Me enviaron las galeras de mi libro de textos para teatro. Una pila de 456 hojas sobre mi escritorio y ante mí.

Revisar galeras es doloroso. Se trata de mirar con atención letras y signos ortográficos. Algo así como vigilar la circulación de hormigas en un extenso hormiguero.

Así que hice trampa: deposité mi confianza en los correctores de la prestigiadísima editorial, que habían revisado y corregido el texto antes, y solo releí cada cuarto renglón.

Ya en la primera hoja me alarmé. Habían cambiado el guion al final de una frase incompleta por unos puntos suspensivos, los correctores hijos de puta.

ADRIAN: Cállate, o te voy a —

Ese era mi texto. Lo habían cambiado por:

ADRIAN: Cállate, o te voy a…

Mi alarma fue creciendo hoja con hoja. Cada uno de mis guiones de final de frases lo habían cambiado por puntos suspensivos.

Llamé de inmediato al jefe del equipo de correctores de la división en español de la editorial Verlag.

—Es totalmente distinto –le expliqué. —El guion (—) indica que Adrián ha sido interrumpido por otro personaje. En cambio, con puntos suspensivos (…) indica que Adrián no completa la oración. Es decir, mi Adrián está luchando por hacerse escuchar y no es escuchado. En cambio tu Adrián es débil y cede el espacio para ser contradecido.

—Contradicho —me contradijo José Bermúdez, el jefe de los correctores.

—Me cambiaste en el libro 2,532 guiones por puntos suspensivos —me quejé.

—¿Y por qué hay tantas interrupciones de diálogos? —preguntó Bermúdez. —¿Puede ser que porque a ti como escritora te faltan palabras?

—No. Porque escribo teatro sobre mi mundo, y en nuestro mundo repleto de discordia, la gente se arrebata la palabra a cada rato, para callar al Otro. Para desaparecerlo de la esfera de la narrativa y—

—Escucha Berman —me interrumpió Bermúdez por el teléfono. —Te digo algo… —abrió un silencio largo.

Y me colgó.

Al día siguiente estaba yo ante el gerente de América Latina de Verlag. Un caballero alto de pelo blanco y ojos azules.

—Sí, son terribles nuestros correctores —me dio la razón, del otro lado del escritorio. —Arrogantes y necios. Al mismo García Márquez le cambiaron las comas. Gabo quería que El Otoño del Patriarca no tuviera comas ni puntos, que fuera un largo fluir del lenguaje desde la primera página hasta la última, y le ensartaron las comas, como si fueran aguijones de abeja. Y yo no pude hacer nada por Gabo, menos puedo hacerlo ahora nada por ti. Llevo acá diez años, Bermúdez lleva 30 años corrigiendo textos, y no reconoce mi autoridad.

Abrí de golpe la puerta de la oficina y Bermúdez alzó la mirada de las hojas que corregía sentado al escritorio.

Lentes con cristales de fondo de botella, un rostro surcado de arrugas, el suéter negro de cuello alto. A su alrededor los otros siete correctores, todos treintañeros, también me miraban.

Me acerqué y coloqué sobre su escritorio el pastelito de chocolate negro, primorosamente guardado en un cubo de plástico transparente.

—Un regalo –le sonreí—, en son de amistad.

—En tono amistoso —me corrigió. Y agregó de corrido: —Verlag no usa guiones al final de las frases, punto y seguido. Ernest Hemingway quería un guion al final de su última novela, coma, con el guion quería expresar, dos puntos: me interrumpió el momento de publicar, de otra forma seguiría escribiendo este relato, puntos suspensivos...

—¿Y entonces…? –le pregunté.

—Y entonces Verlag Norteamérica le puso en lugar de su guion unos puntos suspensivos, y lo demás es historia…

Me la contó. Luego de releerse en el libro ya editado, Hemingway lanzó contra la pared de su cabaña el libro y fue por su rifle de caza.

Regresó a sentarse. Se metió el cañón en la boca, como un popote, y disparó. La bala salió por su mollera y se incrustó en el techo.

—Lo mataron entonces ustedes, los correctores de estilo

—Mira —dijo Bermúdez, y señaló al ventanal de la oficina.

Tras el vidrio caía la lluvia.

—Innumerables y hermosos puntos suspensivos… —dijo él.

Perdí esa guerra. Por eso publiqué mi libro de teatro con el Fondo de Cultura Económica y no con Verlag.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios