¿Cómo llegamos acá?
Nosotros —nosotros: la mayoría de los y las electores— le dimos a la 4T –a Andrés Manuel y a Claudia— la bicicleta –el Poder político— completa con las dos ruedas –una mayoría decisiva en la Cámara de Diputados y también en la Cámara de Senadores— para moverse a reformar un régimen neoliberal y transformarlo en un Estado de Bienestar.
Ya está. Ya estamos en ruta. En condiciones de facilidad.
La Resistencia solo estará en los Medios de Comunicación Comerciales, el último reducto donde la resistencia al cambio será todavía una gran mayoría, pero será una resistencia llena de ruido y sin capacidad de acción real.
¿Qué le toca ahora a la 4T?
Le toca moverse fluidamente y sin inventarse problemas o ceder a tentaciones.
¿Qué problemas podría inventarse?
Ponerse a debatir con el ruidoso bla bla bla de los comunicadores adversos y sus descripciones mal intencionadas. Lo que no tendría ninguna utilidad.
O bien enredarse con sus propias y pequeñas reyertas interiores.
Que si Sergio Mayer debe o no ocupar un curul regalado, que ni siquiera ganó en elecciones.
(No, no debe ocuparlo: ha sido un elemento discordante e inexplicable en la 4T, no tiene por qué seguirlo siendo.)
Que si Noroña ganó la dirección de la bancada de la Coalición de Izquierda en el Senado —y no se la quieren dar.
(Sí, sí la ganó: representa a una parte de los electores de la 4T y sin duda es La Lengua Más Fluida de la Izquierda.)
¿A qué tentaciones podría ceder ahora la 4T?
Son dos.
Una. La tentación presidencialista.
En el caso inmediato de la Reforma al Poder Judicial, la 4T podría decidirse por reformarlo de forma que quede subyugado a los designios de la Presidencia. Un mero lugar de trámite donde le sellen cada iniciativa con el sello de “Constitucional”.
Y no, la reforma virtuosa del Poder Judicial sería librarlo de su corrupción interna y separarlo de los poderes económicos, para que imparta Justicia a la gente de carne y hueso —y detenga o corrija las mociones de la Presidencia, ambas cosas de acuerdo con las leyes.
Dos. La tentación de la Corrupción rampante.
La 4T podría dar el banderazo para que sus funcionarios saqueen al país.
La designación de Raquel Buenrostro como Secretaria de la Función Pública, apunta a que el plan de Claudia es el inverso. Raquel promete ser la Gran Tijera para los corruptos.
Buenrostro logró en el SAT la hazaña de hacer pagar a los oligarcas del país impuestos. Y eso sin quebrarlos ni reventar su fidelidad a la autoridad del gobierno.
—Nunca (el SAT) me trató mejor y nunca me hizo pagar más –le dijo un gran contribuyente a Raquel Buenrostro.
Le toca a ella lograr lo propio con sus correligionarios convertidos en funcionarios: a los que están dejándose crecer las uñas largas, cortárselas.
Nada mal pintan los años venideros en un país en el cual 6 de cada 10 ciudadanos acordamos el 2 de junio pasado darle a la Izquierda 6 años más. La ruta está clara —un Estado de Bienestar— y la responsabilidad ahora es toda de Claudia y Andrés Manuel.
Por lo pronto Claudia y Andrés Manuel pedalean en una bicicleta de dos asientos, con ambas ruedas puestas y girando.
En 1 de octubre próximo Andrés Manuel se bajará del asiento, y la bici se volverá una bici de un solo asiento.
Entre el mucho bla bla bla de los Opinólogos Adversos, esto promete que avanzará bien.
A los electores y los opinólogos de Izquierda lo que nos toca hacer es observar y no callar. Vigilar y hablar. Señalar desvíos y reclamar regresos a la ruta. No perdonar. No taparse un ojo. Ni la boca. Nunca subordinarse.
Ser la Crítica de buena fe —la que comparte el mapa y la meta de la Izquierda. Siendo la meta más Democracia, más gobierno del pueblo, nunca menos.
Sí, sí, sí: va en bicicleta la Izquierda y a saludable velocidad: toda una bitácora de reclamos sociales acumulados durante décadas tiene la enorme oportunidad de viajar de lo posible a lo real.
Y si nuestro optimismo es traicionado, sabemos a quién reclamarle. A la 4T.