Lo que importa resaltar del quinto informe son los millones de víctimas producto de la indolencia y el desgobierno, lo que se quiere simular con propaganda pensando que así se puede resarcir el dolor y el miedo que aqueja a México. Detrás del colapso del sistema de salud hay cientos de miles de personas que murieron por el manejo criminal de la pandemia, por la falta de medicamentos e infraestructura. 50 millones han quedado sin acceso a un derecho básico como es la salud, de acuerdo con el último informe del Coneval.

Pero ligado a esto, interesa desmontar una idea que ha querido señalar el gobierno como su gran logro: la disminución de la pobreza. Si nos atenemos a que en nuestro país se mide de manera multidimensional y que no se registra en la canasta básica el gasto en salud (antes no era tan determinante), el resultado es engañoso. Un grupo de jóvenes expertos en la materia hicieron un ejercicio incorporando el gasto en la medición del ingreso/gasto (lo que debió de hacer Coneval ante la disminución tan abrupta de tal carencia), y resulta que la pobreza no sólo no disminuyó, sino que aumentó.

Porque si bien la gente puede tener un mejor ingreso (entre otros factores por las remesas), el hecho es que ahora tiene que recurrir a gastos que antes no estaban en su radar. De acuerdo con el doctor Francisco Moreno, el 52% de las citas para atención primaria se dan en consultorios privados y de farmacia. Y eso afecta el bolsillo de los más pobres. Si se reconocen los gastos en salud y se eliminan las remesas (que no son un logro del gobierno), la pobreza en realidad aumentó de 46.8 a 49.5 millones de personas. En la pobreza extrema el dato es también revelador: pasaría de 9.1 a 10.3 millones de personas que, además, tienen más carencias que en años anteriores. El slogan de Primero los pobres se convierte en propaganda, en un dato manipulado para llegar al informe con la percepción de que este gobierno ha cumplido con su principal promesa.

La estrategia fallida de abrazos y no balazos ha dejado también una estela de víctimas que no encuentran empatía ni eco en quien nos gobierna. El Presidente dice que México está en paz. Sí, pero seguro habla de la paz… de los sepulcros. Su gobierno registra el mayor número de homicidios, feminicidios y desapariciones. Y para oscurecer este doloroso dato, se manda a censar a las casas con el ánimo de desaparecer a los desaparecidos, en lugar de sentir compasión y, sobre todo, actuar frente a este trágico panorama que no puede regocijar a nadie mucho menos a quien detenta el poder.

Más muertes que en una guerra, más víctimas que nunca, la única diferencia es que el gobierno pretende esconderlas debajo del tapete, aunque en cada rincón que se busca, se rastrea, aparecen restos humanos, demostrando con ello que nuestro país es una gran fosa clandestina. Y qué decir de las mujeres a las que se les han arrebatado estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, comedores comunitarios, servicios de salud, y la vida de sus hijos e hijas. No, señor Presidente, no son otros datos, son seres humanos que hoy viven con dolor y con miedo, son sus víctimas.

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