El empresario suelta una carcajada.
—¿Tres mil millones de pesos?: ¿eso suponen que ganó Álvarez Puga vendiendo facturas falsas?
Se refiere al empresario Víctor Álvarez Puga, que ha sido detenido en Miami, Florida, por la autoridad migratoria norteamericana, y cuyo traslado a México ha pedido el gobierno mexicano.
—Eso es la punta del iceberg. Lo que ganó Álvarez Puga por medios corruptos durante el sexenio de Peña Nieto es mucho más.
—¿Cuánto más? –le pregunto.
—Agrégale un cero –me dice.
—¿30 mil millones de pesos?
—Por ahí. Su negocio grande no era vender facturas para evadir impuestos, como ahora dicen los periódicos y las autoridades. Su negocio grande era el Seguro Social.
—¿En qué consistía?
—Ofrecía a un empresario no pagar el Seguro Social de sus trabajadores. Ofrecía que le pagaras a él una fracción del pago debido, y él arreglaba las cosas ahí dentro del Seguro Social.
—¿Para que pareciese que el empresario sí había pagado?
—Así es.
—¿Quiere decir que trabajaba coludido con funcionarios del Seguro?
—Así es. Ningún jefe de área se cambiaba en el Seguro sin el visto bueno de Álvarez Puga.
—Tan adentro estaba él del sistema.
—Tan adentro y tan arriba.
—¿Y qué pasaba si el trabajador de una empresa que le pagaba a Álvarez Puga sufría de un accidente o se enfermaba de gravedad? ¿Descubría de pronto que no tenía Seguro Social?
—No. Para nada. El empresario le llamaba a Puga y entonces el trabajador recibía en el Seguro Social un trato VIP. Yo supe de un caso en que el trabajador fue volado en helicóptero a un hospital del Seguro.
—Es decir, el único afectado era el Seguro, como institución.
—Así es. El Seguro Social emitía documentos falsos y no recibía ni un centavo, mientras sus altos funcionarios y sobre todo Álvarez Puga recibían miles de millones de pesos al año. El saqueo al Seguro Social en el tiempo de Peña tiene un nombre: Víctor Álvarez Puga.
—¿Crees que lo sabía el presidente Peña?
—No lo sé. Depende de si su secretario de Gobernación, Osorio Chong, se lo contó. Ahora sabemos que Chong protegió a Puga, por lo menos en el negocio facturero.
—¿Por qué no aceptaste tú el trato cuando él te ofreció?
El empresario aprieta los labios.
Luego dice:
—Me gusta dormir tranquilo.
Me habla de los viajes que organizaba Álvarez Puga en su yate para sus clientes.
—Se sentían un club de privilegiados del régimen, y lo eran.
Me cuenta que la esposa de Álvarez Puga, Inés Gómez Mont, hacía viajes semejantes para sus amigas conductoras de la televisión.
También abunda sobre el aura de total impunidad que lo rodeaba.
—Solía presumir a los jueces que tenía en su nómina, y resultó que sí los tenía. De hecho, una vez que se le acusó de facturero y huyó del país, ya en tiempos de la 4T, un juez le descongeló las cuentas que le habían incautado, ¿no es cierto? Y Puga dispuso de ese dinero mal habido.
Y me cuenta del esquema con que conseguía clientes entre los grandes empresarios del país.
—Contrató a jóvenes recién egresados de la Ibero y la Universidad Anáhuac. Mirreyes de familias ricas. Y ellos les ofrecían el trato a sus padres, a sus tíos, a sus suegros.
Me da nombres con apellidos. Entre ellos el de un miembro de la familia Creel.
—¿Crees que sí se le trae a México, se le investigará a fondo y saldrán a la luz todos sus negocios y cómplices?
El empresario aprieta los labios.
Luego niega con la cabeza.
—No, no lo creo.
—¿Por qué?
—Los corruptos de un sexenio protegen a los corruptos de sexenios pasados. Y hablo de los empresarios corruptos tanto como de los funcionarios corruptos. Los que hacen de lo público un negocio privado. Es una especie de pacto de clase. La clase de los vivales, la clase de los corruptos.
—La clase de los corruptos —repito.
Niega con el cabeza disgustado.
Aprieta los labios.
Luego dice:
—Pero ya lo veremos. Si sale a la luz lo del Seguro Social, que es la verdadera bomba que trae Álvarez Puga bajo el brazo, e involucra a los cuadros mayores del peñismo, volvemos a platicar de si ese pacto se ha roto en la 4T.

