “comerciales” viven de atraer audiencias con su programación, no del gobierno. Quedan así libres de expresar lo que mejor les parezca y lo que los regula es la limpia competencia por la atención de la gente.

Y los medios públicos, que universalmente sirven para garantizar una información más sofisticada y para elevar el nivel de los contenidos de ficción, reciben subsidios suficientes para crear excelencia en sus noticiarios y mesas de opinión, y sí: cuando gobierna la Izquierda, para narrar desde la Izquierda el acontecer público, pero también realizan documentales y series dramáticas y películas que enriquecen la cultura. Piénsese en la BBC de Inglaterra o Canal Plus de Francia.

Son tiempos de reformas en México. Tiempos de desenredar el pasado y recomenzar. Si algo urge desenredar en México, es el sistema de medios de comunicación que a diario nos entrega un combate narrativo artificial.

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